Capítulo 44

488 98 47
                                    

—Hubiera sido agradable encontrarte en otras circunstancias, Katsuki.

El caballo rubio largo y los ojos verdes de Ayame hubieran hecho que Katsuki sintiera nuevamente deseos de ir a la habitación del tiempo detenido si no fuera porque se trataba de un hombre y no una mujer el que estaba delante suyo. Además, Ayame estaba en una silla con ruedas debido a su pierna, no era capaz de ponerse encima suyo aún si quisiera.

El cenizo se sintió patético por encontrar alivio en eso. Y volvió a sentirse patético al reconocer que, en su interior, le daba miedo volver a ver a Ayaka.

—Lo mismo digo, líder del clan Katsuki. Nunca tuve la oportunidad de preguntarte porqué lo hiciste —respondió quedándose de pie delante del joven ya hecho un hombre —Te pusiste en contra de los ancianos que te dejaron quedarte en sus territorios.

—Ellos no merecían ni un poco de mi respeto o el de mi clan. Ya me parecía injusto que usarán a un niño pequeño para mantener la paz en su aldea pero lo de tu padre...—apretó los puños el mayor —Superó un límite que no pude tolerar. Lo lamento, aunque use tu nombre para formar nuevamente a mi clan, no he hecho nada para ayudarte. Solo quería marcar una diferencia.

—Esta bien, he escuchado que has protegido a las personas del clan Bakugou en estás montañas. Con eso es suficiente —respondió el de ojos rojos —Ahora, el tío Ame me mando contigo porque tienes bastante información sobre lo que pasa en nuestra aldea. Si voy a reorganizar todo, necesito información, líder del clan Katsuki.

—Nunca me habías hablando tan formalmente y no es necesario que empieces ahora, Katsuki. Puedes decirme Aya como siempre —sonrió el hombre —Te ayudaré con gusto.

El proceso fue largo. Y, por supuesto, hubo algunos del lado del anciano Ren que creían que Katsuki no tenía el derecho de ser un líder después de tantos años de ausencia. Pero la mayoría estaba de su lado y con la extraña inactividad del anciano Mitsuru, se puso al anciano Ren y sus seguidores en una "prisión" que tuvieron que fabricar por su cuenta. No podrían salir hasta su muerte y aquellos que habían enfermado por la carne de los Lobos Negros, fueron cremados a petición de sus familiares para darles un descanso digno. Por otro parte, Aki logro mostrar su magia mediante un método único y particular, contratos mágicos.

Resultaba que debido a los extranjeros que estaban pidiendo sus territorios y atormentando a los niños que desarrollaban magia, se necesitaba una manera de detenerlos sin llegar a la exterminación y una guerra en su propio territorio. Cuando Katsuki estuvo sin ideas, Mei hablo de la vez que Aki formó un contrato en Yuei entre dos comerciantes conocidos por no cumplir a la perfección las condiciones, era un trabajo que le surgió debido a un pleito entre ambos y que él como líder de la guardia imperial presenció en persona en una de las calles más alborotadas de la capital. Se estaban golpeando delante de un bar muy famoso que tenía una clientela muy asustada por el pleito y mientras los arrestaba, los hombres se quejaron con él por mucho tiempo acerca de su disputa por un intercambio injusto de mercaderías. Harto de escucharlos, Aki arrancó una hoja de un cuaderno que siempre llevaba consigo para dibujar y les armó un contrato, decretando que sería imposible para ellos dos romperlo.

Era una mentira. Pero como en Yuei se sabía que las personas que usarán ropa con bordados de soles y flores pertenecían al clan con magia de los Bakugou —ropa que el azabache lucía con orgullo mientras usaba únicamente una insignia de la guardia imperial— los hombres lo creyeron y se quedaron en silencio. Por supuesto, intentaron ir contra el contrato, pero lo terminaron cumpliendo a rajatabla, debido a que si no lo hacían su oro desaparecía mediante la magia e iba a parar con quién hubiera sido el agraviado. Asombrados e indignados por eso, fueron a quejarse de que Aki los había maldecido y que estaban arruinados como comerciantes.

Todo tiene un precio [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora