Jimin un chico inestable y creativo, reside en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Vive sin rumbo y va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, un nuevo trabajo pondrá a prueba su habitual alegría. En el...
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El día había comenzado como cualquier otro. Me gustaba llegar temprano a The Buttered Bun, encender la enorme tetera de la esquina, traer del patio las cajas de leche y pan y charlar con Frank mientras nos preparábamos para abrir.
Pero lo que más me gustaban eran los clientes, vi relaciones iniciar y terminar entre esas mesas de madera, niños ir y venir por dulces, ancianos que se tomaban su tiempo y leían el periódico sentados ahí por horas, colegiales alocados o turistas que pasaban por aquí en su camino a ver el castillo de Stortfold.
Frank era un hombre de carácter silencioso y le caía bien, decía que tenerme ahí creaba un buen ambiente en el local.
--¿y cuántas tiene ese?--la mujer mayor que iba con su compañera del brazo apuntó a uno de los pasteles del mostrador mientras me miraba.
--Tiene 170 calorías, pero ese fue justamente el que comió ayer-- las mujeres asintieron algo indecisas y apuntaron hacia otro pastel-- Ese tiene 220, pero si las comen de pie no son tantas.
Las mujeres sonrieron aliviadas y pidieron la segunda opción para llevar, yo puse los dos pasteles que escogieron en un pequeño recipiente de plástico y se lo entregué a Frank para que este pudiera terminar de atender a las mujeres que estaban más que satisfechas con su elección. Luego tomé la pequeña tetera del mostrador y me acerqué hacia la única mesa ocupada de esa tranquila tarde.
--Creo que no me lo voy a terminar...-- habló la anciana que ocupaba la mesa al verme caminar hacia ella, solo había consumido la mitad de su sándwich.
--¿Quiere que se lo ponga para llevar? Para después-- Sugerí terminando de llenar la taza de té de la anciana.
Ella me sonrió dulcemente y asintió ante mis palabras.
Y entonces, esa tarde, después de despedir a la amable anciana y con el local vacío durante un momento, Frank, que se limpiaba las manos sobre el delantal, salió del mostrador y dio la vuelta al pequeño cartel de CERRADO.
Alcé la vista sorprendido viendo la expresión seria de Frank.
--Ay no. No he vuelto a poner sal en los azucareros, ¿verdad?
Frank esbozó una pequeña sonrisa ante el recuerdo y pidió que me acercara con un gesto.
--En verdad lo siento, Jimin-- Frank me entregó un sobre y al ver mi cara sorprendida siguió hablando--Sé que no teníamos...ya sabes, un contrato formal ni nada de eso, pero quería cuidar de ti. Ahí dentro tienes la paga de tres meses. Cerramos mañana.
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"Numb" - Max Jury
Hay ciento cincuenta y ocho pasos entre la parada del autobús y mi casa, pero pueden llegar a ser ciento ochenta si se camina sin prisa. Di la vuelta a la esquina de nuestra calle y vi la casa, un adosado de cuatro habitaciones en medio de una hilera de adosados de tres y cuatro habitaciones.
A mi espalda, el sol se ponía detrás del castillo de Stortfold, y su sombra oscura se extendía colina abajo, como si estuviera tratando de alcanzarme.
Oía las palabras de mi madre lejanas mientras estaba sentado en medio de la pequeña cocina.
--Me he quedado sin trabajo-- dije al fin.
--¿Tú qué?
--Frank va a cerrar el café. A partir de mañana-- Extendí la mano con el sobre que había agarrado durante todo el camino, todos los 180 pasos desde la parada del autobús-- Me ha pagado tres meses.
--¿Tres meses de salario? ¡Espléndido!-- explotó mi padre mientras mi madre cortaba algunos vegetales a mi lado en la mesa de la cocina-- Considerando que trabajó en ese lugar como un esclavo durante 6 años.
--Tiene que cerrar, no tiene otra opción amor-- respondió mi madre lanzándole una mirada de advertencia a mi padre.
--¿Y qué crees que va a hacer ahora?-- mi padre seguía alzando la voz ahora apuntando a mi hermana-- Rosé ya no puede trabajar más en la florería.
--Bueno... Tendrá que buscar otro trabajo, tiene mucho potencial.
--Aquí no hay empleos, Sunhee. ¿Qué no me ves?-- mi padre cerró los ojos y se pasó las manos por el cabello-- A lo que me refiero es... que lo necesitamos.
--Evitemos el pánico-- mamá pasó las manos por mis hombros intentando darme ánimos-- Es un chico listo. Va a encontrar algo, ¿verdad Jimin?
Me quedé allí sentado, mientras mis padres discutían sobre a qué otros trabajos podría aspirar con mis limitadas cualificaciones. Por primera vez esa tarde, me entraron ganas de llorar. Hyun, mi sobrino que se encontraba en su sillita a mi lado,me observó con esos ojos redondos y enormes, y en silencio me dio la mitad de una galleta empapada en leche.
--Gracias, Hyunnie...
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Bienvenidos a la adaptación de una de las pocas películas de este tipo que me gustan, espero que me acompañen hasta el final y les guste <3
Iré dejando canciones a lo largo de los capítulos para ponerle algo más de sentimiento jsjs. El link de la lista de reproducción de esta historia estará en mi biografía.