Capítulo 2

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Dazai y Chuuya no se andaban con tonterías, ellos iban siempre directo al grano.

Esa era la razón de que se hubieran hospedado en un motel cinco estrellas carísimo al otro lado de Yokohama.

El edificio era gigante y bastante decorado. Tenía fuentes y cascadas que caían desde el último piso y las luces eran tantas y tan brillantes que Sigma consideró que aquel lugar debía ser el principal factor de contaminación lumínica y visual.

No le costó nada encontrar a los tortolitos. Estaban en un sofá de la recepción besándose apasionadamente. Sigma se preguntó si tal vez seguían ebrios, o era que su modo horny no tenía botón de apagado.

Se acercó tímidamente y carraspeó. Los novios se separaron para mirarlo y Dazai se levantó con euforia para abrazar/asfixiar a su amigo.

—¡Sigma-chan! —Saludó, abrazándolo fuertemente.

—Ho-hola, Dazai-kun —Tartamudeó el de ojos grises, nervioso por la mirada asesina que le dedicaba Chuuya—. Perdón por tardar.

—Sólo danos el dinero para pagar este lugar, y piérdete —Le espetó Nakahara.

Dazai, que era idiota pero no tanto, se separó rápidamente de Sigma. Éste, por su lado, tragó saliva y sacó su cartera.

—Tengo un poco de efectivo y mi tarjeta de crédito, no sé cuál quisieran usar...

Ni corto ni perezoso, el pelirrojo le arrebató los billetes de la mano y caminó hacia la salida.

—Yo me iré en taxi. Dazai, paga el motel —Ordenó con un tono agresivo, y se marchó.

Dazai se rascó el cuello, incómodo.

—Por favor, disculpa a Chuuya —Pidió—. Es un poco celoso.

Decir que Chuuya Nakahara era un poco celoso era como decir que a El Titanic le entró solo un pelín de agua, pero Sigma no comentó.

—Toma, paga el motel —Dijo, entregándole la tarjeta de crédito.

—¡Oh, Sigma, eres un chaleco salvavidas! —Exclamó el castaño tomando la tarjeta y corriendo a pagar.

A Sigma no le gustó nada ser comparado con un chaleco, pero ya se había acostumbrado. Desde que había llegado a la universidad, sus "amigos" se habían aprovechado múltiples veces de su amabilidad e ingenuidad. Si en ese mismo momento Agatha lo llamara a pedirle dinero para pagar un crucero de lujo por el Mediterráneo, no se sorprendería.

Una vez pagado el motel, Dazai regresó a su lado y, guardándose discretamente la tarjeta en el bolsillo (como si Sigma no fuera a darse cuenta), dijo:

—De nuevo, muchas, muchas gracias —Le golpeó suavemente el hombro—. ¿Tienes hambre? Te invito a un café.

—Me invitas a comer con mi propio dinero, eres un descarado —Masculló, pero Dazai ya lo había tomado del brazo y lo guiaba animadamente a una cafetería.

Entraron, se sentaron, y Dazai pidió lo más costoso de la tienda. Sigma se lamentó silenciosamente por su dinero y pidió un café sencillo.

—¿Y bien? —Preguntó el castaño.

—¿Y bien, qué?

—¿Cómo te fue con Gogol?

Agradeció que su café no hubiera llegado, ya que lo habría escupido.

—¡¿Eehhh?!

Osamu se rió muy poco disimuladamente.

—Que cómo te fue con Gogol. Durmieron juntos, ¿no?

—Me da miedo que te enteres de esas cosas.

Llegó la comida. Sigma le dio un sorbo a su café y Osamu partió a la mitad su postre de mora con maracuyá y le puso un sorbete de plástico a su té Chai.

—No es difícil deducirlo. Hablando de eso —el castaño cambiaba de tema de conversación tan fácilmente como cambiaba de ropa—, ¡mañana son los exámenes! ¿Estás emocionado?

—Estoy mortificado. Mortificado y muerto del susto.

—¿Que asignaturas te tocan?

—Lenguas básicas y Matemáticas —el semi-pelialbino puso mala cara.

—¿Ah, si? —Dazai le pasó la mitad del postre a su compañero— Toma. Cómetela.

—Si lo dices de esa manera suena vulgar.

Osamu soltó una risotada.

—¡Bueno! ¡Parece que ya no es tan fácil tomarte del pelo! —Exclamó— Mañana me tocan ciencias naturales y ciencias políticas.

—Seguro que te va bien. Fyodor y tú son unos genios.

—Tampoco es para tanto.

Comieron en silencio. Al terminar, Osamu se levantó y pagó la cuenta.

—Bueno, te agradezco de nuevo por ayudarme con lo del motel —Agradeció—. Nos vemos mañana.

—¡Eh, eh! ¡No tan rápido! —Protestó Sigma— ¡Devuélveme mi tarjeta, Dazai!

Dramáticamente, el mencionado se llevó una mano al corazón y la otra a la cabeza.

—¿Ya no soy "Dazai-kun" para ti? ¡Qué tragedia! ¡Y además me tachas de ladrón! ¿Qué te hace creer que yo tengo tu tarjeta?

—¡Acabas de pagar con ella! ¡Además la veo en tu bolsillo trasero!

—¿Así que me estás mirando la nalga? Vaya, Sigma, ¿quién diría que serías tan atrevido?

—¡Cállate! ¡Devuélveme mi tarjeta!

—¡Uff! Te pareces a Chuuya, gritando a cada rato. Claro que él grita de una manera diferente~

—¡No necesitaba saber eso!

—Vamos, Sigma, de cualquier manera algún día conseguirás novia, o novio, o lo que sea. A estas alturas, hay más géneros que nombres para las personas.

—Dazai, devuélveme mi tarjeta, por favor.

—En algún momento, vas a tener sexo con alguien... A menos que seas asexual, claro. Eso también es válido.

—Dazai.

—¡Bueno, bueno! Ya te la entrego —Sacó la tarjeta del bolsillo y se la devolvió—. Cuento contigo para la próxima. ¡Nos vemos!

Dio media vuelta y se fue. Sigma suspiró aliviado. Y aunque no quisiera admitirlo, parte de ese alivio se debía a que la conversación con Dazai le había hecho olvidar, por un momento, sus sentimientos hacia Gogol.




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Hooooolaaaaa

Mañana sale nuevo capítulo de la cuarta temporada! ¡Qué emoción!

No sé cómo me voy a seguir viendo la serie, ya que la próxima semana empiezo colegio y me toca por la tarde, y en mi país los capítulos salen a las 11. A esa hora tengo que almorzar, no me va a dar el tiempo 。⁠:゚⁠(⁠;⁠'⁠∩⁠'⁠;⁠)゚⁠:⁠。

Gracias por leer!

Conquistando a SigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora