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Por fin, la estrella Koi comenzaba a ocultarse en el horizonte. En Genivia no habían atardeceres rojizos, pues la atmósfera cambiaba los colores en la puesta. Para los genivianos, su sol era de color azul y así lo habían creído hace mucho tiempo atrás, cuando no existían tecnologías que les permitiera viajar al espacio. Koi fue considerado una gema muy valiosa hasta que se dieron cuenta de que era puro plasma. Jason, regresando del laboratorio, vio que tras un ventanal el cielo se tenía de colores azulados y morado y se sintió maravillado. La imagen de su madre llegó a su cabeza. Una ligera turbación agitó su corazón, era un sentimiento familiar, como cuando prometes una cosa y sientes que no la estás cumpliendo. Los soldados que lo escoltaban le instaron a seguir su camino. Llegaron a la cámara, abrieron una puerta filtradora y dejaron que Jason entrara, cerrando la entrada detrás de él, los oficiales se mantuvieron en el pasillo para hacer guardia. Jason, mecánicamente, se quitó la mascarilla, aunque sabía que no la necesitaba, era un simple gesto automático. Agotado por pasar horas y horas delante de la computadora, registrando fórmulas, mezclándolas unas con otras hasta obtener los elementos esenciales de la bomba, se dejó caer sobre uno de los aerodinámicos sofás negros que los genivianos les habían colocado. Sofía estaba sentada a la mesa con un cuaderno, al verlo entrar cerró la carátula y le preguntó:

-Ya terminaste?

Jason se frotó las sienes.

-No, no voy ni por la mitad... Creo -contestó.

-Qué tanto haces allá afuera? -preguntó Sofía, volviendo a entreabrir la libreta.

-La verdad no tengo idea, no recuerdo nada. Sólo sé que estoy fabricando una super bomba, pero cuando salgo de la cápsula todo se me olvida, mi mente bloquea el mensaje automáticamente. Es una cosa de locos.

-La cápsula? Cómo es esa cápsula?

-Nada especial, por fuera parece un huevo. Por dentro es como entrar en un entorno de realidad virtual.

-Ah.

-Oye, Sofía, por cierto, ya está anocheciendo.

-Lo sé. Casie estuvo aquí -dijo Sofía, y señaló con su dedo una pantalla cuadrada estampada en la pared que mostraba unos símbolos genivianos-, me enseñó el significado de los símbolos. Ellos les llaman nits, son el equivalente a los minutos en el planeta Tierra. Calculan los días en intervalos de 500 nits. Sabías que los genivianos no cuentan los días de la misma forma? Para ellos, un rango de tres días equivaldría a un día normal, en los que el sol se oculta varias veces y se toman siestas en un ciclo polifásico, eso les permite ser más productivos e incluso más sanos.

-Bueno, qué interesante... -dijo Jason, desganado.

-Jason...

-Sí?

-No volveremos a la Tierra en mucho tiempo.

Jason permaneció callado, hundiéndose en el sofá. De repente le habían dado ganas de echarse un cubetazo de agua helada encima.

-Creo que me gusta este lugar -continuó Sofía-, es bonito, la fauna, la flora, los lugares para explorar...

Jason la miró a los ojos.

-Nuestros padres -murmuró.

-Sí -contestó Sofía-, deben estar muy preocupados.

Jason se levantó del sofá, se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua y se lo bebió de un trago. Con los hombros caídos, anunció que se iría a bañar. Antes de cruzar la puerta del baño Sofía le dijo:

-Me gusta este lugar, lo que no me gusta es pasármela encerrada.

SYSTEM [EL ÚLTIMO MENSAJE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora