VI. Las camaras de seguridad (Parte 2)

363 7 0
                                    

Estaba concentrada en el vídeo, cuando de pronto escuché una voz que ya casi había olvidado y eso que hacia solo unos minutos que no la escuchaba. Era el policía que venía justo detrás de mí queriendo que llegáramos a más. Yo no tenía esa intención, la mía era solo ver lo que había pasado en mi oficina durante mi ausencia y no terminar lo que empecé con el policía. Pero él no pensaba eso mismo.

Se me acercó de una manera censual, o lo que él creía que era censual, y me acarició el cuello apartándome el cabello del mismo. Luego pretendía darme un beso, pero yo me aparté antes que él me tocara.

- ¿Qué te parece si terminamos lo que ya comenzamos? -Me dijo cerca del oído

-No puedo, tengo mucho trabajo que hacer -Le dije para excusarme que no quería nada más con él

-Será solo un momento. Ya me tomé una pastilla azul para que sigamos

¿Una pastilla azul? ¿Necesitas de eso para satisfacer a una mujer?

-En verdad no puedo, ya se me quitaron las ganas pero gracias por la servilleta -Le dije

-No me digas que ya no quieras que ya van varias veces que te veo tocándote cuando crees que nadie te ve

-Ya lo sé amor -Le di un beso -Pero ya no estoy de humor y tengo trabajo que hacer. Otro día regreso contigo a terminar lo que comenzamos. Gracias por todo

-Gracias a ti -Le dije y luego me dirigí hasta la puerta de salida

El pobre no estaba al tanto que solo lo había utilizado para obtener lo que quería, lo que no estaba seguro al cien era si yo lo había utilizado a él, o él a mí. De cualquier forma ya tenía lo que necesitaba.

Me marché hasta mi oficina, ya tenía mi llave para entrar y ya sabía lo que había pasado ahí dentro, también le había hecho sexo oral a un policía pero eso no era de mucha importancia. Por lo que cuando me dirigía hasta mi oficina, que ya la tenía próxima me encontré con vario de mis compañeros de la empresa. Ellos, al igual que yo eran de creativos, solo que ellos no tenían que llenar informes y todo eso que se hace en una oficina. Dejé mi oficina por la paz, aun sabiendo lo que había sucedido ahí dentro y ya estaba con ellos.

Intenté olvidar lo que había pasado con el policía mientras hablaba con mis compañeros de creativo sobre los proyectos que estaban próximos y con varios proyectos que no habían tenido tiempo de terminar. Como yo era de un cargo mayor que ellos, cuando no tenían idea de cómo continuar un proyecto me pedían ayuda a mí.

Ellos querían que yo los ayudara con un eslogan para una campaña de perfumes de rosa. Los eslóganes son esas pequeñas frases que son muy pegadizas y contagiosas, por lo regular ayudan a que el producto se vea más atractivo para su venta de los consumidores. Yo ya había hecho varios eslóganes que les gustaban a mis jefes y en los productos que se los ponían las ventas subían. Como ya dije, ellos querían mi ayuda, y yo lo hice. Pero lo que no tenía en cuenta era que también tenía que convivir y hablar con Pablo, mi segundo amor platónico después de Raymundo.

Mis compañeros me estaban diciendo varias cosas, yo respondía como siempre he sido y en base a mi experiencia, pero debía de admitir que también estaba un poco nerviosa porque claro, hacia solo unos minutos había hecho un sexo oral y visto a una compañera teniendo sexo con el hombre que me gustaba y ahora yo estaba hablando con confianza con otro hombre.

Me seguían preguntando cosas y yo contestando como era debido, luego yo me callé y ellos siguieron hablando. Les propuse que intercambiaran ideas y que luego que se decidieran por una. Esto era clásico en una oficina, alguien tenía una idea y los demás no estaban de acuerdo por tener otra idea que defender, así que yo no me metí, solo dejé que esto se sometiera a una votación y después yo me encargaría de hacer lo siguiente, que era darle forma a la idea. En cuanto a lo que sucedía era esto en el piso de la empresa. Mis compañeros y amigas hablando de ideas y yo intentando evitar lo que ellos decían para pensar más en mí. Pero ahí, en ese silencio de mi interior, entre la discusión de mis compañeros y amigos, Pablo me estaba mirando. Él me estaba mirando directo a los ojos con una sonrisa en esa barba a medio afeitar que tenía, fijamente hasta mis ojos, yo está viendo los suyos. No podía evitar estar avergonzada por intercambiar miradas con un hombre con el que no compartía mucho, así como tampoco podía evitar sentirme poseída por él, aunque solo fuera mentalmente. No tuve que tocarme mis partes bajas para saber que estaba mojada, esto no me había pasado nunca, bueno si, pero no así como me estaba sucediendo en ese momento, nunca me había provocado una mirada solo por una mirada de un hombre.

El hombre de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora