Descanso para comer

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- qué final tan mierda – yo mire a Walter, se veía afectado, seguramente por la pérdida de su familia.

- sí, es un final de mierda, pero así paso, yo no puedo cambiar eso y no importa cuánto lo sienta, no puedo cambiar el final, no sé encontraron supervivientes, ni se encontró el barco por unos largo años, después de un tiempo encontraron lo que paso al barco y donde estaba.

- qué historia tan mala.

- puede que sí, puede que no, todo depende de cómo lo veas, al final lo te conté es ficción y si tú quieres que nada malo pase, cuenta tú la historia – Rubén se levantó – pero bueno, tengo hambre ¿Alguien quiere comer? – Pablo puso su mano en su pistola.

- cuéntanos algo que nos sirva, no esa mierda.

- lo haré, pero soy un viejo, mi voz está seca y necesito energías para hablar, además aún le quedan cinco horas y me hubiera demorado menos si ustedes no interrumpieran tanto mi historia.

- lo siento viejito, pero tus historias no nos interesan.

- entonces ¿Por qué sigue aquí? – él se río y camino a mi lado, no me hizo nada, de hecho, ni me miro, solo me ignoro – ustedes se pueden ir cuando quiera, pero las historias apenas se pusieron interesantes, así que, quédense y escuchen chicos, que aún tengo historias por contar, historias antes de dormir.

- ¿Por qué hiciste todo esto? – él me miro confundido – me refiero a la droga, las bombas, la matanza, todo esto.

- tranquilos, cálmense ¿Acaso no les enseñaron a esperar? – él toco la puerta.

- ¿Qué quieres? – dijo el guardia que estaba cerca de la puerta.

- mi comida, por favor.

- claro ¿Sus invitados van a querer algo? – dijo sarcásticamente.

- yo tengo hambre – dijo pablo, seguramente para seguirle el juego a él.

- ya estamos aquí y seguramente no nos iremos en un buen rato, comamos – yo me emocione, tenía mucha hambre y quería comer, además era una razón más para quedarse, la historia fue interesante, aunque me parece conocida.

- bueno, son tres platos extras – se escucharon pasos de alguien alejándose – esto es la maravilla – él camino y miro por la ventana.

- y ¿Cómo terminaste aquí? – él soltó una pequeña risa.

- es algo muy curioso la verdad, pero tendrán que esperar, en algún momento les contaré toda mi vida, en corrido así rápido, con pocos detalles, pero eso será al final.

- eres un monstruo.

- amigo, todos lo somos, este mundo es cruel, absurdamente malo, horrible, está mal escrito, yo quería cambiarlo, hacerlo mejor, destruirlo y repararlo, sabía el potencial que yo tenía y lo exprimí, no logré mi objetivo, pero lo disfrute, no me arrepiento de nada – él se volteó y saco algo de un cajón.

- asesino.

- sí, pero mate a menos personas de las que tú crees, yo solo daba ordenes, no mate más de siete u ocho personas en mi vida, con mis propias manos.

- si tú mandaste la orden, tú eres responsable.

- entonces, el que dio la orden de tirar la bomba nuclear en Hiroshima es culpable de todas esas muertes según tu lógica, estoy casi seguro que él mato más que yo, incluso un general, que ordena a sus soldados a matar a los otros ¿Son responsables de las muertes? Según tu lógica sí.

- eso es diferente, era la guerra.

- yo también estaba en guerra, en guerra contra el estado, además ¿Por qué está bien visto matar en la guerra y en la cotidianidad no? Quizás es por el lema, soy yo o ellos, es muy curioso.

- esto es diferente a lo que hiciste, tú mataste inocentes.

- que pasa, cuando un presidente, decide no comercializar con un país, deja de pasarle comida, por qué es peligroso o algo así, van a morir millones de personas inocentes, por una estúpida jugada, pero eso si está bien visto.

- ¿Por qué no mejor te callas? – él saco un cigarro y se lo puso en la boca.

- respóndeme una cosa que es peor, morir de desnutrición o morir por una bomba, no sé ustedes, pero yo prefiero morir por una bomba – él prendió el cigarro y fumo un poco – hay miles de personas que matan inocentes por dar órdenes, pero ellos no son culpables, no como yo.

- eso es diferente.

- ¿Lo es? – él fumo un poco más y tiró el humo afuera de la habitación – todos somos unos monstruos, no existe el mal ni el bien, uno lo pone, uno decide que está mal o bien, por qué si yo soy malo por matar inocentes, puedo nombrar a millones de personas que tienen estatuas, que están en el poder y han matado a miles de personas inocentes – él fumo otro poco y tiró el humo afuera de la habitación - ¿Quieren? – estiró su mano en donde tenía el cigarrillo.

- no gracias, no fumo.

- yo no voy a aceptar nada de ti, nada es nada – me preocupaba un poco Walter, en cualquier momento cometerá una locura.

- no gracias, quiero dejar el cigarrillo – en realidad era mentira, él no ha fumado nunca en su vida, le estaba mintiendo.

- bueno, no importa, más para mí – él fumo una última vez, tiró el humo fuera de la habitación, luego soltó el cigarrillo al suelo y lo piso.

- este lugar es bonito, más grande y cómodo para un prisionero – Pablo tenía razón, era bastante cómodo, mucho más cómodo que mi casa.

- no por mucho, como en este país es tan preciada la vida, nos dan unos últimos lujos antes de que nos la quiten – él se río – y he vivido aquí como un puto rey.

- servicio a la habitación – alguien toco la puerta, yo me levanté rápidamente y la abrí – aquí está su comida – él nos pasó unos platos con carne y ensalada – y los cubiertos obligatoriamente tienen que ser de plástico, no puedo hacer nada para cambiarlo.

- no es nada, gracias – yo le cerré la puerta y todos agarraron su comida, todos menos Rubén.

- qué bueno, por qué me estaba muriendo de hambre.

- tomé señor – yo le puse el plato en el suelo, alejado de él, no quería que se me acercara mucho a mí.

- gracias chico – yo me alejé y él agarro su plato con sus cubiertos – eso sí es vida – él se sentó en el piso y empezó a comer.

Todos nos comimos, pero no era agradable, la carne estaba algo quemada y sabía a carbón, nos dieron un agua, y la ensalada sabía salada, además Rubén no nos dejaba de mirar y cada vez que nosotros lo mirábamos, él sonreía, jamás no quitaba el ojo encima. Luego de terminarnos nuestra horrible comida, recogimos los platos y se los dimos al guardia que estaba afuera.

- saben algo, esta fue una de las mejores comida que he comido aquí, es lo único malo que tiene este lugar, la comida es una mierda, excepto cuando es tú día de muerte, en ese momento te sirven tú comida favorita, de la manera más exquisita que puedan, esa es la más rica, o eso dicen.

- bueno, ya terminamos, ahora, dinos algo que nos pueda servir.

- todo lo que les digo les puede servir, solo tienen que ser un momento muy concreto.

- basta de evitar nuestro tema y dinos algo que nos sirva, por favor – aunque no se notara, Walter se estaba desesperado.

- está bien – él río – voy a contarles cuando era pequeño, el día donde decidí convertirme en eso, el día donde descubrí que soy mejor que lo demás, en realidad eso lo sabía desde antes, pero en ese día, supe que quería cambiar este mundo, quería mejorar la vida, cambiar el mundo – Pablo saco una pequeña grabadora y la puso a grabar.

historias antes de dormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora