Al llegar a casa, el aura naranja de Tiff me dijo que estaba emocionada por escuchar cómo habían resultado las cosas con Lili. Estaba de pie en la puerta para saludarme, pero su sonrisa y brillantes colores se tornaron grises cuando vio mi cara. Sin decir una palabra me tomó en sus brazos, cerrando la puerta de una patada y llevándome al sofá.
—Oh, mi dulce niña —dijo contra mi cabello—. Toda la noche he estado sintiendo esta realmente extraña sensación de paz, más de lo que me he sentido en mucho tiempo. Pensé que quizás era una señal de que cosas buenas iban a pasar para ti y Lili.
—Lo lamento —susurré, pero me silenció y no me dejó ir.
—No tienes nada de que lamentarte. Y no tienes que hablar a menos que quieras. —Se retiró y me tocó las mejillas—. ¿Estás todavía de ánimo para nuestra cita de película?
Sorbí las lágrimas.
—Supongo.
—¿No hay Espíritus esta noche? —preguntó.
Sacudí la cabeza.
Fue a la cocina a hacer unas bebidas y palomitas de maíz. Su Ángel Guardián, quien era generalmente muy calmado y concentrado, como que se balanceó junto a ella, observando con curiosidad. Cuando bajó la vista al corredor me levanté para ver lo que estaba allí, pero estaba vacío. Me volví a sentar, considerando preguntarle a su Ángel qué pasaba, aunque sabía que sería una pérdida de tiempo. Esos Espíritus no espiaban a menos que tuvieran un permiso superior.
Cerré los ojos, intentando relajarme. Mi pecho se tensaba cada vez que pensaba en esa desagradable Marissa actuando como si Lisa le perteneciera. Y cómo ella se fue sin discutir, odiándose por lo que tenía que hacer, lo que probablemente estaba haciendo en este mismo momento.
Mi estómago dio un vuelco.
—¿Estás bien? —gritó Tiff desde la cocina. El aroma a palomitas de maíz flotó hasta mí.
—Tengo que lavarme.
Me acerqué al lavabo del baño, contemplando estar con nauseas otra vez.
Mientras apoyaba mis palmas contra la cerámica fría del lavabo, una repentina paz inundó cada poro de mi cuerpo. Tomé un sorbo de aire limpio y me volví completamente consciente de un hecho.
No estaba sola.
—Anímate, pequeña —dijo una suave voz en mi mente.
Abrí los ojos y me giré con rapidez, golpeando el jabón de manos fuera del mostrador. El rostro arrugado de un Espíritu rondaba cerca de mí, tan transparente como un espejismo. Sin ningún trazo de malevolencia que pudiera encontrar.
¿Era mi madre? Mi corazón pegó un salto... pero no se asemejaba a los Ángeles que había visto. Ella no tenía alas. Todo lo que pude hacer fue mirarla.
—¿Estás bien allí? —gritó Tiff.
El Espíritu asintió y abrí la puerta. Tiff me miró de manera extraña antes de cerrar los ojos con una mano sobre su pecho. Como humana, Tiff no veía Espíritus, pero era una mujer sensible y sabía que existían.
—¿Qué está sucediendo, Jennie? —preguntó—. Me siento tan...
—Tengo una visita —susurré, extendiendo mi mano y tomando la de Tiff
Tiff miró hacia el espacio abierto, maravillada. Su Ángel Guardián estaba sonriendo, algo que nunca había visto que él hiciera. Como la mayoría de los Guardianes, él siempre estaba muy serio, pero en ese momento parecía saber algo que nosotras no. Algo que le daba gran alegría.
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#2 Dulce Peligro
Diversos"Abraza tu lado oscuro" Jennie Kim, hija de un Ángel y un Demonio, se prometió que nunca haría el trabajo de su padre: contaminar almas. Había sido ingenua en tal afirmación. Había sido ingenua con respecto a muchas cosas. Atormentada por los Demoni...