𝟐𝟒

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MCGONAGALL ACLARO SU GARGANTA, el sonido resonó en el Salón silencioso.

—Vamos a tener un descanso, ¿de acuerdo?

Con un rápido movimiento de su varita, las sillas y los sofás se transformaron en bancos y mesas.

Ella aplaudió y la comida apareció en la mesa.

Todos se pusieron de pie y volvieron a sus asientos en la mesa, hablando instantáneamente llenó el Salón.

Amelia Bones y Moody compartieron un asentimiento decisivo y se dirigieron a la mesa principal.

Snape los miró, los labios fruncidos en evidente disgusto. —¿Si..? ¿Cómo puedo ayudarles?

Las palabras pronunciadas fueron bastante sarcásticas, pero Amelia las ignoró a favor de lo que iba a preguntar.

—¿Tienes algo de Veritaserum? —Preguntó, directa al grano.

Las cejas de Snape se levantaron con sorpresa, y se tomó su tiempo decente para formular su respuesta.

—No tenemos tiempo que perder, chico. —Espetó Moody, mostrando su molestia. —Responde a la pregunta de la señora. ¿Lo tienes o no? Este descanso no va a durar para siempre.

Snape frunció los labios y su mirada se dirigió brevemente hacia donde Lily Potter estaba sentada en la mesa de Gryffindor antes de moverse hacia donde Ava y Dumbledore estaban encadenados.

Él asintió levemente. —Sí. Está en mi almacén, que está en mi oficina.

—Maravilloso —, dijo Amelia con un aire de satisfacción. —Ya era hora de que obtuviéramos algunas respuestas. Y dado que esos dos preferirían no hablar, tendremos que obligarlos a que lo hagan.

Moody inclinó la cabeza hacia un lado, haciendo un gesto a Snape para que se diera prisa. — Bueno, adelante con eso. ¡Dirige el camino!

Snape apretó los labios ante la dirección, pero se puso de pie, sacudiendo su túnica y dando la vuelta a la mesa y asintiendo a los dos funcionarios del Ministerio para que lo siguieran.

—Por aquí —, se adelantó con los dos cayendo detrás de él.

Mientras pasaban, Ava Paige miró a su lado a Dumbledore, con un inusual ceño fruncido de preocupación grabado en su rostro.

—¿Qué hacemos, Dumbledore?—susurró con dureza. —Para cuando terminen estas películas, habrán reunido suficiente información para encontrar nuestras bases y detener nuestro trabajo por la cura.

—Será su propia perdición. —Dumbledore se encogió de hombros, indiferente. —Si detienen nuestro trabajo, nunca encontrarán la cura para el brote y corren el riesgo de infectarse. Solo conducirá a sus muertes.

𝐀𝐌𝐀𝐙𝐎𝐍 | 𝐡𝐩&𝐭𝐦𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora