02 | Intransigente

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La situación empeoraba conforme los minutos pasaban para la chica quién se encontraba en una habitación algo grande pero no lo suficiente como para sorprender a la joven que estaba siendo consumida por los nervios, su garganta se iba secando por la falta de saliva que dejaba de producir gracias a la intensa desesperación que sentía por haber sido encerrada por aquel pelipurpura. Sus manos sudaban y su curiosidad por saber que había sucedido con aquel hombre en la silla totalmente herido, la tenían sufriendo silenciosamente, pues se negaba a entrar en pánico ante su situación, ya que aún tenía una manera de poder salir, su celular. No es que pensara que jamás fuera a salir de la enorme casa en la que estaba, sino que la ansiedad de ser descubierta por su objetivo la tenía aterrada, no debía por ningún motivo ser sorprendida en medio de su importante investigación, era uno de sus más grandes miedos.

Pues era del tipo que le gustaba realizar su trabajo en total discreción y fuera del alcance de sus objetivos a quienes quería descubrir ante los ojos de la sociedad en Corea del Sur, así era y tenía que seguir siendo así, dado que lo que más amaba era su carrera y aunque no fuera de las reporteras más destacadas quería por una vez descubrir verdades de grandes personalidades que solo se han centrado en causar daños a personas inocentes.

Pero en estos momentos lo único que deseaba era que nada malo pudiera ocurrirle, pues no estaba haciendo nada malo aparentemente, y anhelaba con todas sus fuerzas el que nadie se haya percatado del dispositivo electrónico que llevaba, puesto que resultaba extraño el que fueran a hacerle algo por tener un celular consigo en pleno siglo XXI, ¿Cómo podrían sospechar de ella cuando estaba perfectamente camuflada?, El increíble disfraz de una mujer adinerada y fina eran implacables como para ser descubierta. En ese momento entró el personaje que la había llevado a dicha habitación, como si sus pensamientos que pensaban cualquier tipo de escenarios del porque seguía ahí lo hubieran llamado, el atractivo joven se adentro a la habitación con una charola en manos, está era plateada y se veía muy refinada, la colocó en un pequeño buro que se encontraba cerca de un viejo escritorio que al parecer por su apariencia nadie había utilizado en muchos años.

—Perdone mi tardanza pero no pude venir antes. — Hizo reverencia confundiendo aún más a la castaña.

—¿Qué estoy haciendo aquí?, De verdad yo ya me iba, creo que es muy tarde para...— El rechinido de la puerta al fondo interrumpió sus excusas por querer salir de ahí de una buena vez.

El ambiente se tornó muy frío y escalofriante en cuanto ingreso un hombre totalmente serio, con sangre salpicada sobre su rostro y parte del cuello de su muy hermosa y elegante camisa.

Las cosas se intensificaron gracias al malhumor que esté tenía, odiaba manchar sus preciados trajes, peor aún con sangre de personas insignificantes y asquerosas cómo el los llamaba, el pelinegro con pasos firmes se posicionó a un costado del pelipurpura, mirando sin emoción alguna a la joven que se encontraba muy confundida y nerviosa ante su aparición sentada en una muy elegante pero vieja silla.

—Señor la sang...

—Seokjin se lo que tengo sobre la puta cara, no tienes que decírmelo.— Giró inmediatamente su mirada al hombre atractivo a su lado, viéndolo con obviedad ante lo sucedido. —El maldito hijo de puta escupió sangre, su jodida sangre sobre mí, estoy realmente deseando matar a alguien más, así que deja de decir mierdas. Mi jodido traje está manchado. — Apretó la mandíbula haciéndola resaltar.

Realmente le molestaba el ensuciarse durante sus actos lo cuales derivaban muertes que para la vista de cualquier persona normal resultaban ser sumamente atroces y escalofriantes, pero para él no eran más que escenas de las cuales hace mucho se había acostumbrado y disfrutaba ver.
Sus trajes eran demasiado importantes para él, así como la perfección de su apariencia, por lo que una sola mancha podría ponerlo de muy mal humor, pero sería aún peor para las personas que estuvieran cerca soportando los malos tratos de aquel pelinegro.

Tʜᴇ Sʜᴀᴅᴏᴡ CᴀsᴛʟᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora