Capítulo 14

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Se hizo costumbre ir a dormir con Nikolai, incluso cuando Dazai y Chuuya no estaban haciendo cosas de adultos en su habitación.

Las razones para esto eran, uno, que no sabía cuándo los novios podían ponerse de calientes. Y, dos, a Sigma no le gustaba dormir solo. Incluso en su casa dormía abrazado de un peluche con forma de perro Shiba Inu que le habían regalado un par de años antes en navidad.

Claro, no había llegado al punto de abrazar a Gogol mientras dormía, pero sentirlo respirar a su lado tranquilamente era reconfortante.

Una semana después de llegar a la isla, celebraron el cumpleaños de Dazai. En la noche, él y Chuuya fueron a un motel a unas cuadras más allá, porque todos sabían que esa noche iban a hacer de todo menos dormir, así que por lo menos podrían tener la amabilidad de buscarse otro lugar para hacer sus cosas privadas y dejar descansar al resto.

Pero incluso con la parejita en otra casa, Sigma esa noche se deslizó en la habitación de Gogol y durmió a su lado.

El tiempo avanzaba rápido, mucho más de lo que les gustaría. De repente estaban en Julio, y aunque todavía faltaba bastante, sentían cómo el final de las vacaciones se acercaba más y más.

Cuando Nikolai despertó, Sigma ya no estaba a su lado. Por una parte le deprimía, y por otra lo agradecía. Todavía se acordaba de aquella vez que durmieron juntos por primera vez, y al despertar el de cabello bicolor de pegó una patada ninja y le rompió la nariz.

Buenos tiempos.

Se levantó con pereza y bajó hasta el primer piso, donde Chuuya y Sigma preparaban el desayuno. El pelirrojo lo saludó alegremente, y Sigma sólo hizo un gesto tímido con la cabeza.

Se sentó a la mesa y observó a Ágatha, quien hablaba animadamente por teléfono. Fyodor no parecía muy contento, pues estaba a su lado viéndola con mala cara. Ella no hacía caso y seguía con su conversación. Debía de estar hablando con su novio, ¿Archie, dijo que se llamaba?

Cuando colgó la llamada, hizo una cara de indignada.

—Él me esconde algo —Dijo.

Desayunaron. Luego, como faltaban cosas en la cocina, Fyodor le pidió a Sigma que fuera al mercado y las comprara.

—¡Iré contigo! —Exclamó Gogol inmediatamente— Necesito un poco de aire frío, ya sabes.

—Claro, como si le faltara el aire en una casa al lado del mar... —Murmuró Chuuya.

Salieron juntos a comprar. La verdad, a Nikolai no le hacía falta aire, le hacía falta Sigma. Sólo quería una excusa para hablar con él sin tener encima a Fyodor y Ágatha dándole consejos de los cuales ahora estaba dudando mucho.

Ahora tenía la firme creencia de que las cosas seguían su curso, y que no era bueno forzarlas.

—Oye Sigma —Llamó.

"Oh, no, aquí viene un piropo" pensó el de ojos grises.

—Estoy en dieta, pero contigo la rompería, porque eres un bombón.

No pudo evitar echarse a reír.

—¿No te he dicho ya que los piropos de Ágatha son horribles? —Preguntó.

—Lo sé... Pero, en mi defensa, los consejos de Chuuya y Dazai son horribles.

Se sonrojó.

Nikolai estaba en lo cierto. Hasta ahora, los consejos de Chuuya no le habían servido más que para confundir al ucraniano. Y no necesitaba confundirlo, necesitaba enamorarlo.

Conquistando a SigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora