Capítulo 31 - A él no le gustas.

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No abrí los ojos. No quería saber lo que me estaba esperando cuando los abriera. Aun no estaba preparada, según yo, me quedaba algo más de tiempo. Bueno, ahora veo que estaba muy equivocada.

Me moví un poco para reincorporarme y gemí cuando sentí que algo me mantenía sujeta y me estaba lastimando. También como acto de reflejo abrí los ojos.

Me agarro una desesperación tremenda cuando no pude ver nada. Todo estaba negro, pero eso era mejor que ver cualquier otra cosa allí afuera después de lo ocurrido. Trate de moverme de nuevo pero solo logre lastimarme a mí misma.

—Está despertando —sentencio una voz que reconocí rápidamente como la de Félix, y el corazón me empezó a latir a mil por hora. Sentía como los ojos me dolían al hacer presión haciendo que estos se arrugaran y movía lentamente la cabeza de un lado a otro—. Pobre, —prosiguió— Se niega a aceptar la verdad. A aceptar que todo esto que está pasando es real.

—Cállate, —pronuncie con la voz decaída y llena de dolor— Cállate, por favor.

—Lo que menos voy a hacer ahora será callarme. —lo oí decir antes de que las muñecas y las manos me empezaran a doler y sentir que por mis manos se escurría algo. Ahogué un grito mordiendo mi lengua y haciendo que mi espalda se encorvara y que mi cabeza chocara en lo que sea que me encontrara apoyada.

—Por favor. —supliqué de nuevo logrando que mi voz se cortara al final.

—Por favor, por favor —se burló tratando de imitarme con una voz chillona—. Lo que menos te servirá ahora será el por favor. Porque, por favor, seamos sinceros, ambos y todos los de esta habitación sabemos que esto no terminará hasta que todo esté finalizado y hecho al salir todas las verdades que se tienen que decir —rió sínicamente—. ¿O es que eres tan tonta para creer que fue casualidad que de los veinte trabajos a los cuales enviaste para el vacante, solo este te llamo? Porque yo sinceramente no —lo escuche chasquear su lengua—. ¿O que también te pagaran el pasaje desde Texas a Sídney? —no lo pude ver porque seguía con los ojos cerrados pero por el tiempo en el que dejo de hablar supe que estaba sonriendo.

—B-bueno ahora que lo dices así, no tiene sentido. —me trabé un poco con mis palabras al principio de la oración pero luego pude hacer que no titubeara al hacerlo.

—No tiene sentido de todos modos. —susurró la voz que siempre estaba feliz de escuchar y que podía hacer que mi estómago se retorciera. La única persona de la cual en cualquier lugar o situación yo me encontraba feliz de ver. Por quien yo me preocupaba no importa que.

Luke.

—Luke —susurré suavemente y abrí los ojos. Y en efecto él estaba ahí. Seguía pareciendo triste y sin ánimos. Sus labios seguían en línea recta y sus ojos solamente demostraban un celeste desgarrador, como cuando el cielo está a punto de llover.

Le dijo algo a Félix que no pude escuchar ya que le estaba hablando bajo, pero aun así ninguno de los dos aparto la mirada de los ojos del otro.

—Sí, ya lo creo. —le contesto alto a las palabras de Luke y sonrió mientras se acercaba a pasos lentos pero largos hacia mi anatomía—. Tienes por seguro que tu escuadro de Scooby estaba de nuestro lado —me miro—. Y así es, pero aunque, aunque, —llevo su dedo índice hacia su boca palmeando sus labios—. No lo estuvieron desde un principio.

—¿De qué hablas? —pregunté extrañada, todo se estaba mesclando mucho más que antes y este era el momento de sacarme todas las dudas.

Creo que ahora mis palabras cumplían su promesa. El gato murió sabiendo. Y yo no iba a morir sin saber toda la verdad.

ROOM 336Donde viven las historias. Descúbrelo ahora