Capítulo 5

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- Te digo que Reyna fue a buscar a Sage y no atendió a razones. Le dijimos que era muy peligroso y, aun así, fue por ella. – dijo por octava vez la coreana, dándole explicaciones de nuevo a su jefe.

- ¿No conseguís rastrear su localizador? ¿Killjoy? – la alemana negó con la cabeza.

- Nein. – suspiró. – Es como si... hubieran desaparecido del mapa. – Brimstone masajeó sus sienes, claramente preocupado, pero manteniendo la compostura.

- Bien. – hizo una pequeña pausa. – Sova. – el ruso alzó el rostro. – Cuento contigo para una misión de reconocimiento.

- Sí, capitán.

- Yo iré con él. – se adelantó Yoru. – Puede ser peligroso.

- Me gustaría conocer al nuevo, en el terreno de batalla. – añadió Sova, buscando la mirada de Brimstone, y su aprobación.

- Está bien. – asintió. – Pero que quede claro. – carraspeó. – Solo es una misión de reconocimiento. Si alertáis cualquier tipo de peligro... volved de inmediato. No podemos... perder más agentes.

- ¡No pueden ir solos! Y si...

- Jett. – Brimstone la acalló. – Por favor.

- Pero...

- No te preocupes, Jett. Estaremos bien. – Sova sonrió, intentando tranquilizar a la coreana. – encontraremos a Sage y a Reyna.

- Vaya que si las encontraremos. – Yoru crujió sus dedos, preparado para la acción. – Estoy deseando ver de qué eres capaz. – sonrió mirando a Sova.

- Partís en 1 hora. Estaos preparados. – ordenó Brimstone, dando por finalizada la reunión.

 

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Despertó, sintiendo una cálida mano descansar sobre su mejilla. Abrió los ojos levemente, encontrándose con un abdomen definido recubierto de una tela negra bastante ajustada. Alzó su mirada, encontrándose con la mirada de Reyna. Entonces recordó el accidente, los agentes-espejo, el estar atrapada con ellos en una cueva y... haber dormido sobre las piernas de su compañera. En algún momento se dio la vuelta mientras descansaba y, ahora se encontraba bastante cerca de Reyna.

Su cuerpo se sentía pesado, hacía tiempo que no se encontraba tan cansada y derrotada. Parecía haber agotado toda su energía en el combate del día anterior. Le dolía cada músculo de su cuerpo, especialmente su costado.

- Ya era hora. – la voz de Reyna se coló en sus oídos. – Ya te dije, que era bastante cómoda. – añadió, con una sonrisa vacilante. Sage no dijo nada, simplemente se limitó a mirarla y a observar su rostro. Reyna frunció el ceño y se dio cuenta de que todavía su mano reposaba sobre el rostro de Sage. La apartó rápidamente, rompiendo la conexión que su mirada y la de Sage había establecido. – Lo siento. – se aclaró la voz. - ¿Podrías levantarte? Se me han dormido las piernas.

- S-sí, disculpa. – se incorporó lentamente, observando cómo Reyna masajeaba sus piernas y se levantaba segundos después.

- Sage. – llamó su atención. - ¿Estás bien? – los ojos de Reyna se clavaron en los de la centinela. Los ojos de Sage huyeron de su mirada.

- Estoy bien. – respondió, sin ninguna emoción en su voz. Giró sobre sus pies, ni la otra Sage ni la otra Reyna se encontraban en la cueva. Se acercó a Jett, que todavía no había despertado. Se arrodilló ante ella y colocó una mano en su pecho, sintiendo cada uno de sus latidos.

Tú das vida, yo la quitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora