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─¿Y entonces... Qué haremos? ─pregunté, esperando a que Iván me diera alguna respuesta.

Luego de contarle la cagada que me había mandando (y de que se riera de mí por un largo rato mientras no dejaba de repetir "No puedo creer que tengo un amigo tan boludo"), Iván y yo decidimos llegar a la escuela lo más temprano posible.

Ambos nos encontrábamos a unos pasos de la entrada del colegio. Iván tenía la mirada fija en la nada, como si estuviera ideando algún plan mientras que yo, por el contrario, observaba las puertas, aterrado de que cierto castaño ingresara en cualquier momento.

No teníamos ni idea de qué es lo que íbamos a hacer. Estaba considerando seriamente la idea de confesarle todo a Tomás y arriesgarme a que dejara de hablarme o que las cosas se volvieran incómodas. Dudaba que Tomás tuviera algún tipo de sentimiento de índole romántico hacia mí. Apenas estábamos empezando a ser amigos, si es que podía llamar a nuestra relación como tal luego de haber intercambiado con él unas dos conversaciones como mucho.

─Estoy pensando en algo, esperá ─mencionó Iván.

Eso hizo que los latidos de mi corazón se calmaran un poco y los nervios se desvanecieran. Si al menos tenía una idea entonces había una pequeña posibilidad de recuperar la carta. Lo único que me preocupaba era el plan que podía tener en mente.

Por desgracia, la poca paz que había logrado experimentar en esos segundos se esfumó en cuanto mis ojos captaron a aquel chico castaño que ingresaba por la puerta. Llevaba una remera negra y una campera blanca un poco grande, además de unos jeans azules. Esta vez no llevaba un gorro.

Las mariposas en el estómago que solían aparecer cada vez que lo veía se convirtieron esta vez en avispas que no hacían más que pincharme y provocarme dolor.

La puta madre que me re mil parió. Pensé.

─Iván... ─empecé, pero mi querido amigo no me dejó terminar.

─Tengo una idea ─me interrumpió y de repente sentí unas manos en mi espalda─ , andá hasta allá y distraelo todo lo que puedas.

Acto seguido, el hijo de puta de Iván me empujó hacia adelante para darse a la fuga.

Tropezando como un idiota debido al uso de su fuerza, por poco me caí en frente de Tomás quién, al verme, se puso rojo como un tomate y desvió la mirada, sujetando con fuerza los tirantes de su mochila.

─R-Rodrigo ─dijo, tartamudeando.

─Tomás... ─dije yo, sin saber qué mierda hacer. Di un rápido vistazo hacia atrás y me dí cuenta que no había rastro alguno de Iván.

Siempre que pienso en este momento, sospecho que Iván tenía en mente lo que iba a hacer desde que le conté el error que yo había cometido: simplemente no me contó su plan porque sabía que me opondría rotundamente... Y con toda razón. A pesar de ello, me hubiera gustado que me hubiera dado un aviso, para al menos haber sabido cómo actuar en ese momento.

─Y... ─alargué la y como un idiota mientras intentaba que los engranajes de mi cerebro funcionaran. Tomás seguía sin mirarme a la cara─. Pues... ¿Cómo est-...?

─Perdón ─me interrumpió. Fruncí el ceño, confundido. Quería preguntarle por qué pero no me dió tiempo─. En serio, perdón por lo de ayer, no debí descargarme como lo hice.

Okey... No me esperaba que dijera eso. ¿Por qué seguía disculpándose? La situación ya había pasado.

─To... ─intenté hablar otra vez pero, una vez más, Tomás me interrumpió.

─Enserio, perdón si te hice sentir incómodo, no era mi intención ventilar tanto.

─Per...

─Juro que no volvera a pasar. Solo estaba teniendo una semana complicada.

Hey, Tomás♡ [Rodritom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora