Rompeguerras

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La guerra nunca cambia.
Cambia el niño al que hace hombre.
Mueve la tierra que era ciembra.
Corroe el hierro en mera herrumbre.

El inexpugnable rechinar de la máquina,
Melodía atronadora y agónica.
Que augura una etapa asesina,
Marcando en el mapa una herida.

Cuando una mano señala,
Tres dedos apuntan devuelta.
Sangre hoy, petróleo mañana.
Y todo aquello que la mano envuelva.

A ritmo rampante se libran las guerras,
En cada campo y cada mente.
Por un dueño de las tierras,
Con un capricho confidente.
No se alojan más mentiras,
Ni se aguanta más veneno.
Pues son hombres y son serpientes,
Rayando en realidad lo que es obsceno.

Cuentos que escribo con la mano izquierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora