Capítulo 8

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¡Por fin, viernes! Los exámenes los habían estado martirizando toda la semana, y por fin se libraban de ellos.

Y, con los exámenes finalizados, los extracurriculares regresaban a su horario habitual, por lo que ese día todos (menos Chuuya) tenían ensayo de la orquesta.

—¡Qué bendición! —Exclamó Agatha con alegría— ¡Por fin se acabaron los exámenes!

—Amén —Se burló Dazai, mirando de reojo a Fyodor, quien hizo un mal gesto por el comentario.

Igual no dijo nada.

—Dazai-kun, ayúdame a afinar —Pidió Sigma.

Una vez sentado en el piano, tocó el acorde de Sol, y luego la nota sola. Sigma afinó las clavijas.

—Un poco más alto —Indicó Fyodor—. No, no tanto. Sí, ahí está perfecto.

Luego siguieron con el Re, el La y por último el Mi.

—Pásame las notas, Sigma —Pidió Gogol.

Una vez hubieron afinado fueron a sus posiciones. Sigma y Gogol se sentaban juntos a la izquierda del escenario, Dazai estaba casi en la mitad, tirado hacia la derecha. Ágatha se sentaba poco más adelante de Fyodor, ambos a la derecha. Así que cada vez que el director Fukuchi decía algo, ellos se miraban entre sí y hacían muecas. O también hablaban en lenguaje de señas; decían "Viejo idiota" o "Anciano pedorro". Cosas por el estilo.

Fukuchi era un hombre musculoso que había sido parte del ejército en alguna guerra equis. Se supone que, luego de vivir los horrores de la guerra, decidió dedicarse a la música.

Pero ser un traumado no justifica la manera tan grosera de tratar a los integrantes de la orquesta. No existía el día en que ese viejo no estuviera malhumorado. Y sólo estaba de buenas cuando bebía, y si bebía se tiraba pedos. De ahí el apodo de Viejo pedorro.

Y ese día parecía estar muy de malas. Según él, nadie hizo nada bien, y el ensayo fue un completo desastre.

Según los chicos, no estuvo tan mal, pero si se atrevían a mencionarlo, lo más probable es que les gritara, y no querían olerle el aliento cuando se acercara a regañarlos.

—¡Largo de aquí todos, lo hicieron terriblemente mal! —Vociferó cuando hubo terminado el ensayo— ¡Más les vale esforzarse más a la próxima! ¡Sigma, debes limpiar este lugar!

Sigma se giró, horrorizado.

—¡¿Haaah?!

—Ya escuchaste. Y como este lugar no quede bien aseado... —Levantó un puño y el joven de ojos grises tragó saliva.

Fukuchi fue el primero en irse. Sigma miró a sus amigos.

—Me van a ayudar, ¿verdad?

Ellos se miraron entre sí.

—Escucha, Sigma... Yo tengo unas diligencias que hacer, ya sabes... —Se excusó Dazai— ¡Te ayudo a la próxima!

Y se fue corriendo.

—Querido Sigma, sabes que me encantaría, pero —Agatha sonrió levemente— quedé en llamar a mi familia, así que no puedo tardar demasiado... ¡Nos vemos!

Otra que se fue corriendo. Miró con súplica a Fyodor y Gogol.

—No puedo. Tengo asuntos pendientes —Dijo el ruso, dando media vuelta y alejándose. Sigma miró a Gogol.

—Por favor... No me dejes sólo —Suplico.

—Ah, es que... Gángster y Ratatouille me están esperando en casa... Y si las dejo se mueren... No las puedo dejar... ¡Lo lamento mucho, juro que me quedaré contigo a la próxima!

Conquistando a SigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora