Final.

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Tony.

Rompí la promesa que le hice a la pequeña Sofía, abandone a Belén en el momento en el que más me necesitaba, y ahora la perdí.
Ya no podía hacer nada, me carcomía la culpabilidad, estaba destrozado, mi pequeña y querida Belén se había ido, para ya no volver más. Me había quedado sólo.

Fui a su casa, ahí la velarían. Bajé del coche, y camine hacia la gran y solitaria casa. Había mucha gente, gente sin rostro, sin identidad, gente de negro, gente con dolor, gente llorando, gente, por todos lados.

Me sentía sólo, ya jamás me volvería a sentir completo, había perdido a Belén, y al bebé, ya no tenía nada.

-Tony-escuché a alguien susurrar.

A mi lado se encontraba la madre de Belén, junto a su hermano. Ambos lloraban desconsolados.

-Sí....sí tan sólo no...no la hubiese dejado de lado-decía Julián entre sollozos.

-Tranquilo cariño-lo abrazaba su madre.

-Lo siento tanto-dije intentando parecer fuerte y compuesto, pero ya no podía soportarlo más, me eché a llorar sin poder aguantarlo más, Julia me abrazó conteniendome, evitando que cayera.

-Sí tan sólo le hubiese dicho.....-no podía terminar la frase. Y ya no servía de nada, ella ya no estaba.

-Tranquilos mi niños-nos susurraba Julia intentando tranquilizarme a mi y a Julián.

Ya cuando se calmaron un poco las cosas caminamos al salón, donde había aún más gente, y miré donde estaba el ataúd. Había alguien ahí, un joven, que sujetaba la mano inerte de Belén. Era Josep, besó la mano de Belén y se me acercó.

-¿Que hace aquí?-le pregunté.

-No eras el único que la quería-respondió sonriendo triste-Y aún así todos la abandonamos.

Y tenía razón.

Luego se fue.

Hubo mucha gente diciendo cosas, dando discursos, pidiendo perdón, dando condolencias. También se encontraba gente de la cual sabía le había hecho mucho daño. Sin embargo estaban aquí con sus falsas caras tristes.

Me daba rabia que esa gente estúpida estuviera aquí, en su casa, en el lugar al que ella llegaba llorando luego de que ellos la insultaban. Los odiaba por ello. Pero quién finalmente le había dado la mayor tristeza de su vida había sido yo, la persona que ella más quería.

Me acerqué al ataúd. Ahí estaba, sus brazos vendados, su cabello enmarañado, su piel pálida, sus labios morados, y una vena morada sobresaliéndole en una cien. Ella no era Belén, esto era un juego. Comencé a mirar hacia los lados buscando a la verdadera Belén que debía de estar por ahí escondida riéndose de nosotros, de como nos estamos tragando esta historia que nos inventó, debe estar muriendo de la risa. Pero aún así, aún buscándola por todos los rincones, ella no estaba, y el cuerpo sin vida que estaba en aquella caja, era el de ella.

La miré largo rato, aún sin poder creer que era ella, que estaba tan cambiada, tan destrozada, me negaba a pensar que era ella. Pero así es.

Tomé su mano, estaba fría, no como el frío que siempre tenía en sus manos, sino que helada, era como tomar un cubo de hielo, no podía ser ella. Las lágrimas rodeaban mis mejillas, inundaban mis ojos, no podía ver. Besé su mano, me acerqué a su oído.

-Te amo, te amo, te amo-susurraba-lo siento tanto, no sabes cuanto te amo.

Estaban todos nuestros cercanos aquí reunidos, se podía ver a Willow, a Luck, Julián, pero también gente despreciable como Emilia, quién sólo se preocupó de hacer aún peores los días de Belén, quise sacarla de ahí inmediatamente mientras hacia su show de "todo esto me está destrozando", pero me sentía tan débil que no pude hacerlo.

Estaba cansado, me senté en una esquina, y comencé a ver a las personas que pasaban, una tras otra, ancianos, adultos, jóvenes, profesores, padres, madres, hijos; pasaron cientos de personas a ver a Belén. No podía dejar de ver en mi cabeza sus labios sin vida, y recordar como era cuando sonreía, no podía dejar de pensar en que su corazón que ya no late, y pensar en los momentos cuando dormíamos juntos y escuchaba su corazón en su pecho y luego caía en un hermoso sueño, no podía dejar de pensar en sus manos frías, sin vida, y recordar cuando estaban tibias, cuando sostenían la mía, no puedo dejar de pensar en todo el daño que le hice.

Me dormí.

Al despertar, unas horas más tarde, estaba en su habitación, en su cama, no sabía como había llegado aquí, pero aquí estaba, la puerta del baño estaba cerrada, sus cosas estaban igual que como las había dejado, habían fotografías nuestras repartidas por la habitación, habían cosas que había escrito y las había pegado en las paredes, estaban sus peluches favoritos en el estante, todo estaba como siempre, casi la podía sentir aquí, sentía su olor, su presencia, pero sabía que ella estaba ahí abajo en una caja, esperando a ser enterrada para siempre ya sin vida.

Sobre su mesita de noche había una nota, mi nombre resaltaba en ella.

Para Tony:
Dicen que tener depresión es difícil, sin siquiera tener depresión, dicen que el amor es complicado, sin siquiera poseer ese "amor" del que tanto hablan, Tony tú eres mi "hasta el final", porque así espero que sea, porque te quiero, y espero que tu también, se que hemos tenido problemas desde un comienzo, pero con el tiempo lo fuimos superando, jamás me olvides, y siempre recuerda que yo no te olvidare.
Te amo infinita y dolorosamente.
Adiós.
Belén.

Lloré nuevamente, lloré mucho.

Tomé mis cosas y salí, deje todo como estaba y sólo me fui, llevando la carta conmigo.
Entré a mi coche y me fui a casa, debía dejar de pensar, dejar de sentir, dejar de sentirla sí ya no estaba. Pero aún la amaba, y eso no cambiaría.

El amor en tiempos de depresión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora