Capítulo 7: Lo que quedó atrás

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2 meses después

DOMINIC

Cuando entré a casa vi a mi novia apoyada en la esquina de la mesa, había invitado a algunos amigos y estaban todos desparramados por toda mi casa. Bryce entró después de mí y vi cómo echó una mirada de desaprobación. Ya me había dicho que Kylie no le caía bien, decía que era muy buena persona y por eso desconfiaba de ella. Yo no entiendo porque la gente no puede entender que existen personas buenas en el mundo y no significa que ocultan algo. Realmente, son muy buenas y ya está. Sin embargo, desconfían de las personas buenas porque están acostumbrados a las malas. El mundo está tan deteriorado que ya nadie cree en nadie.

Habíamos vuelto de trabajar después de un día tranquilo, no había pasado nada de mucha gravedad por suerte. Kylie me sonrió y me acerqué a besar sus labios.

—¿Cómo estuvo tu día?—me pregunta pasando su mano por mi abdomen.

—Bien, nada nuevo para contar— bajo mi mano por su espalda, pero mi cuñada llega entusiasmada.

—Manos donde puedan verse, hay niños presentes— me advirtió y me dejó en la mano un vaso de gaseosa—. Charlie te compró un regalo, búscala.

Asentí. Aún no entendía porqué había tantas personas en mi casa. No era el cumpleaños de nadie, nadie había ganado nada, no era ninguna celebración. Robin había dicho que llevábamos tiempo sin reunirnos y pues Kylie se ofreció a prestar la casa donde ahora solía pasar mucho tiempo.

Aún no vivíamos juntos, pero casi podría ser que sí, pues ella pasa mucho tiempo aquí cuando vuelve de sus viajes. El último que hizo fue hace dos días a las Islas Canarias, fue una semana y luego la busqué en el aeropuerto y la invité a una cita nocturna. La pasamos muy bien esa noche.

—Tío Nic— mi sobrina vino apurada cuando me vio y me obligó a separarme de mi novia. Tampoco le caía bien, y al contrario de Bryce ella no necesitaba decirlo, la forma en la que la miraba de reojo y siempre buscaba la manera de alejarla de mí lo decía todo—. Ven, te compré algo para ti.

—¿Tú lo compraste?— dudaba que ella pudiera financiar algo, pero decidí darle un voto de confianza, sé que le dan mesada todos los viernes.

—Si, con mis ahorros— con aires de superioridad, tomó mi mano, miró de arriba a abajo a Kylie -de una muy mala forma, muy notoria en la que logré ver la incomodidad de mi novia- y me guió hasta mi habitación de trofeos. Ese en donde tenía todas mis medallas, reconocimientos y premios que había obtenido gracias a mi asistencia en el departamento de bomberos. El último que había conseguido era el de comandante, que estaba en uno de los últimos estantes.

Charlie me dejó en el medio y se acercó a la mesa para buscar debajo de ella, sacó una bolsa mediana y la trajo conmigo. Me la entregó con una sonrisa.

—Espero que te guste y no le digas a los tíos que te compré un obsequio porque se van a poner celosos y ya no tengo más ahorros para comprarle a ellos.

Asentí y desenvolví la caja que venía dentro de la bolsa. Después de quitar el papel de regalo me encontré de frente con un juguete, un camión de bomberos con muñecos en las ventanas. Me reí y me dio mucha ternura cuando vi como se mordía los labios esperando que le diga algo.

—¿Te gustó?— hizo puntas de pie para señalar dentro del camión —Ese eres tú, estás conduciendo. Y esa de ahí soy yo. No lo puse a Noah porque no es lo suficientemente adulto para estar ahí.

—¿Y tú sí?

—Obviamente, dah. Pero, ¿Te gustó? ¿Si o no?

—Si, está muy bonito.

IRREMEDIABLES [•2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora