XXVI

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Trataba de cubrir el frío con la capucha entregada por la tribu de Freljord, sin embargo aquel objetivo no se logró. Parecía que aquel día el frío era más intenso y crudo.

En su mente abundaban los pensamientos de la joven demaciana, de la que no sabía nada desde que se marchó aquella noche. "¿Cómo es que hemos llegado hasta aquí?" Pensó, mientras caminaba cabizbajo mirando sus huellas en la nieve. De pronto el terreno cambió. Ya no se trataba de un suelo suave, sino rocoso.

—Hemos llegado —dijo uno de los soldados freljordianos que le acompañaba.

Ezreal alzó la vista, y observó un gran puente en ruinas en el que al fondo se divisaba una edificación de madera.

Todos los presentes avanzaron con cautela siguiendo al chico de Piltóver, quien poseía una expresión seria. Hacía años que no veía a su tío. Prácticamente desde que se fue a vivir solo, y no es que las cosas entre ellos hayan terminado precisamente bien para que eso ocurriera, pues desde pequeño, Ezreal sacaba constantemente de quicio a su tío. Al principio con cosas menores, como gritos o bromas infantiles, mas con el paso de los años el joven se había vuelto bastante molesto para él. Claro que no lo suficiente para echarlo de su propio hogar, pero fue el mismo Ezreal quien decidió marcharse tras una fuerte discusión. Él no solía tomar enserio a su mentor y criador, sin embargo después de que le comunicó el posible fallecimiento de sus padres la ira y rabia terminaron por desatarse en él cuando su cuidador pasó semanas ignorándole. Todo aquello terminó con una fuerte discusión, grandes lágrimas en sus ojos y un portazo que por poco destroza la puerta. Desde entonces no se contactaban, pero el chico sabía que si quería recuperar su guantelete, debía comportarse y fingir amabilidad. La vida de Lux dependía de eso.

Al llegar a la tienda no parecía haber nadie a la vista, por lo que Ezreal decidió entrar solo, diciendo a los guardias que aguardaran cerca de ahí mientras él buscaba lo que le pertenecía.

Dentro del lugar no había ni una sola alma, solo un montón de objetos extraordinarios e inusuales, pero realmente nada que él no pudiese reconocer. Es decir, era un explorador, y por supuesto que tenía conocimiento de muchos objetos.

Después de buscar por unos minutos logró encontrar su guantelete y sonrió por tenerlo frente a él, pero antes de que pudiera tomarlo, una voz familiar le detuvo.

—Veo que le ha interesado ese artefacto... le costará caro.

Al estar de espalda y encapuchado, su tío no logró reconocerlo en una primera instancia.

—¿Cuánto? —dijo sin voltearse.

—Dudo que lo puedo pagar.

—No estoy de acuerdo —dio la vuelta, y mostró su cara, dejando a su pariente atónito—. Creo que podremos negociar, tío Lymere.

El anciano, impresionado, dejó caer un objeto que se partió en dos al impactar con el suelo.

—Ezreal...

A diferencia de lo que Ezreal esperaba, su tío se abalanzó sobre él dándole un apretado abrazo, el cual no correspondió. Solo pudo quedarse petrificado, esperando que aquel confuso momento terminara.

—Muchacho... creí que no te volvería a ver.

Al ver que su sobrino no se inmutó, optó por terminar el gesto y retroceder.

—Me parece que tu visita no es coincidencia, ¿o sí?

—No. Tienes razón. Los freljordianos me ayudaron a encontrarte.

—¿Qué haces con ellos?

—Da igual. Yo necesito algo que me pertenece —señaló el guantelete.

don't leave me(Ezreal x Lux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora