Era lunes. Y día de exámenes. No hace falta explicar el estado de ánimo de los adolescentes.
Todos los exámenes del día se entregaban juntos al estudiante, y este elegía con cuál empezar. Cuando terminaba uno, lo entregaba y seguía con el otro, y así hasta que terminaba todos. Cada prueba tenía cien preguntas; setenta y cinco de selección múltiple y veinticinco de argumentación.
Sigma tenía examen de lenguas básicas (Japonés, inglés, francés) y matemáticas. Agatha, Dazai y Chuuya de ciencias naturales y ciencias políticas. Y Fyodor y Nikolai de Economía, artes y sobre su asignatura principal, en el caso de Fyodor era Literatura rusa, y en el de Nikolai, Interpretación y teatro.
Ese día, en todo Japón, el silencio era absoluto. Ese país daba tan gran importancia a la educación que en la semana de exámenes había una ley para no interrumpir con sonidos excesivos y ruidosos a los estudiantes, para no desconcentrarlos. Bien ahí, Japón.
En una jornada de entre seis y ocho horas dependiendo la materia principal de cada estudiante, Fyodor y Dazai terminaron en un tiempo récord de cuatro horas y diecisiete minutos, siendo los primeros. Los siguió Nikolai, quince minutos más tarde. Luego terminó Chuuya a las cinco horas exactas, y por último Agatha, a las cinco horas y cuarenta minutos, y Sigma, un minuto más tarde.
¿Quién no quisiera ser un genio como ellos?
Sonó la campana y salieron todos juntos.
—Uf, siento que me quité un peso de encima —Suspiró Agatha—. Ahora solo faltan otros cuatro.
—Eh, ¿vamos a la cafetería a comer? —Sugirió Dazai.
—Yo tengo que ir a casa a estudiar para los exámenes de mañana —Se excusó Sigma.
—¡Vamos, Sig-chan! ¡No seas aguafiestas!
—No soy aguafiestas, simplemente me preocupa perder las pruebas. ¡Y no me llames "Sig-chan", Dazai!
—¡A-bu-rri-doo!
Sigma torció la boca, pero al final cedió a las peticiones de sus amigos.
Fueron a una cafetería que estaba bajo el edificio de la agencia editorial ADA, el lugar donde Dazai deseaba trabajar una vez se graduara.
—¿Y qué clase de libros escribirás, Dazai-kun? —Preguntó Sigma con interés, una vez se hubo sentado lo más alejado posible de Gogol.
—Eso es un secreto —Contestó el castaño, llevando un dedo a sus labios—. ¿Y tú, Sigma-chan? ¿Dónde trabajarás cuando te gradúes?
—Ah, bueno, esperaba trabajar en un casino.
—¿Un casino? ¡A-bu-rri-do!
—Deja a Sigma en paz —Protestó Nikolai—, a ti todo te parece aburrido.
Pidieron café y galletas de chocolate.
—¿Qué hará Nakahara-san cuando se gradúe? —Preguntó el de ojos grises amablemente, ganando una mirada asesina del pelirrojo.
—Eso no te importa —Le espetó.
Dazai le tomó la mano a su novio para tranquilizarlo.
—Chuuya quiere ser diseñador gráfico —Contestó por él—. Aunque también le gustaría ser contador.
—Ambas opciones son buenas —Comentó Agatha.
—Puede hacer ambas cosas al mismo tiempo —Añadió Fyodor—. ¿Cuál es tu materia principal, Chuuya?
—Contabilidad —Contestó Nakahara, todavía fulminando con la mirada al pobre de Sigma—, pero también estoy haciendo unos cursos de diseño en un liceo de arte.
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Conquistando a Sigma
Hayran KurguTras una muy alocada fiesta, Sigma despierta y se encuentra con que está durmiendo con Gogol. Después de un par de forcejeos y uno que otro golpe, Sigma se marcha completamente indignado, pero el ucraniano no puede dejar de pensar en esos hermosos o...