Saray
Entré rápidamente en la habitación, junto a mi amigo peludo, y cerré la puerta. Me dejé caer al suelo y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
Coral se levantó alarmada y se acercó a mí.
—Saray, ¿Estás bien? —preguntó preocupada.
Estaba tratando de respirar con normalidad. Pero no podía.
Mierda. Joder.
No podía creerlo. No podía ser verdad. Quería gritar por la rabia que sentí al volver a verle. Pero, sobre todo, porque mi corazón se alterase cuando cruzamos nuestras miradas.
Esa misma sensación de nerviosismo en la parte baja de mi estómago. Como si el tiempo no hubiese pasado. Como si nada de lo que pasó tuviese importancia.
No.
No iba a permitirlo. No otra vez.
—¿Saray? —Volví a la realidad. Mi amiga me miraba cada vez más preocupada.
—Est-está... él está aquí...
Le cambió la cara completamente. Estaba igual de perpleja que yo.
—¿Qué dices? Saray, a lo mejor...
—No le he confundido. —La interrumpí—. He tenido que acercarme porque Ares ha ido corriendo hacia él.
Ambas volteamos la cabeza hacia mi perro, que permanecía con las orejas hacia atrás, como si supiera que había hecho algo mal.
—Joder —maldijo Coral—, pienso salir a cortarle los huevos.
—No —Suspiré—, solo... ignorémoslo.
—¿Segura?
Asentí. Coral me abrazó.
Seguía sin poderme creer todo aquello. Era surrealista.
De repente se me vino mi otra mejor amiga a la cabeza. Abril. Ella estaba al tanto de todo lo que había pasado con Marco. Intentó ayudarme en todo lo que pudo, incluso me fui con ella una semana de viaje en su furgoneta.
Tenía que decírselo.
—Coral, he dejado los kit-kats en la máquina, ¿te importa ir a cogerlos mientras llamo a Abril?, por favor —pregunté.
Ella asintió y salió de nuestra habitación.
Me dispuse a llamar a Abril. Respondió al tercer tono.
—Hola bombón, ¿cómo estás? —dijo felizmente.
—Hola, ¿tienes unos minutos?
—Claro, cuéntame. —Su tono cambió a uno un poco más serio.
Narré todo lo que había pasado con Marco.
—Joder, que suerte tienes —ironizó—, sabes que, sí en cualquier momento te molesta o algo, me lo dices y voy a trescientos por hora con la furgo y le salpico una ostia que lo sepulto en los cimientos de la universidad.
Reí. Abril tenía la habilidad de hacer que me olvidase de mis problemas durante el rato que hablaba con ella.
—Abril... —Escuché una voz masculina al otro lado de la línea.
Me sobresalté y me extrañé a partes iguales. Ella siempre viajaba sola, con Wanda.
Escuché unos susurros al otro lado de la línea.
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El resurgir de las cenizas (Déjate llevar, 2)
Teen FictionHa pasado un año desde el día en el que ellos dos se separaron. Desde el día en el que Saray dejó de sentir. Desde el día en el que el corazón de Marco se rompió por completo. Desde entonces, Saray ha utilizado a chicos para superar su ruptura con M...