Jimin un chico inestable y creativo, reside en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Vive sin rumbo y va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, un nuevo trabajo pondrá a prueba su habitual alegría. En el...
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Estaba sentado a la sombra del toldo verde oscuro de un café, contemplando la Rue des Francs Bourgeois, mientras el tibio sol del otoño parisino me daba a un lado de la cara. Frente a mi estaban, un plato de cruasanes y una taza grande de café.
Después de tomar un sorbo, deje la taza, respiré hondo y cogí la otra carta, la carta que había llevado conmigo durante casi seis semanas. En el sobre, en letras mayúsculas, estaba escrito, bajo mi nombre:
PARA LEER SOLO EN EL CAFÉ MARQUIS, RUE DES FRANCS BOURGEOIS, ACOMPAÑADO DE CRUASANES Y UNA TAZA GRANDE DE CAFÉ CON LECHE.
Controlador hasta el final.
Jimin:
Debieron pasar unas semanas si estás leyendo esto. Si seguiste las instrucciones, estarás en París, en una de esas sillas que nunca se acomodan en el piso y espero que esté soleado. Si miras por el puente, a tu derecha, verás L’Artisan Parfumeur, donde, cuando termines de leer esta carta, deberías ir a probar el aroma llamado algo así como Papillons Extrême. Siempre pensé que te quedaría muy bien.
Había cosas que quería decirte, pero te habrías puesto sentimental y no me habrías dejado acabar.
Parlanchín.
Bueno, aquí va: Cuando vuelvas a casa, lleva esta carta a Namjoon en su despacho de Londres y te dará la cuenta de banco con lo suficiente para darte un nuevo comienzo. Lo suficiente para que te compres un lugar agradable donde vivir, para que te pagues la carrera y para cubrir tus gastos mientras eres estudiante a tiempo completo. No sientas miedo, no es suficiente para quedarte sentado el resto de tu vida pero te dará libertad, aunque sea de ese pueblecillo que llamamos hogar.
No te doy este dinero porque quiera que te sientas nostálgico ni en deuda conmigo, ni tampoco para que sea una especie de maldito recuerdo. Te lo doy porque casi nada me hace feliz a estas alturas, salvo tú.
Soy consciente de que conocerme te ha causado dolor y pena, y espero que un día, cuando estés menos enfadado conmigo, comprendas que no solo hice lo único que podía hacer, sino que eso te va a ayudar a vivir una buena vida, una vida mejor, que si no me hubieras conocido.
No te estoy pidiendo que te arrojes de un rascacielos ni que nades junto a ballenas ni nada parecido (aunque, en secreto, me encantaría pensar que lo estás haciendo).
Vive osadamente, exígete, no te conformes. Viste con orgullo esas medias de abejita.
Saber que aún tienes posibilidades es un lujo. Saber que yo pude habertelas dado me tranquiliza un poco. Eso es todo.
Te llevo grabado en el corazón, Jimin.
Desde el primer día en que te vi, con esas prendas ridículas, tus malos chistes y tu completa incapacidad para disimular una sola de tus emociones.
No pienses mucho en mí. No quiero pensar que te vas a poner triste. Vive bien.
Solo vive.
Yo estaré a tu lado en cada paso.
Con amor, Jungkook.
Cayó una lágrima sobre la mesa, frente a mí. Me limpié la mejilla con la palma de la mano y dejé la carta sobre la mesa.
Pagué la cuenta y guardé la carta con cuidado en el bolsillo. Y, al levantarme de la mesa, acomodé mis pantaloncillos cortos junto a las medias de abejita, coloqué bien el bolso que llevaba y caminé por la calle hacia la perfumería y hacia el resto de París que se extendía ante mí.
Fin
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