Capítulo 5: Mi culpa, tu culpa, nuestra culpa.

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Mi culpa, tu culpa, nuestra culpa.

-Estas bien, mi muñequita traviesa-con un tono de preocupación-.

-Si narcisista, no te preocupes por mientre jadeo-.

-Que me estás haciendo me estas volviendo loco-con una voz ronca pero sutilmente seductora-.

-Te necesito mi muñequita traviesa-con una sonrisa maliciosamente sexi-.

Con un movimiento brusco me liberó de mi ropa restante sus fuertes manos me alzaron colocándome lentamente en su polla envolví mis piernas alrededor de su cintura.

Poco a poco lo estaba sintiendo dentro de mí era demasiado grande.

-Aaa estas demasiado estrecha, me dice si te duele mi muñequita traviesa-respirando con desesperó-.

-Lo único que me puede doler es tu distancia mi narcisista terco-con un tono de desesperación que estuviera dentro de mí, queriendo que nunca acabara esto-.

Lo sentí dentro de mí sus embestidas eran lentas y profundas.

-Mi muñequita traviesa ¿cómo te sientes? -una voz sutilmente quebradiza, por la tensión del momento-.

-Mejor que nunca, sabes que puede aguantar más mi narcisista terco-lo dije entre dientes porque estaba a punto de gemir-.

Esas palabras lo hicieron encenderse más, cada vez se movía con rapidez y sus embestidas eran duras y cada vez más profundas que antes me hicieron sentir extasiada.

Asten cubrió mi cuerpo con besos húmedos descendiendo lentamente desde mi cuello hasta la parte de mi clavícula, cada parte de mi cuerpo lo deseaba.

Ni por un momento disminuyó la velocidad más bien profundizaba más sus movimientos increíblemente fuertes, coloque mis brazos en su cuello agarrándome con fuerza, pero sus movimientos bruscos no le impidió encontrar los puntos que me hacían sentir más débil y eso hizo que mis rodillas se debilitaran.

Su aliento me quemaba la piel y sus silenciosos gemidos me volvían loca.

Clave mis uñas en su piel dejando profundos rasguños en su espalda.

Arqueo la espalda, pero no se detuvo para nada.

-Mi Asten, mi narcisista terco-gimo-.

-Me encanta cuando dicen mi nombre entre gemidos más cuando te estoy haciendo mía-con una voz traviesa, pero con un tono sutilmente sexy-.

Agarró mi cuello y suavemente me giró mi mejilla hacía la pared rozó sus labios húmedos sobre mi pómulo dejando un beso caliente pero breve.

-Quiero que esto dure para siempre, quiero sentirte, quiero que seas solamente mía.

En un santiamén me puso de espaldas apretándome con desespero hacia la pared, acomodándome para otra posición comprometedora.

Volví bruscamente mi rostro hacia él y nuestras miradas se encontraron

-No tan rápido Asten, no soy como las demás mujeres que tiene sexo contigo y ya quieren pertenecerte, para eso debes tener muchos puntos de ventaja, te deseo, pero no soy ningún objeto para pertenecerte -lo digo entre gemidos, pero mi voz dura no engañaba mis palabras-.

-Cuando te haga mía simultáneamente no vas a decir lo mismo mi muñequita traviesa, más bien vas a arrogar por mi cercanía-voz maliciosa-.

-Eso ya lo veremos Asten-con un tono de voz que se notaba que no tenía pelos en la lengua-.

-No te puedes venir sin mi muñequita traviesa-entre jadeo-.

Asten aceleró las embestidas y ya no pude contener mis gemidos, temblé cuando una ola de felicidad inundo todo mi cuerpo ya casi estaba llegando al clímax.

-Ayyy Asten-gimo desenfrenadamente-.

-Amo cuando dices mi nombre, ¿Estas bien? mi muñequita.

-Mejor que nunca mi narcisista terco.

Nuestro sudor se mezclaba entre sí, el seguía embistiéndome con fuerza y eso me hizo gemir con más fuerza y se lamé los labios eso le encantaba sonrió con una sonrisa diabólicamente sexi pero sutilmente lujuriosa.

Asten también estaba a punto de llegar al clímax con una embestida fuerte los dos llegamos al clímax juntos, nuestros gemidos se unificaron en uno solo, y con una última embestida con suavidad terminamos exhaustos.

No nos podíamos movernos por unos minutos, pero intentamos recomponernos, Asten se recompuso más rápido que yo entonces me ayuda a ponerme la ropa que estaba esparcida por el piso y un tiempo después se vistió.

-Mi muñequita terca ya es mi momento de partir-con sus manos estaba acomodando su cabello castaño despeinado-. Muy pronto te volveré a ver, pero en el momento que nos volvámonos a ver no te dejaré con cordura alguna mi muñequita terca-se acercó, estaba a unos centímetros puso su mano en un costado de mi cuello me acerco más donde él con un agarré con autoridad y en el otro costado se aproximó a mi oído y con su aliento caliento me digo-.

-De ahora en adelante solo serás mía y nadie te podrá poseer solo yo más que yo te podre tener, como te dije antes de que fueras mí, si te tocan una milésima parte de tú cuerpo los mataré con mis propias manos y no tendré piedad alguna porque solo eres mía, acuérdate de esas palabras-. Me quede paralizada y estaba tan blanca como una hoja de papel, dejando ese abismal aviso se estaba alejando cada vez más de mí.

- ¡Narcisista¡ -Tomando conciencia le grito con desespero pero sin importarme nada a mi alrededor me acerque a él, lo señale con mi dedo índice en su pecho levantó la voz.-Ahora me abandonas como una simple prostituta que me ves cara de estúpida y ahora crees que soy de tú pertenencia no soy algo que puedas poseer-lo digo con mi último aliento.

-No te veo como una ninguna prostituta es que, si el régimen se da cuenta que estoy contigo, ardera todo el planeta con frenesí, lo único que me importa es que no te pase nada lo hago solo por tu bien-marcando un beso intenso en mis labios carnosos lo deje entrar, nuestras lenguas encajaban perfectamente con nuestra necesidad de estar cerca de uno al otro-.

No voy a dejar que él deseo por el nublé mi juicio, en un intenso jalón de coraje me alejé.

-Si ahora todos creen que me pueden mandar mi propia vida están muy equivocados yo soy la que mando mi vida no ustedes-lo digo con coraje-.

-Soló están con la ideología que me pueden proteger que soy una mujer indefensa, tras de todo creen que no tengo voto en este entierro, están muy jodidos-pero lo que no saben es que he entrenado en secreto con mi mejor amiga y mejor amigo-.

-Pronto sabrás de lo que te estoy protegiendo mi muñequita necia, acuérdate eres solamente mía-después de decir la última palabra se va corriendo hacía la ventana que estaba abierta raramente y salta.

Salgo corriendo hacía la ventana asustada pero ya no hay nadie afuera de la ventana, ¿que se hizo? Estaba tan desconcertada de todo lo que paso y si no fuera menos saltó por la ventana como un loco desquiciado y se desapareció en un santiamén ¡hay por Dios con quien me acosté! y tras de todo sin saber casi nada de Asten, estoy completamente loca.

Entrelazados entre síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora