caput quattuor

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Al final el mundo nunca deja de girar.

Mediocre.
Esa palabra jamás la había escuchado dirigirse hacía él, ahora que lo había experimentado le resultaba algo curioso y ciertamente extraño.

-Hay un arma..- murmuró el castaño con suavidad mientras degustaba su comida, cerrando momentáneamente sus ojos -la leyenda dice que el fundador de Etrano la creó de plata pura, está misma es un arma mística, "la espada del valor" solo un verdadero príncipe hijo del sol puede usarla- Chuuya escuchaba con atención, realmente no sabía que Etrano guardara tantos secretos y misterios en el reino... pero no le parecía algo malo, en absoluto.

-¿sabes dónde está la espalda?- cuestionó el lobo, Dazai le miro y sonrió -naturalmente- contestó después prosiguió -Esta en un lugar especial, hundida en un lago. Aunque intenté despegarla del piso fue imposible... no soy un hijo del sol, no puedo usarla- Nakahara notó como había cierto pesar en sus palabras, como si acaso sintiera una desilusión, bebió de una copa color rojo, mientras disimuladamente miraba una de sus manos, Chuuya quizá pudo no preguntar respecto a su comportamiento, pero claramente su mayor interés era saber más de su futuro esposo... era lo indicado ¿no es así?

-¿te encuentras bien?- murmuró, el vampiro lo observó de reojo, este asintio con suavidad, pero el lobo siguió insistiendo -pareces algo... triste o algo así. Sabes si nosostros estamos destinados a esta vida, creo que deberías al menos tener algún tipo de comunicación conmigo. No sé tanto, soy ignorante de todo este mundo- Osamu lo escuchó, tenía un punto, evidentemente... -No es nada realmente... solo... uhm... es como si sintiera un sentimiento insatisfecho- musitó y con vergüenza siguió comiendo -¿insatisfecho? ¿eso porque?- murmuró, mirándolo, el chico de labios rojos sonrió suavemente -en toda la historia de Etrano... jamás ha habido algo relevante sobre mi especie, es decir.. me gustaría que hubiera un arma la cual pueda usar también..-  Chuuya entendió a lo que se refería, aunque aún no comprendía una cuestión

-¿que te impide aprender a usar un arma?- Dazai lo observó, pudo notar como en sus ojos había un pequeño destello, sonrió y suspiró -no sería un arma legendaria o mágica- respondió, entonces fue turno de Chuuya para reír -un arma no es importante por si misma, si no por quien la usa-

Dazai pensó un poco en sus palabras, mientras seguía bebiendo, por un momento Chuuya notó un ligero color rojizo en sus ojos, casi como un destello -Todos los hijos de la noche tienen un don. Mori puede ver voluntariamente cosas en cámara lenta... Fyodor puede provocar dolor con solo tocar... Kunikida controla la electricidad, todos pueden hacer algo... menos yo, aún no puedo despertar mi poder- ahora Nakahara entendía todo, entendía el porque el chico actuaba de esa forma, seguramente se sentía ineficiente al no tener un poder como los demás, podía comprenderlo de cierta forma

-¿despertar tu poder?- le cuestionó, a lo cual el vampiro asintio con la cabeza -si... despertar, todos lo han hecho, aunque sean mayores que yo, debería de haber despertado hace tanto tiempo y las décadas pasan y sigo estancado aquí...-  soltó un suspiro muy profundo, después de eso miro al pelirrojo -Hay tanto que debes saber... demasiado, tal vez no tengamos mucho tiempo... pero... intentaré enseñarte todo lo que sé- terminó de comer y enseguida se levantó, Nakahara lo observó imitando su acción acercándose a él -Dazai, llévame a dónde está la espada- el mencionado río suavemente haciéndole una seña para que lo siguiera, ciertamente ese lugar... el castillo de Etrano era todo un laberinto sin duda alguna. Seguramente cada una de sus habitaciones escondía profundos secretos, llegaron a una habitación, bastante elegante y amplia, estaba bastante curioso por la situación, así que por eso mismo no despegó su visión del castaño

-Esta es nuestra habitación. Aquí vamos a dormir- comentó, las mejillas del pelirrojo se volvieron rojizas, por lo cual Osamu río con suavidad -¿que sucede?- cuestionó con descaro -no, nada...- el castaño asintio con la cabeza -Esta bien, espérame aquí- comentó y después se colocó detrás de un vestidor extendible, de una tela traslúcida que dejaba ver la silueta de osamu pero anulando los detalles más específicos, ahí Dazai quitó la estorbosa ropa que traía.

𝑯𝒐𝒘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora