Capítulo 22

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Después de haber tenido aquella charla con Mon, no la había pasado muy bien en mi habitación. Siempre después de clase íbamos a su casa y platicábamos, pero estos dos días habían sido diferentes, desde comer en biblioteca a escondidas hasta vivir en la biblioteca literalmente.

No salía de aquel edificio, hacía tarea y esperaba los cambios de hora en este, con tal de no toparme a nadie, menos a Mon y sus amigos.

Pero creo que había llegado el momento de que pudiera estar distraída y con algo que hacer, así que fui a la oficina del director para que me diera una respuesta.

—Hola, buenos días —sonreí entrando a la oficina.

—Señorita Rohuse, siéntese por favor.

Me senté frente al director.

—No sé si ya tenga alguna respuesta sobre el trabajo...

—Claro que la tenemos, me dijeron que usted es muy buena nadadora, espero y sea buena dando clases.

—¿Eso qué quiere decir?

—Que tienes el trabajo, se supone que debes de ir ya a dar las clases, empiezas a las 5, ¿sabes qué harás?

—No, bueno yo... pensé que primero eran las pruebas.

—Las pruebas tú sabrás cuando aplicarlas, claro que no pase de esta semana. Ahora mismo ya hay personas que quieren ir a nadar —sacó una llave— es tu responsabilidad abrir y cerrar el lugar, deberás mantener orden si es que hay muchas personas. No te estoy diciendo que te la vivas en ese sitio, tú sabrás organizar tus horarios y, por ser estudiante, te daré el control de la alberca, todos sus horarios como te acomodes.

—Muchas gracias —sonreí.

—No hay de qué, así que vaya, si quieres puede empezar hoy o mañana o hasta el próximo lunes, solo por esta ocasión.

—Yo supongo que me organizaré hoy y veré, muchas gracias y con permiso.

—Propio señorita, me avisa cuando vaya a iniciar la actividad para que así empiece su salario.

—Sí, claro, yo le aviso cualquier movimiento.

Al salir de la oficina del director, decidí ir a mi lugar seguro que era la biblioteca. Quería avanzar algún proyecto antes de ir a abrir la alberca; aún faltaba bastante tiempo, pero en cualquier momento iría, con tal de no sentirme tan sola como de costumbre.

Nunca me había sentido tan sola; bueno, creo que en secundaria me sentí más sola que nunca, pero hoy no era la excepción. Creo que había sido porque tuve la oportunidad de tener amigos increíbles, mejor dicho una amiga increíble... pero arruine todo. Creí que sería diferente.

—¿Ashly?

Al escuchar mi nombre, me sobresalté. Miré hacia arriba y había un chico frente a mí; bueno, no era cualquier chico, era Ángel.

Maldición.

—¿Sí...? —me aclaré la garganta bajando la mirada, no quería que me viera llorando, porque sí, recordar mi patética vida de la secundaria me hizo casi llorar.

—¿Está todo bien? —asentí y seguí escribiendo en mi cuaderno— eh... ¿Te acuerdas de mí?

—Creo que sí —vi cómo se sentaba frente a mí, maldije por lo bajo.

—Okey está no es la Ashly que recuerdo, ¿Qué es lo que sucede?

—No sucede nada...

—¿Quieres hablar?

—No. ¿En qué te puedo ayudar?

—Bueno, había olvidado que eras medio cerrada con tus cosas... pero aun así, si quieres hablar aquí estoy...

—No me hace falta hablar con nadie, dime en qué puedo ayudarte.

—Lo siento, amm quería ver si podías ayudarme con mis apuntes, entre tarde y la verdad, no quisiera reprobar por apuntes.

—Por supuesto —siempre me buscaban por eso, era cansado, incluso había olvidado que él en primaria era el primero en pedirme todos los apuntes y como me traía de su pendeja, era al primerito que se los mandaba— Este bien, claro, si quieres te dejo mis cuadernos y ya tú haces lo que debas hacer.

—Okay, si me parece bien.

Saque dos de los cuadernos que traía para mis materias.

—Los necesito antes del viernes para así poder avanzar mis tareas, así que con tu permiso —me levanté de mi asiento para poder huir de ese incómodo momento.

—Espera...

—Que sucede, tengo prisa —lo mire algo cansada, no quería hablar con él, no ahora que quería llorar.

—Me alegra mucho verte de nuevo —lo miré algo dudosa— no lo tomes a mal, pero creí que jamás te volvería a ver.

—Digo lo mismo Ángel, no creí volver a verte, menos en una escuela así.

—Creo que ambos no nos llegamos a conocer como se debía —lo mire confundida, no sabía a qué se refería con eso.

—Supongo...

—Espero volver a verte...

—Creo que eso es más que obvio que nos veremos Ángel, vamos en la misma escuela y en el mismo grupo.

—Si es lo que veo, que tonto —sonrió y dios mío había olvidado lo linda que era su sonrisa.

—Tengo que irme, adiós.

—Si claro... adiós Ash.

Escuchar nuevamente ese apodo salir de su boca me partió el corazón en mil pedacitos; había olvidado cómo me gustaba cuando él pronunciaba mi nombre.

No sabía qué hacer o cómo reaccionar así que solo sonreí en respuesta y me fui de ese lugar; esto era tan extraño y a la vez incómodo.

No sabía a dónde irme, así que decidí ir al área de deporte, en este caso la alberca; estaba vacía. Este sería mi nuevo lugar seguro; dudaba que personas que conozco vinieran aquí, así que estaba bien con eso. Entré a la oficina y comencé a hacer mis horarios y el cronograma para las clases y claramente avancé mis proyectos.

Recibí una llamada de mi madre y la miré algo dudosa... nunca me hablaba, y que justamente hoy me llamara se me hacía extraño.

No tenía muchas ganas de contestarle, pues cada que hablábamos eran puras peleas y justo en este momento una pelea con mi madre es lo que menos necesito.

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Más Que SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora