Capítulo 4 - Desconocido.

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Por un segundo el corazón se me paralizó, pero era solamente Ashton, así que no me sobresalte demasiado.

— ¡Oye! Los chicos y yo nos preguntábamos hasta que hora estabas aquí, y si después de eso querías quedarte con nosotros a mirar una película, o hablar lo que sea, para que te sientas más cómoda y darte una buena bienvenida. —se encoje de hombros. —Sé que no será la mejor bienvenida, apuesto que no podemos hacer mucho por aquí, pero aun así... —deja la frase en el aire y me mira esperando mi respuesta.

—Suena perfecto. No importa si no es la mejor, cualquier cosa es mucho mejor que quedarme en casa.

—Bien, pero será antes de medianoche. Hasta esa hora nos dejan estar despiertos, si la pasamos por alto, no nos dejaran quedarnos despiertos hasta esa hora por una semana completa y nos tendremos que ir a acostar antes de las diez.

—Uy, qué tortura. Le preguntare a Richard hasta cuando me tengo que quedar, paso por mi departamento, me cambio y traigo algunas cosas ¿Te parece? —le pregunte.

—Bien. —dijo y se alejó sin dejar de mirarme. —Ah, y por favor si puedes, tu trae una película, vimos las de aquí millones de veces. —me gritó llegando y entrando a su habitación para luego cerrar la puerta tras él. Porque era obvio que no esperaría una respuesta, yo tendría que traer la película sí o sí. Si no nos quedaríamos sin película, porque estaba segura de que tirarían la televisión, o donde sea que sea que veremos la película, por las escaleras.

Me gire y ahí estaba. La puerta de la habitación 336.

Lo único que me faltaba era que venga Richard y me llame para hacer algo, o que me diga en esa habitación no se encontraba nadie, o incluso que no necesitaba de mis servicios.

Coloqué mi mano en el picaporte de la puerta, no me había fijado pero como las puertas anteriores esta también tenía un nombre en ella.

"Luke Hemmings"

Las demás puertas tenían su nombre colocado en letras negras, pero este se encontraba con letras rojas llamativas.

Siento una vibración y casi tropiezo con mis propios pies al sobresaltarme, pero luego recuerdo que les pase mi número a los chicos y que pueden ser ellos. Para ser exactos, no tenía ningún mensaje, nunca había mandado alguno, o me habían enviado a mí. Realmente, ni siquiera tenía un buen fondo de pantalla, no me preocupaba mucho mi celular, creía que era una pérdida de tiempo tener tantas cosas guardadas que, posiblemente no servirían de nada. Los mejores momentos de la vida no sé guardan en una fotografía, quedan en tu mente donde siempre los podrás recordar y revivir cuando quieras.

"Desconocido: No entres."

Primer mensaje que recibo y es un mensaje de broma. Pero, oigan, miren el lado positivo, me han enviado un mensaje, aunque no sea en serio. Pongo mi mano nuevamente para abrir la puerta. Pero llega otro mensaje.

"Desconocido: Realmente no querrás entrar."

Quería responderle y que me dejara en paz. Que se comprara una vida y que haga algo productivo con ella.

Y para mi buena suerte no había señal. Genial ¿verdad? no podía enviar ese maldito texto.

"Desconocido: Esto no es ninguna broma, puedo verte."

Y como por instinto mire hacia todos lados, arriba, abajo, derecha, izquierda.

"Desconocido: Nadie, dijo que si yo podía verte tu podías verme."

Me harte, voy a entrar a esa maldita habitación, y no me importa si algo me salta a la cara, o si de verdad no hay nadie, si es una jodida broma o que.

Abro la puerta, y las luces del pasillo explotan. Dejándome sola completamente a oscuras.

Esperen, ¿En qué momento se hizo de noche? Cuando llegue aquí, era como las 8:30 a.m.

"Desconocido: ¿Ahora me crees?"

Las manos me empezaron a temblar y ya se me habían ido todas las ganas de entrar en esa habitación.

"Desconocido: Corre."

Entonces corrí. Corrí todo lo que nunca corrí en mi vida.

Corrí más rápido que el Rayo McQueen, bueno no. Concéntrate, me dije, esto es cosa seria.

Continúe corriendo sin importar que casi se me haya caído el celular, sin importar que en cualquier momento pudiera pisar mal y me podría caer, y rodaría por todas las escaleras, y ahí sí que sería el fin definitivo de Madeleine Kleyn.






ROOM 336Donde viven las historias. Descúbrelo ahora