24

17 0 0
                                    

Después de dejar a Roberto discutiendo con un vendedor de informática sobre qué auriculares eran mejores, Sofía alcanzó a Jason que estaba pagando la mochila. Al parecer, el dinero que traía no era suficiente.

—Juro que había traido cuarenta dolares, pero solo tengo 25, y la mochila vale 35, es demasiado cara para mí —confesó Jason a la cajera.

—Entonces tendrás que devolverla —respondió ella.

—No se preocupe, yo completaré el precio —interrumpió Sofía buscando en su bolso el dinero para pagar.

—No tienes que hacerlo —comentó Jason, que ya tomaba la mochila para devolvera a su sitio nuevamente, pero Sofía lo detuvo.

—Jason, acepta, por favor —insistió.

La cajera los miraba divertida.

—Muy bien, si la chica paga, no hay problema entonces —anunció, con una mueca coqueta.

La cajera empaquetó el producto, con la factura, y Sofía y Jason abandonaron el local, volviendo al sillón del pasillo.

Se sentaron ambos a esperar, Sofía a sus padres y Jason a Roberto.

—Gracias... —dijo Jason.

—Te quiero pedir una disculpa por cómo te traté la otra vez —dijo Sofía—, lamento si herí tus sentimientos.

Jason trató de hundirse en el sofá.

—Está bien, no te preocupes —respondió.

—Entonces, me perdonas?

—Creo que es suficiente, me ayudaste a comprar la mochila, te debo un favor. Me ayudaste a recuperar mi celular... Otro favor. Cualquier cosa que necesites me lo puedes pedir —anunció Jason—, siempre y cuando no implique algún acto humillante. Te devolveré el dinero cuando pueda.

—No me importa eso, igual. No te preocupes —dijo Sofía.

—Está bien. Por cierto, creo que lo mejor es que vuelva a mi cueva y me mantenga al margen de ti, lo sabes.

—Sí... Sí... Para ti es muy fácil aislarte de los demás. No será un problema.

—Claro que no. Además así no te causaré ninguna molestia, nadie me relacionará contigo.

Sofía sonrió cínicamente.

—Es un poco cobarde de tu parte, eso de "no causar molestias" —dijo.

—Tú qué sabes? —se defendió Jason—, no es fácil relacionarme con las personas si todo el tiempo están atacándome con que soy un idiota y aprovechándose de mí.

Sofía apretó los labios.

—Jason, porqué no te acercas? —preguntó, soñolienta—. Te doy miedo?

De repente el sofá se había vuelto muy incómodo y Jason se removió, inquieto.

—Qué? No... Claro que no —tartamudeó.

Sofía abrió los ojos, que se clavaron en los de Jason, con seguridad. Notó que sus ojos lucían un poco más claros de lo normal. Jason apartó la mirada buscando sitios en los que descansar la vista y evitar sostenérsela cara a cara.

—Claro que no —repitió Jason.

—Entonces por qué te ruborizas cuando te hablo? —dijo Sofía.

—Estoy ruborizado? Na! —contestó Jason—. La sangre se me fue a la cara, ansiedad elevada en un 70%... No es cierto.

—De qué hablas? —preguntó Sofía, confundida.

—Nada! Mira, ahí vienen tus padres hablando con Roberto —señaló Jason cambiando de tema.

La señora Eva y el señor Francisco salían del local con más bolsas de la compra y Roberto sostenía una plática amena con ambos, como si fueran conocidos de toda la vida.

SYSTEM [EL ÚLTIMO MENSAJE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora