Daenaera🐲🐲🐲
Conforme los días pasaban, Daenaera pensó que talvez fue mala idea enviar a su padre a Bastión de Tormentas. Para no ofender al rey Argilac sugirió que Aegon enviara a alguien de alta cuna -su padre- a transmitir la respuesta a su oferta. Pero desde que el dragón atado a Aerys, Urrax, empezó a comportarse inquieto y violento, la preocupación por el bienestar de su padre, aumentó.Fue idea propia de Aerys no llevar al dragón con él. No quería que la visión de Urrax en la comitiva fuera tomada como una amenaza y Dany ahora creía que fue un terrible error.
Eran Targaryen, jinetes de dragón, si; aunque humanos al fin y cabo. Al menos la presencia de los dragones hacia que los otros repensasen sus planes contra ellos.
Su madre también le tenía preocupada. Se veía agotada y marchita desde que Aerys partió a Bastión de Tormentas. Era como si la fuerza con la que había afrontado el embarazo la hubiese abandonado con la ausencia de su esposo. Le preocupaba especialmente porque aún le faltaban tres lunas para dar a luz.
Cuando los días pasaron y finalmente avistaron los barcos regresar a Rocadragón nadie pudo evitar que Dany y su madre estuvieran presente en la sala del trono. A diferencia de las vez anterior, todas las mujeres de la casa Targaryen estaban presentes para recibir las noticias.
Una docena de hombres atravesaron las puertas, pero ninguno era su padre, notó Dany. Su madre también se percató de ese detalle, porque la mano con la que le apretaba el brazo a su hija de pronto perdió fuerza y se puso a gritar como loca.
Uno de los hombres de enfrente se adelantó con un cofre entre lo brazos y escupió a los pies de Aegon. Este apretó los labios en respuesta.
—Aquí traigo la respuesta del rey Argilac Durrandon a vuestra contraoferta Aegon Lordragon —puso el cofre en los pies de Aegon y lo abrió con una lentitud parsimoniosa—. "Las únicas manos que tendrá tu bastardo serán estas"
Daenaera se quedó congelada en su lugar. En su pecho, sintió como si le clavasen una daga ardiente y se encogió un poco sin aliento. Se obligó a no derramar ni una sola lágrima, aunque lo único que quería era gritar junto a su madre. La palabra culpable se repetía en su cabeza.
Eran las manos de su padre, de eso no había duda. Una de las manos, la derecha, mostraba la palma y una cicatriz antigua obtenida en la ceremonia Valyria con Alysanne estaba allí. En el dedo anular izquierdo portaba el anillo de la casa Targaryen que Aegon le dió cuando lo nombró mayordomo.
Aegon la miro e hizo amago de ir a consolarla, pero pronto pareció recobrar la compostura y miró a los enviados con furia helada.
—Vuestro rey os envío con esta clase de respuesta aún sabiendo que no volvereís con vida a vuestros hogares.
—¿Es así? —replicó el hombre del cofre—. El rey nos dijo que talvez y nos perdonabas la vida, viendo cómo fuiste de insensato al ofrecer a tu hermano bastardo como prometido de la princesa.
Ni Aegon ni el hombre del cofre se dieron cuenta en qué momento se movió Dany. El impacto en su mejilla lo hizo retroceder. Aún así, el hombre le dió una sonrisa sangrienta.
—Tu debes ser la hija de ese pobre diablo. Gritó tu nombre y el de su mujer cuando Durran lo torturó —el hombre rió con tantas ganas que se le saltaron algunas lágrimas.
—Durran —dijo Dany con la sangre hirviendo en las venas—. Así que fue el hijo de tu rey quien asesino a mi padre. El también morirá justo enfrente de tu viejo rey, quien también morirá eventualmente. Entonces se extinguirán los Durrandon. Me aseguraré de ello.
—¿Y quién lo va a matar? ¿Tú? —se burló.
—Yo no —susurró—. La sombra de mi padre.
El hombre debió haber visto algo en ella porque gruñó con rabio y se lanzó a atacarla. Aegon lo detuvo con un brazo y lo lanzó hacia atrás.
—Llevaoslos a las celdas —ordenó—, y que no se muera ninguno hasta que yo lo diga.
Cuando la sala se hubo despejado,
Dany se acercó a su madre que aún sollozaba. Valaena, Visenya y Rhaenys intentaban consolarla en vano.—Madre —le habló en voz baja. Quería compartir su dolor con ella. En cambio, recibió un empujón violento.
—¡Es culpa de Aegon! —vocifero fuera de si. Cruzó ambos brazos frente a su barriga como para protegerla de ella.
—No es cierto —susurro Dany, afligida—, es culpa mía.
Así lo sentía Dany. Si no hubiese convencido a Aegon de enviar a su padre, aún seguiría vivo.
—No te culpes, Dany —intervino Aegon—. Tu madre tiene razón. Fuí demasiado ingenuo y confiado.
Alysanne se secó las lágrimas y con ayuda de Visenya se puso en pie.
—Es cierto Daenaera, es culpa tuya _la voz de su madre era un témpano de hielo, igual que su mirada—. Puede que no lo recuerdes, pero la noche después de reclamar a Mantarys nos dijiste algo a tu padre y a mi que nos preocupo en ese momento y luego decidimos olvidarlo.
Durante unos segundos la mente de Daenaera se quedó en blanco, pero luego, con dificultad, recordó.
Fue la primera vez que sus padres la llevaron a Rocadragón. No conocía la casa ancestral de su padre, y tampoco conocía a sus primos. Los niños apenas y le prestaron atención a Dany. Era muchos años menor que ellos, excepto por Rhaenys, pero ella estaba más ocupada siguiendo a sus hermanos que prestándole atención a una niña que acababa de conocer.
Pronto encontró otra distracción más interesante, explorar las cuevas del Monte Dragón. Ahí fue donde conoció por primera vez a Mantarys. La dragona había reaccionado con desconfianza y casi le prende fuego a su vestido, pero le había cantado una vieja nana Valyria que su madre le cantaba para dormir.
El vínculo luego de eso se dió de inmediato. Basto con que la montará una sola vez para unirse a ella. Una dragona de más de cincuenta años había aceptado por primera vez un jinete, una niña de seis años.
La unión con Mantarys no solo significó convertirse en jinete de dragón, sino en Soñadora, igual que su antepasado, Daenys.
El primer sueño que tuvo la aterrorizó. Llegó llorando a la habitación de sus padres y cuando logro calmarse les contó lo que vio: Aerys yacía desnudo en el suelo desangrándose mientras una mujer adulta lo golpeaba con un latigo empapado en líquido rojo. Una mujer que se parecía a su madre gritaba de dolor mientras daba a luz a una criatura de cenizas y oscuridad y la misma mujer que azotaba a su padre le clavaba una daga roja en el pecho.
—Dijiste que nos matarías —la voz de Alysanne la llevó al presente.
Sintió las manos cálidas de Aegon posarse en sus hombros. Si cercana presencia le proporcionaba un poco de fortaleza.
—No fue mi intención —murmuró con voz dolida—. No quise que a padre le sucediera algo así.
—Lo sé —no sabía si su madre la intentaba consolar o simplemente no le importaba nada de lo que dijera su hija—. Es solo que ahora creo que debimos imaginar que no traerías nada bueno desde que naciste muerta.
Voten y comenten plis
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FIRE ON FIRE
FanficDaenaera soñó con el futuro. El dragón de tres cabezas se alzaba como el rey, mientras los otros animales se inclinaban ante el. Una daga. Una profecía. Un príncipe prometido nacido entre el humo y la sal. La canción de Hielo y Fuego. •Aegon I x fem...