Capítulo 12: Cincuenta centímetros

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Dedicado a Rosi. Feliz cumpleaños, amorosa. Te deseo felicidad y amor.
Díganle feliz cumpleaños a Rosaurelis <3

🔥🔥🔥

AUBREY

No tenía idea de por dónde empezar. Elías me pagó una habitación de hotel para que me tome el día, me de una ducha relajante y luego veremos qué hacer. Pero no dejo de pensar en todo. Ya me bañé, me cambié y dormí unos minutos. Mi cabeza está patas arriba, es como una bola de lana, los hilos están tan enredados que no sé cuál tirar primero. No dejo de pensar en todo, ni siquiera durmiendo veinte minutos logro tener la mente en blanco.

Lo que pasé ahí adentro no se me va a borrar tan rápido. Quizás nunca. Deberé aprender a vivir con ello, cueste lo que cueste, duela lo que duela.

Abro la puerta con cuidado cuando suena, tengo que ser precavida, los rumores corren rápido y no sé cuánto tarden los Peterson en enterarse que estoy afuera. Lo que menos quiero ahora es lidiar con ellos.

Afortunadamente, solo es Elías que me mira con una ceja levantada cuando ve que ni siquiera le saqué el pasador a la puerta.

—No vengo a robarte, eh.

—Solo me aseguro.

Lo dejo pasar y mientras me da un beso en la sien veo que no viene solo. Shelly está ahí sonriente.

—Sé que le dijiste que no querías ver a nadie aún, pero…

—¡Ay, por Dios, que alegría volver a verte!— salta a mis brazos con emoción y me causa dos sentimientos contradictorios dentro de mí: alegría por verla tan bien y rechazo por su toque tan abrupto.

Siento como si le quemara la piel, Elías la separa en cuanto nota mi cara.

—También me alegra verte.

—No es la única a la que traje—mi hermano se asoma por la puerta y hace señales para que pase el siguiente invitado.

Un chico de unos trece años entra tímidamente. Noto enseguida los ojos verdosos de su madre y las fracciones de mi hermano.

—Hola, tía —le permito acercarse porque es un niño aún como para que yo lo rechace por el simple lío que haya en mi cerebro. Lo abrazo y sacudo su cabeza despeinandolo por completo.

—Espero que te hayas portado bien. Pasen, pasen.

Se acercan a la sala de estar mientras yo le paso la llave a la puerta.

—¿Novedades?

—No, espera. Acabas de salir, queremos pasar tiempo contigo. Ya hablaremos de eso en otro momento —me dice Shelly y me sabe amargo, ella no sabe lo que es que haya gente pesada buscándote y deseándote lo peor. Tengo que protegerme a cada segundo, mis enemigos podrían llegar justo ahora, tengo que estar preparada. Tengo que armar un plan para cuidar a todos y a mí misma, no puedo perder el tiempo charlando.

Pero entiendo que ella no está en mis zapatos y no puede pensar como yo.

—¿Cómo has estado? ¿Ya comiste? Te trajimos algo —deja una bolsa papel madera sobre la mesa y saca sushi.

IRREMEDIABLES [•2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora