Capítulo 3

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El timbre sonó, y una vez abierta la puerta de la mansión Dostoyevski pudo ver a Iván con gesto de contrariedad.

—¿Qué se le ofrece, Gogol? —Preguntó.

—¿Puedo ver a Dos-kun?

Iván suspiró y rodó los ojos. Se hizo a un lado.

—Pasa, por favor —Dijo haciendo un gesto—. Fyodor está en el baño todavía.

¿"Todavía"? Pensó Nikolai, pero no puso objeciones y entró.

Fyodor Dostoyevski a menudo era un cretino manipulador, pero era un cretino manipulador adinerado. Vivía en una mansión de tres pisos, patio, balcón y terraza, y cada uno de sus muebles costaban el doble del apartamento de Gogol.

Subió las majestuosas escaleras y se detuvo frente a la puerta del baño. Tocó tres veces.

—Vete, Iván —Contestó la amabilísima voz de Dostoyevski.

—No soy Iván —Y, en un tono cantarín, agregó—. Adivina ¿quién soy?

Fyodor suspiró.

—Pasa, Gogol.

Entró y le dio envidia. El baño era del tamaño de un apartamento mediano, y tenía bañera, ducha, un bidé, un inodoro y un urinal.

Fyodor estaba inclinado en la taza del inodoro, y Agatha estaba sentada a su lado con una cubeta en las manos.

—Hola, Dos-kun —Saludó el ucraniano—. Hola, querida. ¿Qué haces con esa cubeta?

—¡Nikoniko! —Saludó Agatha con alegría— ¡Qué gusto verte! Y, contestando a tu pregunta, parece que no soy lo suficientemente sofisticada para vomitar en el inodoro dorado de Fyodor.

No lo decía en broma, o con sarcasmo. El inodoro era, literalmente, de oro.

—Oh, ya veo. 

Gogol se sentó en el piso.

—De igual manera, ya terminé de vomitar —La mujer deja la cubeta a un lado—. ¿Qué te trae aquí, Nikoniko?

—Quería conversar, ya sabes —El ucraniano se encogió de hombros—. Hablar sobre anoche.

Fyodor vomitó. A Agatha le dio asco y también vomitó. A Gogol también le dio asco, pero él no vomitó.

—¿Llevan mucho tiempo así? —Preguntó Nikolai. Fyodor hizo una mueca.

—Digamos que regresamos todo el alcohol que bebimos anoche. Eso es bastante decir. —Contestó—. ¿De qué quieres hablar?

—¿No eres capaz de deducirlo tú solito? —Se burló el albino.

—No tengo suficientes datos para deducirlo —Replicó el ruso, ofendido—. No tengo memoria desde que llegamos al antro hasta que desperté para ir a vomitar.

—Ya veo —Rió Gogol.

La puerta del baño se abrió de nuevo, esta vez sí era Iván. En sus manos llevaba un vaso con un jugo verde.

—Su jugo de brócoli y repollo, señor —Dijo, mirando a Fyodor.

—Qué asco, no quiero.

Iván bufó.

—Señor, es por su salud. Anoche se excedió demasiado, debe beberlo —Insistió.

—¡Pues no lo quiero! ¡Llévatelo! —Exclamó el pelinegro. Parecía un chiquillo caprichoso.

—Fyodor Dostoyevski, si no bebés esto, llamaré a tus padres —Amenazó.

Dostoyevski hizo un puchero y se levantó a agarrar el vaso de mala gana.

—Bueno, ya, lo beberé. ¿Contento?

Iván torció la boca y se fue. Fyodor cerró de un portazo.

—Qué fastidio. Bueno, Kolya, ¿qué nos ibas a contar? —Preguntó y dio un trago al jugó.

—Verán, lo que pasa es que... —Gogol suspiró— Me acosté con Sigma.

Fyodor se atragantó y escupió su jugo, mientras que Agatha lo mirada estupefacta.

—¡¿QUE USTEDES QUÉ?! —Chilló el ruso tosiendo.

Nikolai se puso rojo.

—¡No me refería a eso! ¡Eres un maldito mal pensado!

Fyodor suspiró, recuperándose de ese mini infarto que le dio al escuchar a Gogol decir tal barbaridad. Agatha se echó a reír y aplaudir cual morsa con retraso.

—Nikoniko, querido —Dijo, cuando se hubo recuperado del ataque de risa—, cuando uno dice que se "acostó" con alguien, eso generalmente significa que hicieron el frutifantástico.

—¡Pues no fue así! —Chilló el albino.

—Pero, a ver —Fyodor se pasó la mano por la cara—, ¿tuvieron sexo, o no?

—¡Que no!

El ruso pudo volver a respirar con tranquilidad.

—Gracias a Dios —Murmuró santiguándose.

—Me refería a que anoche dormí con Sigma en la misma cama —Explicó Nikolai.

—Pero no hicieron el delicioso —repitió Agatha.

—¡Que no, Dios! 

—¡No digas el nombre del señor en vano! —Lo regañó Dostoyevski.

—¿Pueden dejarme terminar de contar? ¡Gracias!

El albino suspiró.

—La cosa es que Sigma despertó hecho una furia, por no saber dónde estaba y por qué estaba ahí, y esas cosas, y yo fui el sujeto a quien dirigió todo su enfado.

—No pues, la víctima —Se mofó Agatha. Gogol la fulminó con la mirada.

—¿Pero...? —Apremió Fyodor al ucraniano para que terminara de contar la historia.

—Pero, a pesar de su enfado y de que me golpeara y me causará una hemorragia nasal —Prosiguió Gogol—, no podía enfadarme con él. Incluso, al tenerlo tan cerca mío... Me pareció tan... Hermoso...

Su voz se apagó y sus mejillas se encendieron. Fyodor y Agatha se miraron con picardía.

—No me digas —Dijo ella.

—Así que, Gogol —Dijo él—, ¿a qué viniste?

Nikolai suspiró y, muy seguro de sí mismo, contestó:

—Quiero que me ayuden a conquistar a Sigma.





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Hoooooolaaaaa

Ando actualizando mucho porque cuando empiece el cole no voy a poder.

Me pareció gracioso que Agatha llame a Nikolai Nikoniko, ya que "Nikoniko" en japonés significa "sonrisa", y como Gogol es un payaso, ella literalmente le estaría diciendo "Sonrisitas"

Gracias por leer!

Conquistando a SigmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora