AUBREY
No podía creer que estaba ahí. A cincuenta centímetros de distancia. Podía verlo, quería tocarlo y decirle que aquí estoy, que ya he vuelto. Pero mis pies no se despegaban del suelo, necesitaba mirarlo un poco más.
Sus músculos se veían más definidos, más grandes y duros. La camiseta que traía puesta no era más que una segunda piel, se le ajustaba a la perfección y me daba una linda imagen de sus hombros apretados. Tiene el cabello ligeramente más largo y la barba más corta.
Y sus ojos…ha perdido el brillo de ellos. Recuerdo las veces que me miraba con ese tinte sarcástico que siempre trae, como si internamente se estuviera burlando de todos. Pero ahora no está, está serio, callado, no expresa nada que me alegre ver y esa es la última razón que me inmoviliza todo el cuerpo negándome por completo a regresar a su vida. Le he hecho daño y aunque jamás me han importado los demás de una manera en la que yo deba pensar en los sentimientos de otros, con él es diferente. No puedo hacerle esto otra vez porque no será sencillo para ninguno de los dos.
Tyler y Elías lograron convencerlo de ir a la sala y desapareció de mi vista. Aún estaba la puerta abierta y vi su sombra en el suelo. Camino unos cuantos pasos y suspiro de alivio.
Aunque no duró mucho tal alivio cuando frenó y su rostro giró hacia mi lado.
—¿Qué, qué pasa?—lo apuró Elias con la voz nerviosa.
Dominic no respondió, pero ví la silueta de su perfil marcada en el suelo manteniendo la mirada hasta la pared.
Finalmente, se va y las emociones fuertes me doblan a la mitad. El corazón me late rápido, desbordado de los recuerdos de hace cinco años.
Con cuidado subo al segundo piso de la casa y me encierro en el baño, mojo mi rostro en el lavabo y no dejo de verme. Lo alterada que me siento con solo verlo es inimaginable. Una angustia que poco he sentido se instala en mi pecho y la necesidad de volver a él, pero también el rechazo y sentido de protección que me genera. Entré a su vida solo para causarle problemas, hice que se enamorara de mí y fue lo peor que le pasó. Le rompí el corazón, y no quiero volver a hacerlo.
—Brey —dos toques en la puerta me sobresaltan, pero reconozco la voz de Tyler.
—Ya voy.
—¿Todo bien?
—Si.
Sequé mi cara y respiré hondo obligándome a mandar todos los sentimientos al fondo. Cuando abrí la puerta Tyler me estaba esperando.
—¿Segura que está todo bien?
—Si, tranquilo —le di un apretón en su brazo y aunque no me creyó no preguntó más.
En la sala de vuelta, estaba Elías frente a la ventana.
—Me va a matar cuando se entere —murmuró y volteó a verme—. ¿Estás bien?
—¿Cómo proseguimos ahora? —evité la pregunta y él me lo concedió acercándose a la mesa.
—Me encargaré de todo con los abogados. Tú…relájate. Ve a casa.
No tenía una casa a dónde ir. La sensación de pertenencia que tenía con mis cosas, ahora ya no existe. No tengo nada.
—De acuerdo. Avísame lo que sea —no voy a admitir nada enfrente de nadie, el orgullo fue lo único que no perdí.
—Brey —Elias me llamó con la voz apenada cuando me estaba yendo. No es difícil darse cuenta que evidentemente no estoy bien.
—Daré un paseo —agarro mi bolso y cierro la puerta de la casa detrás de mí para que ninguno pueda seguirme ni decirme más nada.
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IRREMEDIABLES [•2]
Teen FictionLibro 2 de la Bilogía INCONTROLABLES Fuego. Eso arde en el interior de Dominic Blake. Ira constante. Furia controlada. Cierta persona lo dejó ardiendo en su propia llama y esta parece no querer apagarse después de su partida. Dom tiene un propósito...