Al día siguiente estaba feliz de que, aunque había soñado de nuevo con Jason, que por cierto soñé que me hacía eso que vi en un video de él, en donde amarraba de brazos y piernas a la mujer, y le penetraba con fuerza, la mujer gritaba de gozo, por lo menos no había amanecido con las bragas mojadas, fue un alivio, aunque si tenía un poco de sudor, pero eso era normal cuando tenías una cama tan suave como la mía.
Me levanté de la cama, esperé refrescarme un poco antes de bañarme, ya que estaba necesitada de una ducha para quitarme el sueño. Fui a la cocina y tomé un vaso de leche, la bebí toda, luego regresé hasta mi closet y de una vez seleccioné la ropa que iba a llevar a trabajar. Comencé con mi ropa interior que se componía de unas bragas negras y un sostén del mismo color. La ropa con la que iba a ir a la oficina era un vestido negro de encaje, llegaba desde mis senos hasta un poco debajo de mis pompas.
Tomé mi carro y fui hasta la empresa. Caminé hasta el elevador. Al subir los pisos necesarios, bajé y me encontré a mis amigas hablando sobre cosas que no tenía importancia. Pero en cuanto me vieron dejaron de hablar entre ellas, se acercaron a mí.
-Queda prohibido hablar con Raymundo -Me dijo Roxana
-Es un cliente -Dije - ¿Cómo se supone que deje de hablarle a un cliente?
-Está bien puedes hablar con él
- ¿Por qué les importa tanto lo que haga Raymundo? Ya no trabaja para el porno, nada más es una persona como nosotras
-No es así, él tenía sexo por dinero y nosotras no
-Cuando te casaste con aquel hombre de setenta años te aseguro que hiciste exactamente lo mismo -Le dije a Roxana para que se callara
- ¿Qué tal si nos quiere llevar a ese mundo de porno?
-Estaría encantada de que tenga sexo conmigo -Le dije a Susana -No nos obligaría a hacer nada que no quisiéramos hacer
-Eso dicen ellos y luego ya estaríamos haciéndolo enfrente de una cámara
- ¿qué? Ya me voy, tengo trabajo que hacer
-Te aseguro que si te propone a ti entrar a ese mundo le dirías que si
-No le diría que sí, pero si fuera una película con él correría el riesgo -Le dije
Me alejé de ellas, aunque eso implicara que estuvieran diciendo cosas sobre mí, que si yo estuviera habiendo esto y que si yo estuviera haciendo aquello. La verdad era que no me molestaba que los demás sepan que me gusta tener sexo, eso no fue lo que me enseñaron mis padres, ellos eran muy cuadrados de mente como para pensar en cómo yo pienso ahora. Yo solo digo, me gusta el sexo ¿Y qué? No es nada del otro mundo
En lo que ellas querían estar hablando más de Raymundo yo me fui a mi oficina. Me senté en la silla, había nuevos papeles y documentos en mi escritorio que de seguro Armando los había puesto ahí para que yo los leyera y les diera mi opinión sobre la promoción de varios comerciales. Los leí con tranquilidad mientras estaba pensando en lo que Susana me había preguntado, pero más que nada en lo que yo le había contestado. No había tardado mucho en contestarle, básicamente no tuve que pensar en mi respuesta y eso demostraba que yo tenía el potencial de ser una puta.
No le veía nada de malo en que yo dijera que me gustaría tener sexo, o relaciones sexuales como decía mi mamá, con Raymundo, si ese no fuera un problema.
Lo único malo había sido que lo había dicho sin pensar, y sobre todo a mis amigas que eran de hacer prejuicios sin conocer, solo que ellas me conocían pero yo no mostraba mi faceta de activa sexual.
Yo estaría encantada si llegara Raymundo y me propusiera hacerlo conmigo, no lo pensaría dos veces y dejaría que su miembro entrara con toda la fuerza el quisiera por dentro de mis piernas.
Al terminar de leer los documentos recordé que no me importaba la opinión de ellas, solo me levanté y fui hasta la mi puerta, pero justo antes de que yo abriera la puerta, ahí estaba él, Raymundo, no me podía ver porque todavía no había abierto la puerta, sin embargo había logrado oler la colonia que traía encima. Él abrió la puerta y ya era oficial, estaba roja, me estaba mirando a los ojos, los de arriba, la mayoría de los hombres me miraba a los senos, pero Raymundo parecía ser de la minoría. Al verme a los ojos quedé callada, hacia tanto que alguien no me miraba como lo hacían sus pequeños ojos, color azul como el mar, y la lluvia.
-Hola, quise pasar para hablar sobre algunas cosas del anuncio
-Si claro, dime -Le contesté, mi mente estaba en otro lado
-Yo estaba pensando...
Raymundo hablaba y hablaba, pero yo estaba totalmente perdida en la mirada de sus ojos azules. El hombre me hablaba y yo no podía evitar imaginarlo desnudo como un semental que es en la cama. En esos momentos, sentía como mi sangre corría por todo mi cuerpo, entorpeciéndome mientras solo podía pensar en cómo estaríamos si el me estuviera haciendo el amor en ese instante, tal vez encima de mi escritorio, tiraríamos los papeles al suelo y lo haríamos ahí como unos animales.
¿Qué te parece? -Terminó diciendo
-Me parece bien, pero sería mejor si me lo dijeras en mi escrito para la siguiente junta -No lo había escuchado, pero algo tenía que hacer para dejar de pensar en él.
Era increíble como, por haber salido de la realidad por solo unos minutos ya había pasado una conversación, en la que no había puesto demasiada atención. Pero Raymundo seguía hablando y hablando hasta que en un momento se calló. Yo estaba al otro lado del escritorio, escuchando lo que decía. Me levanté, fui hasta él y me senté en el escritorio, yo pretendía que no pasara nada, pero no lo podía evitar, Tomé asiento en el escritorio y lo vi fijamente a los ojos, mientras él me miraba a mí. La habitación estaba en silencio. Abrí un poco mis piernas y noté como Raymundo estaba comenzando a ponerse nervioso. Giró su cabeza y su mirada para no tener que ver mis bragas negras.
-No es el momento apropiado-Se dijo a si mismo
- ¿De qué estás hablando? -Dije, aunque lo sabía muy bien
-No es nada
-Vamos, sabemos porque estás aquí
-No esperaba que fuera a hacer resultado tan pronto
-No juegues, somos adultos
-Si pero... te invito un café -Dijo
Yo reaccioné perpleja ante la invitación. Normalmente los que me suelen invitar no son muy atractivos como Raymundo. Acepté con la condición que fuera al terminar el día, no planeaba estar con el calentón durante mucho tiempo, pero con él valía la pena.
Lo que restaba del día, me quedé esperando a que las horas pasaran, en lo único que estaba mi mente era en mi mente era en lo que iba a pasar justo después de la salida en el café, para empezar no tenía ni idea de donde nos veríamos, lo que si tenía claro era que nos atraíamos, aunque no de la misma manera.
Me consideraba una persona atractiva, pero cuando me acercaba a él se ponía nervioso, eso de cierta forma me gustaba en él.
Cuando terminó la jornada laboral, salí de mi oficina y ahí estaba el. De pie enfrente de mi oficina esperando a que yo saliera.
- ¿Todavía está en pie el café? -Me dijo
-Claro, vamos
En lugar de ir en mi auto fuimos en el suyo. Él abrió la puerta para que yo pasara. En menos de lo que me diera cuenta ya estábamos en el café. Cada quien pidió uno. En lo que esperábamos nuestras bebidas hablaríamos para romper un poco la tensión.
- ¿Qué quieres hacer? -Le dije
- ¿Porque te saliste de ese mundo? No lo entiendo-En ese tiempo necesitaba dinero, y rápido. No había otra forma de obtenerlo
- ¿Drogas?
-Divorcio. Pero ya estoy para regenerarme, ya no quiero participar en eso, a menos que sea necesario
Raymundo puso su mano encima de la mía, me puse roja.
- ¿Aun quieres el café? - Le dije
- ¿Para qué más estamos aquí? -Me contestó
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El hombre de mis sueños
RomanceEvelyn, una mujer que busca a su hombre ideal. Raymundo, ex actor porno, y Pablo, el hombre más atento que Evelyn haya podido conocer. Ahora Evelyn deberá escoger entre ellos dos. Pero el indicado no solo debe ser caballeroso y detallista, sino un h...