XI

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El frío congelaba el cuerpo del muchacho, pero la cabeza la tenía hirviendo por lo que acababa de oír.
Se sentía tonto, idiota, engañado, traicionado... por la que pensó que era su amiga, su compañera.
Lux había sido muy clara con eso de que por favor él no la traicionara, pero jamás dijo que ella no lo iba a hacer.

Movido por la rabia, tomó la decisión de tomar sus cosas y marcharse de Freljord, o tal vez encontrar el tesoro por el que había llegado hasta ahí. Ya no le importaba su juramento. La única razón para entregar su voluntad era Lux, no por una tribu.
Por el enojo que sentía, no se fijó bien al caminar, y resbaló en el hielo, cayendo a un pequeño charco de agua, haciendo que el frío entrara en su cuerpo.

—¡Agh! No puede ser... —se quejó, temblando.

—Parece que necesitas ayuda, muchacho —dijo una voz que Ezreal desconocía.

—¿Quién dijo eso?

—Te ayudo, amigo mío.

El rubio no veía a nadie, parecía una voz que venía del vacío. Pero sintió que alguien lo tomaba desde arriba del abrigo que tenía puesto, y lo subió a un punto más estable.

—Mis amigos me llaman Braum —estrechó su mano.

—Ah... soy Ezreal. 

—Tú eres el nuevo integrante de nuestra tribu, ¿no?

—No... te confundes de persona. Soy un forastero, solo eso y ya me iba.

—Podría jurar que eras tú.

—Ya te lo dije, Braum. No era yo.

Ezreal se disponía a seguir su camino, sin embargo el hombre corpulento le siguió hablando.

—Yo no haré nada si decides irte. Pero solo, en el Freljord, no sobrevivirás. Por el frío, o por otra tribu que tal vez no tenga piedad, amigo mío.

—No tengo a dónde ir... prefiero arriesgarme.

—¡Vamos! No te vayas. Ven, te invito un trago. Además debes tener frío, debes cambiarte esa ropa. Ven, te presto de la mía.

Sin opciones, ya que Braum empujó a Ezreal denuevo hacia donde estaba la tribu. Éste solo lo siguió, aun de muy mal humor por lo que había escuchado.
Los dos entraron a una especie de taberna improvisada en una de las cuevas de la montaña cercana a Rakelstake.

—Mi amigo, sirveme dos vasos de leche calentita para mí y nuevo amigo —dijo, y procedió a sentarse.

—Preferiría algo fuerte para olvidar...

—Tú eres muy joven, muchacho. La leche te mantendrá en calor.

—Déjalo, Braum. No lo asustes —apareció una voz muy grave.

Ezreal conocía esa voz, pero no era alguien conocido. Sabia de él porque había leído en alguna parte, así como había leído de Ashe.
Se trataba de nadie más que del esposo de la avarosana: Tryndamere. 
Éste se sentó junto a Ezreal, quien solo le observó atento. Los libros que había leído describían a Tryndamere como un hombre grande y fuerte. Y no es que no lo fuera, pero parecía más bajo en persona.

—Así que tú eres el famoso Ezreal. Ashe habla mucho de ti, y de tu novia.

—Ella no es mi novia... —dijo enojado.

—No me vengas con cuentos. Yo he visto como ella te mira... la tienes en tus manos, campeón.

—Ja, lo único que tengo en una de mis manos es mi guantelete. Pero nada más, nada me queda acá. Ni en Piltover, ni Freljord, ni en ninguna parte...

don't leave me(Ezreal x Lux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora