Volví a dormir en tu casa esa noche.

     Tu madre nos indicó que había dejado la cena hecha y después se despidió para irse a trabajar.

     Vimos dos películas mientras cenábamos. Me preguntaste qué haría terminadas las vacaciones y, después de una pequeña pausa, te dije que comenzaría la universidad en dos semanas y que estaba pensando en preparar el examen de inglés.

     Te mentí.

     Esos eran mis planes hace un par de meses, pero ahora ya ni siquiera sabía qué haría el día de mañana. Tampoco me importaba demasiado.

     Todo lo que había en mi mente eras tú, tú, tú, y tú. Y me alimentaba de ello como un vampiro.

     El resto de cosas carecía de importancia y color, porque tú eras lo único que me provocaba emociones que no amenazaran con ahogarme y matarme.

     Sabía que hacía mal. Sabía que debería estar buscando el amor en mí mismo, pero me hallaba en un estado estático, congelado. Lo único que podía hacer era aceptar tu amor y darte lo mejor de mí, y esperar a que fuera suficiente para mantenerme con vida.

SingularityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora