No puedo.

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 Tony.

No puedo alcanzarte, Belén, no puedo.

Desperté en medio de la noche, empapado en sudor, y con los ojos llenos de lágrimas. Nuevamente las pesadillas, ya no quería más esto. Vi el reloj, las cinco de la mañana. Me levanté de mi cama, y me fui a la ducha, el agua helada despejo todo pensamiento, luego me vestí, y deje una nota a mi madre de que había salido temprano, que volvería más tarde. La vería varias horas después, ahora duerme con medicamentos para conciliar sueño.

Comencé a correr por las calles, tratando de olvidar, pero las imágenes volvían a mi. Camine varias calles, vi algunas imágenes en las que salía con Belén, no me había fijado de que estaban nuestras imágenes impresas en gigante puestas en la ciudad. Camine por varias calles, ya era cerca de las siete, hoy habían clases, así que comencé a caminar hacia el instituto. Pero de camino a el escuche gritos provenientes de un callejón.

Intenté seguir los gritos, pero se me hacia difícil. Hasta que vi que era. Dos hombre, tenían arrinconada a una chica en un callejón poco iluminado, la estaban tocando, comencé a correr hacia ella, pero mi mundo cayó cuando vi de quién se trataba. Era Belén. Me llene de furia, y a pesar de que los hombres eran más grandes que yo, termine golpeándolos muy fuerte, al más grande le rompí a nariz, y al otro hombre la muñeca.

Ellos no me hicieron prácticamente nada en comparación con lo que les hice, luego salieron corriendo despavoridos. Busque a Belén con la mirada, se encontraba en una esquina, detrás de un basurero, acurrucada en la pared, llorando ahogadamente, y con la ropa corrida.

Me acerque rápidamente a ella, y me agache a su lado envolviéndola en mis brazos, su cuerpo completamente helado, tiritaba aún del miedo.

-Tony-sollozo en mis brazos, también yo comencé a llorar, la pude haber perdido, pero alcance a llegar, en el momento justo.

-Tranquila cariño, estoy aquí-bece su cabeza repetidas veces.

No volvimos al instituto. Hoy era el último día, no sucedería nada si no asistíamos. Lleve a Belén a una cafetería que estaba cerca una vez se tranquilizo.

-Dos cafés simples, por favor-le pedí a la chica que se acercó a ver el pedido.

-Estará en cinco minutos-luego se fue.

-¿Cómo fue que llegaste hasta ese callejón?-le pregunte.

-Sólo iba al instituto, y esos....esos dos hombres se me acercaron, intenté correr, pero me metí en ese callejón, y me acorralaron ahí-sollozo un poco, luego respiro para calmarse.

Llego la chica con los pedidos.

-Gracias-respondimos al unísono.

Sonrió y se fue.

-Belén-la mire, ella me miro-Te quiero, más que a cualquier cosa.

Ella sonrió, sus ojos brillaron con las lágrimas que se acumularon en tono a ellos.

-Eres lo más importante que me ha pasado hasta ahora, eres la persona a la cual más quiero.-Sonreí-Eres hermosa, aunque no lo creas, y aunque todos crean lo contrario, eres mi mayor adoración. Y te quiero siempre a mi lado, hasta el final.

Las lágrimas rebosaron sus ojos, y parpadeó un par de veces para intentar apartar las lágrimas, no le funciono, así que las seco con las mangas de su suéter.

-Yo también te quiero, Tony-me acerque a ella, y tomando delicadamente su rostro, la bece con pasión.

Oh, el sabor a menta y chocolate, siempre está en sus labios, se me hace imposible no pensar que es mi mejor droga, mejor que nicotina, mejor que la morfina, mejor que cocaína, mejor que cualquier otra sustancia. Su labios son embriagadores. Son fuertes como el Vodka, y suaves como el algodón. Tibios como los atardeceres, y húmedos como el rocío de mañana. Su beso es perfecto, ella es perfecta.

Narra Belén.

La tarde paso perfecta. Fuimos a un parque de diversiones, compramos un pote gigante de helado de chocolate, Tony ganó un peluche enorme de oso en uno de los juegos que había, de estos típicos de el aro en la botella. Compramos algodón de azúcar color celeste. Y nos besamos, bajo las pequeñas gotas de lluvia que comenzaron a caer más tarde. ¿Existe el día perfecto? Me pregunte esa misma tarde. Pues no, pero si algo semejante.

Estábamos frente a la puerta de mi casa. Era tarde, hacia frío.

-¿Quiere entrar?-le pregunte, no quería despedirme, no todavía.

-¿No crees que ya es tarde?-me pregunto de vuelta.

-Pero... Podrías quedarte a dormir-le dije tomando sus manos-Sólo esta noche-hice un mohín con lo labios.

Miro mis labios. De un momento a otro tenía sus labios presionando sobre los míos. Mis manos revolviendo su cabello, sus manos en mi cintura, me encantaban estos besos así, son tan reconfortantes, pareciera que te salvarían de cualquier cosa.

-Te quiero-me dijo separándose apenas milímetros.

-Repítelo-dije, luego pase mi lengua por su labio inferior, y el la mordió levemente, luego río un poco, yo sonreí.

-Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero...-me beso de nuevo-Eres lo mejor que me ha pasado, y te quiero infinitamente, ya no se cómo demostrártelo.

Sonreí.

-Quédate conmigo esta noche-insistí.

Sonrió.

-Esta bien-me beso de nuevo. Y yo abrí la puerta.

Subimos en silencio a mi habitación, no sabía si había alguien en casa, y si había alguien, lo más probable es que sea Julián, quien, si se entera de que esta Tony en casa a esta hora, lo hará salir de inmediato. No me arriesgare a eso.

Abrí lentamente la puerta, y entramos dentro de la habitación, la cerré despacio, y puse el seguro.

Tony se acomodó sobre mi cama, yo camine hacia el baño. Lave mis dientes, trence mi cabello, y lave mi cara. Me puse pijama, y camine de vuelta a la habitación.

-Me encantan tus pijamas tan coloridos-se mofó Tony, ya que llevaba un pijama gris.

-Y a mi me encanta tu no pijama-ya que estaba en bóxers sombre mi cama.

-Se que te encanta verme en ropa interior, pero sólo dormiremos, así que espero que no este pasando nada sucio por tu mente-río cuando le tiré un peluche a la cara-También amo tu conejito negro.

Me acerque a la cama, y me acosté a su lado.

-¿Tienes miedo a algo?-pregunte.

-Tengo miedo a muchas cosas-respondió tocando mi cabello.

-¿A qué temes?

-A la oscuridad, por ejemplo-suspiro-A estar sólo, a desaparecer, a olvidar, a olvidarte-me miro-Pero sin duda, mi mayor temor es perderte.

Me beso suavemente.

-Ese también es mi mayor temor-confesé, y lo volví a besar.

Después de eso apagamos la luz y nos acomodamos para dormir. Era tan fácil dormirme en sus brazos. No puedo dejarte, no quiero dejarte.


El amor en tiempos de depresión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora