Marco
Cuando entré por la puerta, un perro, que tardé menos de un segundo en reconocer, vino corriendo hacia nosotros. Eras Ares, el perro de Saray.
Mi corazón dio un brinco y empezó a latir con rapidez.
Subí la mirada y me topé con sus ojos, abiertos como platos, clavados en mí. Juraría que vi como articuló la palabra "mierda".
Me quedé completamente paralizado. Llevaba sin verla mucho tiempo. Desde que me comporté como un completo gilipollas.
Permanecimos mirándonos lo que pareció una eternidad, hasta que ella se encaminó hacia mí. Por un momento pensé que me diría algo, un hola, al menos. Pero lo único que hizo fue coger a su perro por el arnés y marcharse a su habitación.
El primer impulso que tuve fue ir tras ella, pero frené en seco cuando se giró de nuevo.
—No me sigas, déjame. —Su voz me dejó petrificado, era fría y arisca. Casi parecía estar insultándome.
La vi desaparecer por el gran pasillo que daba a las habitaciones.
Joder.
No entendía que hacía ella allí. Su plan era irse a Madrid.
Noté la mirada del recepcionista, me miraba con paciencia, por lo que me encaminé para que me atendiera.
No podía concentrarme en lo que me estaba diciendo. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas a lo que acababa de pasar.
Tuve que firmar varios papeles. Cuando lo hice, el chico salió de detrás del mostrador de recepción para llevarme a mi habitación.
Abrió la puerta y me encontré con una habitación con dos camas tres estanterías y dos escritorios, muy simple.
—Bueno, esto es todo. Cualquier cosa que necesites, ya sabes donde encontrarme —recitó Carlos, y digo recitó porque se lo tenía aprendido de memoria.
—Desde luego la alegría en persona —susurré.
Entré en la habitación y dejé las cosas al lado de la cama que no estaba usada. Parecía que mi compañero de habitación ya se había instalado.
Empecé a deshacer mi maleta y a colocar todo. En un momento determinado, saqué la foto que había encontrado en la habitación de Saray.
Me entraron unas ganas inmensas de llorar.
Mi parte egoísta se alegraba de volver a verla, joder, era la persona que más quería en el mundo.
Pero, sabía que ella no quería saber nada de mí. Me odiaba. Y con razón. Decidí no ir a Madrid para no incomodarla, pero no me paré a pensar que ella podría haber pensado lo mismo.
Kaos se acercó y comenzó a lamer mi mano, como si supiera que algo iba mal. Justo después, escuché la puerta abrirse, y como acto reflejo, guardé rápidamente la foto de nuevo en mi chaqueta.
Entró un chico que parecía de mi edad, de piel tostada, ojos verdes y el pelo rizado. Nada más verle, una ola de alegría invadió el aura de la habitación. Su felicidad era contagiosa. Detrás de él estaba su perro, que era un American staffordshire terrier marrón claro, era precioso.
—Oh. —Se sorprendió al verme—. Hola, tío, soy Daniel, pero mejor llámame Dan. —Nos dimos un apretón de manos.
—Encantado, yo soy Marco.
Nuestros perros se olisquearon y enseguida empezaron a jugar.
Dan rio.
—Parece que se llevan bien, se llama Aslan.
—El mío Kaos.
Estuvimos hablando durante un rato, me contó que estaba en segundo de carrera, por lo que no estaríamos juntos en muchas clases.
Era demasiado extrovertido y alegre. Me cayó genial.
—Tío, hoy hay una fiesta en la facultad, para inaugurar el año, ¿te vienes?
Me sorprendió la propuesta. Aunque no tenía muchas ganas de fiesta, no tenía otra cosa que hacer.
—Vale —respondí.
—Perfecto, tío, luego nos vemos, tengo que ir a hacer unas cosas.
Me dio una palmada en el hombro y se fue. Me quedé mirando unos segundos fijamente a la puerta. Saray volvió a mi cabeza.
Aquello no podía haber sido una mera casualidad. El destino quería que Saray y yo nos volviésemos a encontrar.
Puede... puede que me estuviese dando una última oportunidad. Tenía que explicarla que todo lo que pasó fue un gran error y que nada de lo que dije fue verdad.
Esa vez no iba a permitirme dejarla ir.
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El resurgir de las cenizas (Déjate llevar, 2)
Teen FictionHa pasado un año desde el día en el que ellos dos se separaron. Desde el día en el que Saray dejó de sentir. Desde el día en el que el corazón de Marco se rompió por completo. Desde entonces, Saray ha utilizado a chicos para superar su ruptura con M...