El fin de la historia

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Me levanté y me alisté rápidamente, hoy era el día, hoy voy a hacer lo más importante en mi trabajo, voy a interrogar a unos de los narcotraficantes más famosos en esta época, y yo voy a poder interrogarlo. Bajé y me subí a mi camioneta blanca, que está un poco vieja, pero todavía arranca, le subí un poco el volumen a la radio, estaba nervioso y tenía que calmarme y lo mejor que podía hacer es escuchar la radio. Llegué a la pequeña prisión, que en realidad era una casa, donde poníamos a los prisioneros más peligrosos, muchos de ellos van a vivir el resto de su vida ahí y otros le dan la pena de muerte y viven ahí unos días antes de su muerte, y esté es el caso, si le puedo sacar algo de información, van a alargar un poco su sentencia, lo suficiente hasta que me de lo que necesito. Corrí y entré al edifico, me hicieron un chequeo rápido para que no llevara nada sospechoso; luego de eso me encontré con mis dos amigos, pablo y Walter.

- ¿Están emocionados? – dije algo nervioso.

- un poco, aunque tengo más miedo que emoción, quien sabe lo que esté pensando ese loco.

- eso tenemos que averiguar – Walter como siempre, es nuestro líder, yo soy el más novato, dicen que me dejo llevarme por mis sentimientos – tenemos que tener una buena historia, ya sea su vida o donde ha dejado los cadáveres, algo que lo puedan encarcelar.

- ¿No sé puede escapar? – pablo es algo miedoso, pero también valiente, por qué cuando hay que cuando las cosas se ponen feas, él es el primero en actuar.

- tranquilo, esto es una prisión, aunque parezca una residencia para ancianos, es una cárcel, además tenemos armas y somos más que él, mucho más que él.

Todos caminamos hasta llegar a la puerta, Walter era el primero, luego yo y de último Pablo, mi corazón saltaba y no podía aguantar las ganas. Walter abrió la puerta y ahí estaba, sentado, con una botella de Whisky, con el pelo oscuro, con algunas canas blancas, ya tiene cincuenta y seis años aproximadamente; él sonrió al vernos, una sonrisa confiada y amable.

- ya llegaron, los estaba esperando – él se levantó y todos pusimos nuestras manos en nuestras armas – tranquilos, no quiero hacerles nada – él camino hasta ver la ventana – los vi llegar, sabía que eran ustedes, tan llamativos.

- ¿Sabes a que vinimos? – él se río.

- soy algo viejo, pero no tonto, me vienen a preguntar cosas y si yo no respondo, me van a matar, pero si respondo, igual me mataran – él se río – me parece bien, pero, no hay como recompensa por hablar.

- y nunca lo hará, mataste a miles ¿Para qué? ¿Por nada? – él sonrió.

- era divertido, nací con el don de ser más fuerte, antes no era nadie, pero un día, eso cambio, supe el potencial que podía.

- y ¿Todo esto lo hiciste por qué estabas aburrido? – yo estaba intrigado, si era así, que decepción.

- tenía el plan de crear un mundo nuevo, quería parar las guerras detener todo, iba a destruir el mundo, destruir el mal y construir un orden, de las cenizas del mundo, iba a construir mi impero.

- claro, obvio así funciona ¡Te volviste peor que ese mal que hablas! – Walter estaba enojado, ya que él había matado a su esposa y sus dos hijos hace cuatro años.

- a veces había que romper un huevo, para poder hacer la torta perfecta, ustedes eran más, nos ganaban en número y en armas, pero ustedes jamás ganaran en algo, en miedo, nosotros abríamos la garganta de la gente y le sacábamos la lengua, metíamos miedo en las personas y eso, nos dio un poco de tiempo, mucho tiempo, teníamos que meter miedo a las familias, para no delatarnos y vivir en el monte, tranquilos y no nos delataríamos, tenían miedo, inclusos ustedes nos tuvieron miedo, más de una vez un policía temblaba la mano cuando me veía, cuando estaba contra las cuerdas, pero él le temblaban las manos, sabía que lo peor no sería para él, sino para su familia y ese miedo me dio segundos valiosos, segundos que use para no dudar y matarlo, por qué ustedes buscan atrapar, no matar, aunque pueden matar en defensa propia, pero primero está el aviso de abrir fuego, nosotros no queremos atrapar, queremos matar.

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