Jimin un chico inestable y creativo, reside en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Vive sin rumbo y va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, un nuevo trabajo pondrá a prueba su habitual alegría. En el...
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Al día siguiente entré animado al anexo con un folleto entre mis manos.
--Puedo llevarte a un festival de Shakespeare que estará hoy y mañana, o a un parque escultórico o incluso una cata de vinos-- me acerqué donde estaba Jungkook, su mirada en un sobre en la mesa.
--Llegó esto...
--Boda de Cecillia Amanda Dewares y Andrew Roger Collins, auch--levanté la mirada intentando decifrar como se sentía.
--¿Quieres ir a otra parte?--ofreció de repente.
Salimos a dar un paseo alrededor del castillo aprovechando el buen clima que aún había ese día.
--El primer beso de mi vida fue en esa almena-- mencionó cuando caminabamos.
--Debió ayudarte el ser dueño del castillo-- bromeé.
--Tal vez debí mencionarselo, terminó conmigo una semana después por un chico de una tienda-- ambos nos reimos.
Jungkook se daba las formas para pasar entre las torres del castillo conmigo siguiéndolo por detrás, siempre preocupado por si se atascaba y tenía que ayudarlo. Llegamos hasta la mitad y admiré las vistas, era hermoso desde ahí. Al parecer Jungkook aprovechó mi distracción para dirigir su silla por el camino en ronda de la torre más alta del castillo.
--Es una pésima idea-- Susurré mientras subía cuidadosamente detrás de él-- Esto es muy peligroso y muy muy alto.
--Cuando era niño, esta era mi parte favorita de todo el mundo-- lo escuché decir mientras el viento golpeaba su rostro.
--Seguro caminabas por ahí fingiendo ser un príncipe guerrero-- sonreí.
--Hasta que dañé una espada de la exhibición-- mencionó entre risas-- Pesaba toneladas.
--Creo que esta sería mi parte favorita hasta la fecha.
--Eso es porque no has viajado a ninguna parte-- le miré molesto, ese tema de nuevo.
--¿Y qué sería mejor que aquí?--lo miré.
Cuando su cara se relajaba, Jungkook parecía otra persona. Una sonrisa se extendió por su rostro y entrecerró los ojos por el viento.
--París, la Place Dauphine junto al Pont Neuf. Sentarte afuera del café, con un café con leche y un croissant caliente con mantequilla salada y mermelada de fresa.
--¡Entonces hay que ir!-- dije por fin-- Podemos abordar el EuroStar para ir ahora.
--Nah...--fruncí mi ceño.
--Pero tú dijiste.
--No lo entiendes, Park. No quiero ir ahí con..., con este cacharro --Señaló con un gesto la silla de ruedas y habló en un tono cada vez más quedo-- Quiero estar en París siendo yo mismo, mi viejo yo. Al que miraban las francesas lindas.