Capítulo IV- Noche de juegos.

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Mira a todos por encima del hombro, una chica le susurra al oído mientras él toma algo de un vaso plástico color azul. Su cara denota que no le interesa  estar aquí todo lo contrario a su amigo quien se mueve como pez en el agua entre las chicas en mini falda y los miembros de AlfaPi.

"¿Qué rayos hace Ethan Wells aquí?" Pregunta Donald a uno de sus compañeros de fraternidad, es exacto lo que se me cruza por la mente ni bien veo al tipo en cuestión. El chico le cuenta que alguno de ellos ha invitado a TJ y este ha llegado con Ethan hace apenas veinte minutos, nadie tiene idea de quién ha puesto música ni de dónde ha salido la bebida pero a nadie le interesa porque él es Ethan Wells, la noche de juegos ahora es su fiesta.

"Esto es absurdo" se me escapa y Donald concuerda conmigo.

Las chicas  se comen a Ethan con la mirada, no las juzgo y las entiendo porque él tiene algo que hace casi imposible ignorarlo, algo en su aura que invita a querer quitarle la camisa blanca de polo Ralph Lauren que en otros se vería prepi pero en él exuda sensualidad. Lo odio porque me hace rememorar la discoteca, sus manos, mi sexo, su toque. No soy una santa, he tenido mil pensamientos lujuriosos con chicos pero Ethan es algo diferente, me molesta y me atrae, es peligroso y no me gusta que así sea.

"Me voy a casa" digo, no pretendo quedarme y verlo junto a aquel montón de mujeres que no le han dejado en paz pasando sus números de teléfono en pedazos de papel que él le pasa a otro chico sin nisiquiera ver. Es un patán, definitivamente lo es y un abusador.

Camino hasta la entrada, está llegando mucha más gente, es más que obvio que se ha corrido la voz de que el heredero de Wells Corp está en una fiesta en el campus. Siento que alguien me toma la mano, me asustó pero rápidamente veo que es Donald, me la toma entre la suya y conduce hasta la acera.

"No te vayas, puede que sea divertido" me dice tratando de convencerse más así mismo que a mí.

"Esto no es a lo que… dame mis llaves"

"Aún podemos jugar cartas en el patio trasero y comer la pizza…la pizza!" Exclama al darse cuenta de que la ha olvidado dentro.
Corre a la casa y sale un minuto más tarde con la caja en brazos y una expresión derrotista en la cara.

"Espero que no tengas tanta hambre porque solo rescate tres porciones" dice y no puedo evitar reír, él me acompaña.

Veo a Ethan a través de una de las ventanas frontales de la casa, tiene la vista puesta en el teléfono. ¿Por qué está aquí si es más que obvio que no quiere estar aquí? Esa es la "leyenda" de las fiestas que Cloe y la gente tanto alaban?.

"Y? Elena? Te quedas un rato?" Pregunta Donald.

"Una o dos manos de poccard, me como la pizza y a casa" le digo y él me sonríe victorioso.

Le sigo hasta el patio trasero, afortunadamente no hay muchas personas allí. Donald trae el mazo de cartas de su habitación y un par de cervezas muy frías. Comienza el juego y le estoy dando una paliza.

"No recordaba que eras tan buena" me dice rascándose la cabeza. Mi padre y yo solíamos jugar cada que mi madre salía al supermercado o a sus reuniones de la iglesia. Papá me contó que antes de casarse con ella trabajaba en un casino donde aprendió todo lo que sabía pero que mi madre le prohibió jugar porque las apuestas y los juegos de azar son pecado. Mi padre no cree en nada de eso, el hombre ni siquiera cree en Dios pero ama mucho a mi madre y por ello trata de complacer la y no jugar.

"Y eso que no estamos jugando por dinero. Ya me deberías la vida" comento.

"Elena yo…"

"André! Ven aquí un momento" llama uno de sus amigos desde la puerta de la cocina interrumpiendo lo que estaba apunto decirme.

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