Capítulo 1

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Marco

10 de septiembre. Esa estúpida fecha de nuevo.

Había pasado justo un año desde que vi a Saray por última vez antes de irme a San Francisco.

Habían pasado trescientos sesenta y cinco días desde que la rompí el corazón. Y no hubo ni un solo segundo de todos esos malditos días en el que no me lo echase en cara.

Después de tanto tiempo, por fin volvía a casa. Había sido el peor año de mi vida.

Los primeros meses fueron los más jodidos. Apenas tenía apetito, por lo que adelgacé mucho. No salía de la casa en la que tuve que pasar ese año para nada. Acudía al instituto y cuando terminaba volvía a encerrarme en mi cuarto.

Al parecer, desperté el interés de muchos de mis compañeros. La gente era muy agradable, se acercaban a mí e intentaban integrarme, pero a mí no me salía. No podía parar de pensar en ella.

Tuve que soportar el dolor de no coger sus llamadas durante los primeros días. Después, se cansó de llamar y tuve que resistirme yo a hacerlo.

Tenía tentación de llamarla todos los días, a todas horas; pero, después de toda la mierda que solté por mi boca el último día que la vi, no tenía derecho de compartir ni una sola palabra con ella. Como dijo ella, estaba muerto, no existía para ella.

Lo que más me jodió aguantar fue no poder decirle que todo lo que la dije, por supuesto, era mentira. La amaba con todo mi corazón. La situación me sobrepasó, no supe cómo gestionar todo lo que me había pasado en tan solo veinticuatro horas.

Darío dejó de contestarme a las tres semanas de estar en San Francisco. Me temí lo peor, y, con un ataque de nervios, marqué el número de mi mejor amigo Adrián para preguntarle cómo estaba mi "amigo".

Su respuesta me dejó atónito. Me dijo que estaba bien, como siempre.

No entendí nada, así que le conté todo. Todo. Repetí cada palabra de la conversación que mantuve con Darío justo una semana antes de irme.

Todo fue mentira. La rabia inundó todo mi ser. Empecé a destrozar todo lo que tuve a mi alrededor.

Darío me había mentido, no se iba a morir. La única verdad que soltó por su asquerosa boca fue que le gustaba Saray. Y para conseguir lo que quería no se le ocurrió otra cosa que mentirme y decir que iba a morirse en menos de un mes y medio.

No sé cómo pude estar tan ciego. Le llamé mil veces, hecho una furia, pero no me cogió ni una sola llamada.

Adri me confesó que Darío y Saray se habían enrollado durante mi estancia en Estados Unidos. Me sentó como el culo, fue una puñalada asquerosa en la espalda por alguien que consideraba mi amigo, pero que nunca lo había sido.

Porque los amigos de verdad no se traicionan ni se mienten. Y él fue capaz de inventarse que se iba a morir.

No me entraba en la cabeza como tuvo la suficiente cantidad de sangre fría y esquizofrenia como para decirme que tenía una enfermedad mortal y encima llorar sabiendo que no era verdad.

A lo largo de mi tiempo allí, solo mantuve el contacto con Adrián, mi mejor amigo, y con Axel. Me contaron que tuvieron problemas con Hugo y Darío al enterarse de lo que pasó. Se distanciaron. Aunque habían empezado a llevarse con otros chicos.

Entre los dos me informaban sobre Saray. Su fuente principal era Coral, ya que ella y Adri estaban juntos.

Estaban muy preocupados por ella. Había cambiado mucho en ese último año. No pude evitar pensar que todo fue por mi puta culpa.

El resurgir de las cenizas (Déjate llevar, 2)Where stories live. Discover now