𝟏𝟓

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REGULUS GOLPEEÓ sus pies impacientemente contra el suelo mientras esperaba que Yuna saliera del Salón. El sentimiento de traición corría por sus venas mientras continuaba paseando, honestamente no podía creer que ella hubiera decidido alejar a su hija de él.

Era despiadado, incluso para ella.

Su cabeza se levantó de golpe ante el sonido de pasos. Yuna se acercó con cautela pero sus manos estaban cruzadas a la defensiva.

—Finalmente lista para hablar? —Regulus levantó una ceja.

Yuna frunció el ceño. —¿De qué hay que hablar?

Se burló de su intento de retrasar lo inevitable. Dio un paso adelante y por su postura vacilante supo que la había intimidado. —¿Por qué mantuviste a mi hija lejos de mí? —, siseó.

—Tu familia. —Yuna finalmente escupió. —Tu madre especialmente —No podía soportarla. Esa vieja bruja me visitaba todos los días, me molestaba y decía cómo disciplinaría y enseñaría a mi hijo cada vez que decidiera sacar uno. Sé que te preocupabas por ella y todo, pero la mujer era tan irritante y por mucho que te amaba entonces, no quería que mi hija creciera en ese tipo de familia.

—Una Black. No querías que fuera Black. —Él concluyó.

—Exactamente. Hice lo que pensé que era mejor. —Yuna asintió, segura de su decisión.

—¿Y alguna vez pensaste en mí? —Regulus frunció el ceño. —¿Si me iría contigo?

Yuna se encogió de hombros. —Supuse que preferirías quedarte con tu familia en Inglaterra...

—Ese es tu problema. Lo supusiste. —Gritó, perdiendo momentáneamente la compostura, antes de calmarse ante su estremecimiento. —Yo nunca abandonaría mi propia carne y sangre, hija mía.

Regulus miró a la mujer que solía amar, apreciar y elogiar. Todo lo que vio fue una mujer egoísta y con derechos.

Yuna apretó los dientes y miró hacia otro lado. Luego le envió una mirada altiva. —Bueno, no hay nada que puedas hacer por ella de todos modos.

Regulus levantó una ceja. —¿Y qué significa eso exactamente? —Hizo una pausa de repente, recordando que su propia hija estaba sentada en el Gran Comedor. Giró la cabeza hacia la mujer de aspecto todavía altivo. —Renunciaste a nuestra hija-

—¡Yo no dije eso! —, replicó ella de inmediato.

—Prácticamente lo admitiste. —Regulus gruñó y caminó hacia ella enojado. —Te atreviste-

Yuna dio unos pasos hacia atrás y entrecerró los ojos. —No puedes hacerme daño —, dijo ella rápidamente.

—¿Y por qué es eso? —Regulus fingió una sonrisa, deteniendo sus pasos para escuchar una respuesta.

𝐀𝐌𝐀𝐙𝐎𝐍 | 𝐡𝐩&𝐭𝐦𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora