Avatar | Neteyam Sully |

'Aw:Uno'

Pandora era un mundo completamente diferente a la Tierra, algo que fascinaba y perturbaba a Clementine a partes iguales. Aunque le encantaba la vitalidad del planeta, había momentos en que su naturaleza salvaje le hacía sentir pequeña, insignificante. Y, por supuesto, el conflicto latente entre los humanos y los Na'vi lo hacía todo más difícil. Su tía Grace, sin embargo, no perdía la esperanza. Había abierto una escuela con la creencia de que la educación ayudaría a tender puentes entre ambas especies.

Clementine, siendo joven, fue incluida en la escuela, donde se esperaba que aprendiera el idioma Na'vi con facilidad. A pesar de que muchos pensaban que sería algo natural para ella, no fue tan sencillo como creían. No fue hasta que conoció a Neytiri y a su hermana Sylwanin que las cosas cambiaron. Ambas Na'vi no solo la enseñaron a hablar su idioma, sino que la ayudaron a entender su cultura, su conexión con la tierra.

—Ay, Sylwanin... —susurró Clementine mientras miraba una vieja fotografía de Grace junto a sus estudiantes Na'vi. Recordar a la hermana mayor de Neytiri siempre le traía una mezcla de tristeza y admiración—. Eras tan buena... —pensó en silencio—. Aunque... esa foto está mal, ¡ni siquiera salgo!

Con un suspiro, se inclinó hacia el parlante y subió el volumen de la música. La suave voz de Adam Levine llenó la habitación con "Misery", una canción que hacía tiempo había pasado de moda, pero que Clementine seguía disfrutando.

De repente, una voz interrumpió su momento de reflexión.

—La extrañas, ¿verdad? —dijo Grace con una sonrisa, apareciendo a su lado sin que Clementine se diera cuenta.

—¡Ah! —Clementine pegó un pequeño salto, llevándose una mano al pecho—. ¡Tía Grace, me asustaste!

Grace río suavemente mientras Clementine bajaba el volumen de la música.

—Cariño, tenías la música tan alta que ni siquiera escuchaste cuando entré —comentó Grace, dirigiendo su mirada a la foto—. Sé que Sylwanin era una buena amiga para ti, pero lo que pasó... fue un error. No puedes culparte por eso. —Grace le dio un beso cariñoso en la cabeza, intentando consolarla.

Clementine se cruzó de brazos, sus pensamientos aún girando en torno a las tensiones entre los humanos y los Na'vi.

—Tía Grace, ¿cuándo podremos hacer algo para que esto pare? —preguntó, sin poder ocultar la frustración en su voz—. Son familias, como nosotros. No debería haber esta distancia entre ellos y nosotros.

Grace la observó con ternura.

—Mi niña, queremos lo mismo —respondió con suavidad—. Pero hay cosas que no dependen solo de nosotras. —Hizo una pausa antes de cambiar de tema, su tono volviéndose más serio—. Además, vine aquí por otro motivo. Un pajarito me dijo que te metiste en problemas de nuevo.

Clementine intentó poner una expresión inocente, pero la sonrisa nerviosa la delataba.

—Ah, tía Grace... no es lo que parece. —Soltó una pequeña risa, algo forzada—. Te lo juro, esta vez no hice nada malo.

Grace no se dejó engañar. Con calma, se dirigió hacia la computadora de Clementine, encendió la pantalla y abrió un video de seguridad. En el video, Clementine aparecía sacando herramientas de una nave. El caos que siguió fue evidente: unas cajas pesadas cayeron al suelo, asustando a un operario de grúa, quien por accidente dirigió el vehículo hacia la nave, causando un choque. Y ahí estaba Clementine, huyendo de la escena.

—¿Me vas a explicar qué hacías ahí? —preguntó Grace con los brazos cruzados—. Esto tiene que parar, Clementine. Ya es la décima vez que te metes en un lío, y además, le debes una disculpa a Trudy. ¡Era su nave!