Ninguno de ellos sabía en qué momento el tiempo había pasado tan rápido. De repente, sólo faltaba una semana para regresar a las clases, y eso los tenía, sinceramente, muy deprimidos.
Era por eso que Fyodor aprovechó para hacer una especie de cena lujosa en su casa lujosa, para conversar y charlar, y relajarse antes de tener que regresar a la tediosa rutina de levantarse a las cinco de la mañana para ir en dirección a la universidad.
A las seis y media de la tarde ya tenía toda la comida lista, y sólo tenía que esperar a que llegaran sus invitados. Todavía se sentía un poco culpable con la discusión que había tenido con Chuuya, y por eso se estaba esforzando por qué todo saliera perfecto. Ágatha, quien ya estaba allí desde hacía un rato ayudándolo con la cena, le dio palmaditas en la espalda.
—No pongas esa cara de preocupación. Todo va a salir bien —Lo animó. Él sonrió levemente.
—Gracias.
Los primeros en llegar fueron Dazai y Chuuya, discutiendo de nimiedades y con el pelirrojo golpeando a su novio en la cabeza por idiota, cosa de todos los días.
Tras ellos, venían Sigma y Gogol, tomados de la mano.
—¡Hola, Dos-kuuuun! —Saludó el albino alegremente.
—Kolya, me duelen los oídos. No grites.
Nikolai sonrió y se llevó las manos a la boca.
—¡Hola, Dos-kuun! —Susurró. Sigma rodó los ojos y lo empujó para que entrara a la mansión y no se quedara en la puerta.
La reunión estuvo bastante tranquila, considerando que en cada momento Dazai soltaba comentarios de doble sentido y Chuuya lo golpeaba, Nikolai se reía a carcajadas y Sigma se golpeaba la cabeza contra la mesa.
Ágatha estaba de lo más divertida, aunque en realidad no estaba prestando atención a su alrededor sino que estaba pensando la mejor manera de llevar a su ex-novio a la cárcel con una trampa al estilo de sus novelas policíacas. Fyodor, por su lado, simplemente se tomaba su jugo de brócoli y repollo, sabiendo que eso era la situación más normal que podía vivir con esos amigos suyos.
—Oye, Fyodor, ¿dónde está Iván? —Cuestionó Chuuya.
—Ah, le di unas vacaciones desde ayer —Contestó el ruso tranquilamente.
—¿Eso quiere decir que ésto lo cocinaste tú? —El castaño estaba estupefacto— No te creo.
—A diferencia de ti, Dazai, yo sí sé cocinar. Aunque debo admitir que Ágatha me ayudó mucho.
—Exacto, yo lo ayudé —Ágatha sonrió de oreja a oreja.
Sigma se metió una galleta a la boca.
—Nunca nos contaste cómo que fue en Inglaterra con tu familia y tu novio.
—Oh, bueno, mi familia me desheredó y le terminé a mi novio.
—Espera, ¿qué?
La rubia se pasó un mechón de pelo tras la oreja.
—Bueno, él me ha estado engañado con otra mujer. ¿Puedes creerlo? ¡Engañarme! ¡A mi! Yo no iba a permitir eso, así que le terminé. Pero mi venganza aún no ha iniciado todavía.
Los demás, excepto Fyodor, fruncieron el ceño y se miraron entre sí.
—Ágatha, querida —Llamó Nikolai—, ¿a qué, exactamente, te refieres con "venganza"?
Ella sonrió pícaramente y Dostoyevski contestó por ella.
—Ágatha quiere desaparecer y dar pistas faltas para que arresten a su exnovio. Algo así como una novela policíaca, pero en la realidad. Ya escribió una carta que lo incrimina.
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Conquistando a Sigma
أدب الهواةTras una muy alocada fiesta, Sigma despierta y se encuentra con que está durmiendo con Gogol. Después de un par de forcejeos y uno que otro golpe, Sigma se marcha completamente indignado, pero el ucraniano no puede dejar de pensar en esos hermosos o...