32 ¿Esto es el cielo?

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Seth

—Ahora entiendo la razón de que le llamen el corazón de New York —murmuro mientras observo el Times Square.

Aunque sea de día los grandes letreros se ven asombrosos.

—Debes subir  las escaleras rojas —Andrea me toma de la mano y corremos hacia las grandes escaleras que por cierto hay demasiada gente.

—Esto es increíble.

Creo que he dicho esa misma frase unas treinta veces desde que comenzamos caminar por la ciudad.

Siempre quise visitar New York y es algo gracioso que esté a tan solo unas horas de Toronto pero por una u otra razón jamás vine.

—Dejen les tomo una foto —Meg saca su celular y yo me acerco a André tomándola de su cintura.

Andrea y su tía han vivido por años aquí por eso me sorprende que les emocione cada parada que hacemos.

Seguimos recorriendo el sitio y nos detenemos en una tienda de regalos.

Planeo llevarle unos cuánto a mamá, a pesar de que las cosas no estén bien entre nosotros.

Compro una pequeña estatua de la libertad, junto a unos llaveros con esa misma figura y el Empire State.

—Yo comprare estás —toma tres camisas que dicen «Yo amo New York» —. Para mis papás y para mí, me parece mal que siendo una neoyorquina no tenga una camisa así.

Cuando salimos de la tienda caminamos hacia Wall Street ya que Andy quiere que haga algo importante en ese lugar.

No tengo idea de que es pero por la expresión de su tía debe ser algo gracioso.

Hay una enorme estatua de bronce de un toro y enfrente de ella una fila de personas esperando tomarse foto con ella.

—¿Quieres que me tomé una foto con ese toro?

—No solo eso —rueda los ojos —toda persona que viene a New York debe hacer esto.

—¿Hacer qué?

—Debes tocar los testículos del toro ya que da buena suerte —Meg explica.

—Deben estar bromeando.

—Debes hacerlo Seth —Andrea me advierte.

—Muy bien pero ustedes también.

—Por supuesto, me vendría bien cualquier tipo de ayuda —Andrea encoje los hombros.

Después de estar formados aproximadamente quince minutos, es nuestro turno de tocarle las bolas al toro.

Jamás creí que haría esto.

Todo bien hasta que veo a Meg tomarme foto mientras lo hago.

—Necesitamos los recuerdos de tu viaje aquí —se excusa.

Y pensar que venimos a una de las calles más importantes a nivel financiero para toquetear a la estatua.

Después de eso caminamos sin rumbo hasta que Meg recibe una llamada. Se separa de nosotros para responder.

—Hace frío —Andrea me dice —Abrazame para entrar en calor —extiende los brazos.

—Si querías que te abrazara solo debes decirle.

—Quiero abrazarte pero también hace frío.

Río mientras me acerco y la rodeo con mis brazos.

Siento su respiración en mi cuello logra do estremecerme.

Cancha de campeonatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora