Saray
—Joder... —gimió el chico, cuyo nombre se me había olvidado.
Estaba en una discoteca de mi ciudad, con mis amigas. Aunque, en esos momentos, no me encontraba con ellas. Estaba en los baños con un chaval que había conocido media hora antes.
Al acabar, no me despedí de él. Simplemente salí. Todos los chicos se quedaron mirándome, sorprendidos.
—¿Queréis una foto? —pregunté irónicamente. No esperé respuesta y salí.
Me reencontré con mis amigas, que estaban justo donde las había dejado, un poco alejadas de la multitud.
—¿Ha caído el chaval? —Me preguntó mi amiga Mara.
—Cuál no cae es la pregunta —respondí con una sonrisa de superioridad.
Todas rieron menos Coral.
No se atrevía a hablar. Hacía unos días, tuvimos una fuerte discusión sobre este tema, sobre lo que hacía con los chicos. Y sacó su nombre. Su puto nombre. Y ella sabía que no quería escuchar nada sobre él.
Me dijo que me follaba a los tíos para olvidarme de Marco.
Me enfadé mucho. La grité y la dije que eso era completamente mentira.
Puede que los primeros meses si lo hiciera, pero en esos momentos lo único que hacía era divertirme. Hacía lo mismo que ellos hacían con nosotras. Jugar.
Miré a mi mejor amiga. No apartaba su mirada del suelo. No me gustaba estar enfadada con Coral, es mi mejor amiga, y lo dijo por mi bien. Así que me dispuse a hablar con ella.
—Coral, ¿puedes acompañarme a fumar? —pregunté. Antes no fumaba, pero, comencé a fumarme algunos cigarros sueltos.
Pareció sorprendida, pero accedió. Subimos las escaleras que conducían al exterior. Estaban repletas de luces led que cambiaban continuamente de color.
Al salir, noté una suave brisa chocando contra mí cuerpo. Se notaba que estábamos en septiembre y que no era pleno verano. Quedaban pocos días para el otoño.
Miré qué día era para calcular los días que quedaban para despedirnos del verano. Diez de septiembre.
Una oleada de frío interno hizo que se me tensara el cuerpo y me parase en seco.
—¿Saray? ¿Estás bien? —Se acercó rápidamente Coral, ya que estaba unos pasos detrás de mí.
—Sí, sí...
—Saray...
Era imposible ocultarla algo. La miré directamente a los ojos.
—Es... es diez de septiembre.
Coral tardó unos segundos en darse cuenta de lo que eso significaba. Cuando lo hizo, abrió los ojos y posó una mano en mi brazo.
—¿Y estás bien? —preguntó de nuevo.
—Sí, sí... solo me ha traído recuerdos. —Y tras esas palabras, saqué un cigarrillo.
Pero, la verdad es que me había dado un bajón.
Pensar que hacía un año, a esas horas estaba en casa de Coral llorando a lágrima viva y con el corazón roto por culpa de Marco, me revolvió todo.
También la rabia me recorría el cuerpo al recordar aquellas palabras que me dijo.
Mientras fumamos, la pedí perdón por cómo la había hablado. Ella también se disculpó por haberle mencionado. Acabamos fundiéndonos en un abrazo cariñoso.
—Una cosa, ¿te importa que nos vayamos ya a tu casa? —pregunté. Sinceramente, no tenía ganas de seguir en la fiesta.
—Claro que no, encima no está siendo una gran fiesta, vamos a avisar a las demás y nos vamos.
—Perfecto.
Se quedó mirándome unos segundos, preocupada.
—¿Seguro que estás bien? —insistió.
—Como una rosa —fingí una sonrisa lo suficientemente creíble como para que Coral dejase el tema, o lo suficientemente falsa para que se diera cuenta de que no quería seguir hablando de ello. Coral me conocía demasiado bien, por lo que deduje que fue por lo segundo.
A los diez minutos estábamos subidas en su coche. Esa noche iba a volver a dormir en su casa, como hacía un año.
Solo que esta vez no tenía el corazón roto.
Pero si sumido en una gran capa de hielo indestructible.
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El resurgir de las cenizas (Déjate llevar, 2)
Fiksi RemajaHa pasado un año desde el día en el que ellos dos se separaron. Desde el día en el que Saray dejó de sentir. Desde el día en el que el corazón de Marco se rompió por completo. Desde entonces, Saray ha utilizado a chicos para superar su ruptura con M...