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Las tropas noxianas se acercaban cada vez más a los límites de Demacia. No tenían prisa, pues sabían que la nación estaba en malas condiciones para batallar, sin embargo los demacianos tenían la característica de jamás rendirse, aunque su destino fuese la muerte.

Mientras los soldados demacianos preparaban a sus soldados, en la gran mansión Crownguard había un gran silencio. Lux se encontraba en su cuarto, sin ganas de comer. Su madre le fue ha decir unas cuantas veces que bajara a desayunar, mas ella no quería. Sentía una amargura interna, y a la vez tristeza. Recordaba que ella y Garen eran muy unidos de pequeños, mas con el paso del tiempo se fueron separando cada vez más.

La chica oyó a unos soldados demacianos que gritaban desesperados, así que se dirigió a su ventana para ver por qué tanto escándalo. Al parecer, con todo lo que estaba pasando, ella no se había percatado de que la invasión noxiana se acercaba.

—Señor, ¿qué pasa? —preguntó.

—Mi señora, los noxianos se acercan.

Lux sintió un cosquilleo horroroso en la espalda, y enseguida tomó su báculo para dirigirse a la batalla, sin embargo empezó a titubear. Ella jamás había peleado con todas las vanguardias juntas, solo con el grupo que ella dirigía, pues eran los únicos que sabían de la magia de Lux. Aunque ni siquiera la consideraban una maga, solo sostenían que era "habilidosa".

Soltó el báculo de luz, y en cambio tomó el guantelete de Ezreal, el cual estaba muy bien oculto en su habitación, pues nadie sospecharía que el artefacto estaba ahí. Lo ocultó entre una manta, y salió rápidamente de su habitación.

Se dio cuenta de que no había nadie en la casa, por lo mismo corrió sin preocupación fuera de ésta, y se dirigió hacia la cárcel, pues Ezreal seguía durmiendo ahí por las noches. Él se encontraba descansando, mirando hacia el techo. Sentía algo raro, no sabía qué le estaba pasando, pero jamás le había pasado, mas enseguida se dio cuenta de que tenía que ver con Lux. A él no le costaba nada admitir que la chica le atraía bastante, pero era más que eso. Jamás había conocido a alguien como ella.

Pronto, la chica en que pensaba se presentó en su celda, y enseguida Ezreal se levantó.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido.

—Los noxianos están cerca, es hora de que cumplas tu parte del trato —desenvolvió la manta, y le mostró el guantelete.

El rubio tomó delicadamente el artefacto, sin despegar sus ojos de los de Lux. Pronto, procedió a ponérselo en la mano. Sintió un cosquilleo, y una sonrisa se esbozó en su rostro.

—Por fin... Bueno, ¿qué estamos esperando? —el chico corrió hacia la salida de la cárcel, pero se dio cuenta de que Lux no le seguía a la batalla— ¿No vienes?

—No... yo no puedo. Suerte en la batalla —fingió una sonrisa.

—No, yo no voy a pelear sin ti.

—Ezreal, no puedo hacerlo. Solo he peleado al lado de los iluminadores, y por alguna razón ellos no me consideran una maga. Prefieren hacerse los tontos, pero las tropas demacianas, cuando me vean... Será mi fin.

—No puede ser, Lux. Si ganan la batalla lo entenderán.

—¿Y si no? ¿Qué me queda? Aunque ganemos sabrán que soy una maga, y me perseguirán por eso. Y no solo a mí, a mi familia también.

—Sé que estás asustada, pero este no es el momento. No puedes dejar que el miedo te gane...

—Lo siento, Ezreal.

La joven se retiró del lugar dejando a Ezreal solo. Éste se lamentó de la situación de Lux, mas decidió no hacer nada. Después de todo, en cierta forma la entendía. Aún así se sentía triste de no tener la compañía de la rubia, pero no era momento de pensar en eso. Debía cumplir en Demacia para poder largarse de una vez a su objetivo principal: el tesoro oculto en el Freljord.

don't leave me(Ezreal x Lux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora