Capítulo 12

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Observó el cuerpo sin vida que sujetaba contra su pecho, como si así pudiera traerla de vuelta a la vida. Si ella había caído, los demás no tenían ninguna oportunidad de vencer en la batalla. Estaba todo perdido. Iban a morir. Y todo porque no tenía el poder suficiente para poder revivirla.

El aura violeta que siempre la rodeaba, se había apagado. La intensidad del color de sus tatuajes se había desvanecido por completo. Su pecho ya no brillaba con aquel color púrpura característico cuando entraba en su modo más poderoso: la emperatriz. Sus ojos ya no la veían con aquella devoción y amor con la que la miraban desde hacía ya meses. Estaban cerrados, sin vida.

- ¿Y ahora... cómo puedo seguir mi vida sin ti, Zyanya?

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Reyna despertó de golpe en mitad de la madrugada, sintió una enorme sacudida en el pecho y comenzó a sudar frío. Por un momento, había jurado que estaba dentro de la cabeza de Sage. Por un instante, había sentido su cuerpo muerto entre los brazos de la centinela... Y, nunca antes se había sentido tan en paz como en ese momento.

Volvió a sentir otra gran sacudida, agarrándose el pecho con fuerza y cayendo sobre sus rodillas al intentar levantarse. Sentía una gran opresión en el pecho, costándole hasta respirar. Chirrió sus dientes con ganas, marcando su mandíbula con tensión. Tomó una gran bocanada de aire, intentando controlar las pequeñas agujas que sentía clavarse en su pecho. Volvió a levantarse, dirigiéndose casi por instinto hacia la salida de su habitación.

Sabía que ocurría algo.

Sabía que le ocurría algo a Sage.

Llegó en cuestión de minutos a la enfermería, donde pudo observar que Viper se situaba encima de su cuerpo, sujetándola con fuerza.

- ¡Sage! – la llamó. – N-necesito que... ¡pares! – la observó forcejear y sabía que algo no iba nada bien. Podía notar la electricidad desde la puerta. Se acercó deprisa. - ¡Reyna!

- ¡Ve a buscar a Neon! ¡Yo la aguantaré! – se apresuró a decir, Viper asintió al instante, liberándola. Sage se retorcía en la cama, moviéndose sin control e incluso haciéndose daño en el proceso. Parecía que su cuerpo estaba, por alguna razón, volviendo a recibir la electricidad que la llevó a estar en coma.

- ¡Sage! – se sentó sobre ella, agarrándola de las muñecas y llevándolas a su cabeza, evitando así que pudiera golpearse más. La sentía retorcerse sin control bajo su cuerpo. Los dientes de Sage chirriaban con fuerza y había algún rastro de sangre en sus encías. - ¡Sage, por favor, escúchame! ¡Tienes que parar! – volvió a ejercer fuerza sobre ella, intentando que parase. - ¡Sage! – los ojos de la centinela se abrieron de par en par, rebosantes de un color azul que deslumbraba a quien la mirase. Sentía la electricidad emanar de su cuerpo con fuerza y aguantó la presión, sin moverse ni un centímetro. Sage emitió tal grito de dolor que Reyna sintió su alma salir del cuerpo. La miró con detenimiento, estaba llorando.

- R-r-reyna... - la llamó, aguantando el dolor. – P-por favor, d-duele demasiado – volvió a forcejear con fuerza, desestabilizando a Reyna y tirándola hacia atrás. - ¡Mátame! – volvió a gritar de dolor, provocando que el sistema eléctrico de toda la base se apagase. - ¡Mátame! – el cuerpo de Sage se elevó, llevándose consigo numerosos objetos de la habitación. El cuerpo de Sage comenzó a brillar con fuerza, la electricidad que su cuerpo cargaba era demasiada. Parecía que iba a explotar.

- ¡¡Reyna!! – Neon la apartó con fuerza de al lado de Sage. - ¡Vete de aquí, va a liberar la electricidad! – Reyna estaba en shock, observando a la centinela. - ¡Reyna! ¡Reacciona! – parpadeó unas cuantas veces, levantándose con prisa y haciendo caso a Neon.

Tú das vida, yo la quitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora