Jimin un chico inestable y creativo, reside en un pequeño pueblo de la campiña inglesa. Vive sin rumbo y va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, un nuevo trabajo pondrá a prueba su habitual alegría. En el...
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En la semana siguiente empezaba a establecer una cierta rutina para poder hacer esos 6 meses más llevaderos, intenté ofrecerle té, llevarle flores divertidas y coloridas o simplemente saludarle cada mañana pero solo recibía miradas extrañas por parte de él. Además, mi torpeza no ayudaba mucho sin contar el hecho de que me avergonzaba darle de comer en la boca a un hombre adulto a veces me distraía y sucedían pequeños accidentes.
Mientras me encargaba de la limpieza en su habitación no pude evitar mirar algunas fotos enmarcadas encima de la repisa.En una de ellas estaban en una pista de esquí, junto a una joven de gafas oscuras y melena rubia. Me agaché para verle mejor con sus gafas de esquí. Iba bien afeitado en la fotografía tenía hombros anchos y musculosos que se hacían notar incluso bajo el anorak de esquí. Con cuidado, dejé la fotografía en la repisa y seguí pasando la aspiradora alrededor de la cama. Por fin, apagué la aspiradora y comencé a enrollar el cable. Al agacharme para desconectarla, percibí un movimiento por el rabillo del ojo y me sobresalté, de modo que solté un pequeño chillido.
Jeon Jungkook estaba ante la puerta, observándome.
--Courchevel. Mucha nieve ese año.
--Perdón, yo solo...--me sonrojé al no saber que decir.
--Estabas viendo mis fotografías, pensando que horrible debe ser haber vivido así y terminar de este modo-- con su mirada señaló su propio cuerpo y volvió a subirla hacia mi-- Hay más fotos en el cajón por si la curiosidad te gana nuevamente.
Y entonces, con un ligero zumbido de la silla de ruedas, Jungkook se giró a la derecha y desapareció.
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Estaba en mi cama, acostado sobre un costado, con las piernas estiradas sobre la pared. Desde el nacimiento de Hyun, él y Rosé se habían mudado a la habitación más amplia y yo dormía en el trastero, que era tan pequeño que me hacía sentir claustrofobia cuando pasaba más de media hora ahí sentado. Rosé llego a mi habitación y se acostó a mi lado de la misma forma.
--Siempre que hablo con él me mira como si fuera estúpido-- me quejé mientras me acurrucaba más cerca de mi hermana.
