CAPÍTULO 2

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AEGON

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Caminaban hasta la sala del trono cuando la voz de su Aerys se mezcló con el sonido de sus pisadas.

—Aly, debes tener cuidado con lo que comentas con Dany.

Su tía hizo un asentimiento con la cabeza, pero Aegon se encontraba confundido. Debía notarse en su rostro porque Aerys se apresuró a explicarle.

—Te dije que Aerion era rebelde, salvaje e indomable —Aegon asintió recordando sus palabras—. Bueno, mi hija Daeneara se parece en eso a mi hermano un poco. De pequeña era muy traviesa, siempre acercándose demasiado a los dragones porque le parecían criaturas interesantes. Solo hasta que logró convertirse en jinete de Mantarys su fijación por los dragones disminuyó. Siempre se obsesiona con algo por un tiempo y luego lo abandona. Es un dolor de cabeza constante —dió un profundo suspiro como para hacer énfasis en lo difícil que era su hija.

Justo cuando entraban al salón Alyssanne hablo —Su último proyecto es esa —hizo un gesto con la barbilla, señalando a una mujer en la esquina del salón.

Era una pelirroja cuyos ojos negros no se posaban en un solo lugar por mas de cincos segundos. Parecía buscar a alguien entre el mar de gente hasta que posó su mirada en él. Aegon no se dejaba intimidar, era una cualidad que tuvo que trabajar mientras se preparaba para asumir su cargo como señor de Rocadragón. Los ojos de la mujer eran como dos pozos oscuros y sin fondo que hacían todo lo posible por extraer todos los secretos más profundos escondidos en su alma. Cuando Aegon le sostuvo la mirada por un par de minutos, la mujer sonrió de lado y siguió paseando su vista por el salón.

—Si Dany se entera de como murió tu padre, créeme, querrá ir ella misma hasta Valyria para ver con sus propios ojos lo que habita en las ruinas y desafiarlas por si misma.

Tuvieron que dejar de lado la conversación, los visitantes que llegaron para el funeral de Aerion se acercaron para darles las condolencias a Aegon y Aerys. Su tío no se aparto de su lado en todo momento, lo que le agradeció. Le dio un poco de seguridad el saber que contaba con alguien de confianza para enfrentar su primer acto como señor de Rocadragón, el funeral de su padre.

A nadie parecía afectarle mucho la muerte de Aerion, incluso a Aegon. Lo que más le perturbaba de todo esto era saber la forma tan horrible en que murió. Por eso, cuando Daemon Velaryon y Alton Celtigar dejaron entrever las intenciones de casar a sus hijos con la hija de Aerys, agradeció el cambio de conversación.

—Ya sé que Malentine es un segundo hijo, pero es un buen muchacho. Mucho mejor que ese Bartimos Celtigar quien ya tiene unos cuantos bastardos regados.

Aerys hizo una mueca, como si ninguna de las opciones le pareciera buena.

—Lo pensaré —le contestó a su cuñado—. Debo consultarlo con Daenaera.

—No tienes porque consultarle nada, es solo una mujer.

Aegon miro con un poco de desprecio a su tío Daemon. No creía que las mujeres fueran débiles, al menos, su madre y hermanas ciertamente no lo eran.

Aerys se llevó a Aegon a una esquina donde apuro una copa de vino.

—Desde que llegue a Marcaderiva, Daemon me ha insistido en casar a mi Dany con su hijo. Un hijo que no heredara nada más que un apellido sin poder.

—¿Entonces aceptarás la propuesta de Alton Celtigar?

Aerys miro a Aegon como si estuviera loco. —Probablemente mi hija me queme vivo si lo acepto —negó con la cabeza un par de veces—. A Dany le han salido pretendientes jóvenes, hermosos y ricos. Yo mismo le presente a unos cuantos en Lys y Pentos, pero siempre los rechazaba.

—Tu hija debe ser muy hermosa, no hay muchas mujeres que puedan darse el lujo de rechazar a tantos pretendientes sin que su reputación se preste a habladurías.

Aerys infló el pecho con orgullo. —Mi hija es la mujer más hermosa de este mundo —le dio una larga mirada a su sobrino—. Si estuvieras soltero, te daría la mano de mi hija si me la pidieras.

Aegon sonrió afable. —Que no te escuché Visenya o Rhaenys, tengo dos esposas aterradoras tío. No me atrevería a desafiarlas.

—Las mujeres en sí son aterradoras, sobrino —dijo acercándose demasiado, como si le confiara un secreto.

Los dos hombres soltaron una suave risa que se vio interrumpida por la aparición de Lady Valaena y Alyssanne. Ambas traían cara de circunstancias.

—¿Qué sucede? —preguntó Aerys.

—Dany ha desaparecido.

—¿Qué? —Aerys se puso un poco pálido.

—Alarra dijo que entro con ella al salón, pero que desapareció justo antes de que llegáramos nosotros —Alyssanne estrujaba sus manos en un gesto nervioso.

—Si llegó a la isla entonces debe de andar por ahí —intervino Aegon—. No puede hacer mucho más que explorar el castillo y la aldea.

—Dices eso porque no conoces a Dany —habló su madre por primera vez—. Lo más seguro con ella es que haya ido a las cuevas de dragón.

Valaena le dio una significativa mirada a su hijo.

—¿Qué? —pregunto Aegon al sentir los tres pares de ojos sobre él.

—Ve a buscarla —le ordenó su madre—. La niña no conoce bien la isla y ya está cayendo la noche. Es demasiado peligroso si se encuentra a alguno de los dragones.

Estaba apunto de negarse, cuando lo escuchó. El sonido de un cuerno a lo lejos, como si viniera desde las profundidades de la tierra. El sonido se asemejaba a los gritos de miles de almas y hacia lo hacía sentir como si sus huesos estuvieran en llamas y su carne hirviera desde adentro.

Al finalizar el sonido, aún aturdido recordó el Cuerno Dragón que su padre había traído consigo de las ruinas de Valyria. Sin una sola palabra de más, salió corriendo hacia las cuevas de dragón.


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