Capitulo 3 - Columnas

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Draco caminaba por los pasillos con un paso firme, creando ligeros temblores bajo las suelas de sus zapatos, esa fuerza era producto de un profundo enojo que le había surgido tras la gran humillación que había vivido minutos antes frente a la casa de los gritos en lo que esperaba fuera un sencillo trabajo de humillación. Lo que más le molestaba era quien sabia estaba tras los perfectos lanzamientos de bolas de nieve que le habían golpeado directo en la cara, descifrar la identidad de la culpable fue de lo más sencillo, el rubio estaba consciente de que existían muy pocas personas en el mundo con la capacidad de realizar una bola curva con tan inestable material como lo era la nieve.

Sus emociones eran confusas, existían dos polos que luchaban entre ellos: por un lado, no podía evitar sentirse orgulloso por las grandes habilidades con las que contaba su prima, tenía unas genuinas ganas de felicitarle tras aquel magnifico disparo; en contra parte su lado más orgulloso aparecía, ese mismo que se había sentido herido de muerte ante las risas de aquella sangre sucia y el pobretón que debían de haber sido sus víctimas, su orgullo pedía venganza ante aquella deuda de sangre que sentía le habían provocado y estaba más que ansioso por ir a buscar a la pelinegra para darle el regaño de su vida (quizás estaba enojado, pero por nada del mundo le pondría un dedo encima a la chica). Aquel encarnizado debate que se vivía en la mente le estaba llevando, sin saberlo al lugar perfecto para resolver lo que debía de hacer.

En uno de los tantos pasillos abandonados terminaría su andar, el estado de trance en cual se había mantenido, unos ahogados lloriqueos rompieron con la burbuja que había conseguido crear. Un suspiro cargado de asco se le escapo, irritado al pensar en aquella inmadura persona que estaba perturbando el silencio con lo que seguro era un drama adolescente sin importancia alguna.

Con la intención de desahogarse de toda su frustración sobre aquella desgraciada persona que se encontraba lastimada, camino un poco más, la profunda sorpresa que le invadió fue colosal al darse cuenta de quien era aquella alma.

¿Pansy? – Incredulidad secundada por preocupación. Olvidando cualquier tipo de enojo que podría llegar a sentir se esfumo, de rodilla en el suelo se colocó para quedar al mismo nivel que la chica – ¿Quién fue el maldito engendro de la naturaleza que te lastimo? Dame el nombre y no vera el sol de mañana – Un nuevo detalle al estar al lado de la chica, los trozos de felpa esparcidos por el suelo, no fue difícil encontrar las dos mitades del peluche herido. Comprendió al instante el motivo tras el profundo malestar de su prima.

La chica solo se dio cuenta de la presencia del otro cuando sobre su hombro sintió un peso adicional, un pequeño salto del susto ante el repentino contacto, con cierto desespero se arrastró en el suelo, buscando alejarse de la cercana amenaza, llevando consigo al peluche.

Un estruendo muy profundo en el interior del rubio al admirar aquellas ventanas grises que estaban rebasadas por un terror sin igual, parecía más que una humana un animal preparado para luchar por su vida con uñas y dientes – Tranquila, soy yo, Draco, tu primo – Levanto sus manos mientras retrocedía un poco, entregando más espacio libre –. Solo quiero ayudarte.

Silencio durante unos instantes, la guardia se bajó un poco, permitiendo mostrar la vulnerabilidad – Fue mi culpa – Afirmo sin darle mayor información –... yo no quería que le hicieran daño.

Lo se, tu nunca buscas el mal en otros, por eso no quedaste en Slytherin – La pequeña broma no surgió efecto alguno –. Podemos repararlo, puedo repararlo – De sus ropajes hizo aparecer su varita, con cuidado de no asustar apunto directo al destripado animal, en susurros un encantamiento fue realizado, devolviendo a lo que fue al pobre lobo lastimado –. Como nuevo – No consiguió la reacción que esperaba, el rostro de naturaleza blanquecina se volvió, casi de golpe, más pálido, como si su cascaron terrenal se agrietara y del interior brotara su esencia inmortal, transmitiendo una profunda tristeza que no tenía igual en el mundo terrenal; las lágrimas no dejaron de llegar, pesadas y densas, ante la luz del pasillo opacaban el resplandecer de cualquier diamante o gema que se consideraba preciosa.

Más allá de tu mirada (Pansmione).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora