Aquellas corrientes de aire que entraban por el pequeño ventanal de la elegante instancia hacían erizar la piel de aquel pequeño quién era sometido con dos grandes bolsas repletas de hielo, rozando por cada parte de sus pequeñas manos.
Mientras un hombre mayor de 35 años de edad cruzaba una pierna sobre la otra ladeando ligeramente la cabeza sin quitar la mirada del pequeño que lloraba y temblaba ante la posición en la que se encontraba, sus piernas cansadas por estar en cunclillas se ladeaban haciendo enfurecer al mayor quien sostenía una mirada amenazante al menor por evitar que interrumpiera el precioso castigo que le estaba otorgando aquel pelinegro.-P..apá por favor - Suplicaba constantemente con la esperanza de obtener piedad por parte de su progenitor.
-¿En qué momento dije que podías hablarme? - Se levantó asustando al menor una vez que sus pies caminaban en grandes sancadas para quedar enfrente del pequeño. -¡NO QUIERO QUE ABRAS LA MALDITA BOCA HASTA QUE YO TE LO DIGA! - Gritó provocando asustar así más al niño mientras el apretaba fuertemente sus ojos sin siquiera poder abrirlos por el inmenso miedo que recorría su cuerpo al tener tan cerca al causante de ello. - ¿Entendiste mi hermoso hijo? - Dijo mientras colocaba una mano sobre la mejilla húmeda del infante gracias a las lágrimas que caían una tras otra sobre ella, a lo que él simplemente asintió levemente sin abrir aún los ojos, mientras su labio era apretado por sus pequeños dientes haciéndolos ponerse rojos e hinchados por la presión que ejercían estos sobre su labio inferior.
-¡JINHO!, ¡PORFAVOR DÉJALO EN PAZ! -Los fuertes golpes de la puerta se mezclaban con los gritos de una mujer detrás de ella, quién gritaba desesperadamente por entrar a la habitación.
El pelinegro no hizo más que rodar los ojos y enfocar nuevamente su rostro para mirar así al menor.
-Tu madre solo está haciéndome enojar aún mas - Suspiró - Haz bien esto y lo dejaré pasar.
El pequeño volvió a mover la cabeza asintiendo positivamente mirando a su padre con un gran brillo en los ojos llenos de lágrimas transmitiendo desesperación, miedo y dolor.
-Muy bien, no quiero verte tambalear - Se levantó y comenzó a caminar hacia el sillón en el que acostumbraba sentarse para cerrar negocios importantes, someter a sus tantos empleados, incluyendo a su hijo; mientras colocaba ambas manos dentro de los bolsillos de su elegante pantalón de vestir. - Deberías sentirte agradecido, esto no es más que un precioso y cálido castigo que te da tú padre, es decir un regalo.
El menor solamente se dignaba a contener sus sollozos debido al gran dolor que estaban sufriendo sus manos por los fríos cubos de hielo que se derretían en ellas
-Tus clases del manejo de armas es igual de importante que la de idiomas, así que deberías ser más inteligente al momento de faltar siquiera una vez. -Levantó una ceja para después sentarse en aquel sillón mencionado.
• • • •
Una hora había pasado y el hielo estaba totalmente derretido, pero el niño quien tan solo tenía 6 años estaba débil y sollozando aún por el fuerte dolor que desprendían sus pantorrillas las cuales temblaban a punto de hacerlo desvanecerse en aquella habitación, sin mencionar lo reventadas que sus pequeñas manos se encontraban, lucían rojas y finas líneas que desprendían un color rojo haciéndose presente la sangre en ellas, las cuales dejaban caer ligeramente ese líquido rojo sobre el reluciente y frío suelo.
-Muy bien, hijo, lo hiciste bien - Felicitó el pelinegro orgulloso del castigo que el mismo le había otorgado - Esto te ayudará a no faltar a las clases que con mucho esfuerzo te he puesto para mejorar tu carácter y hacerte un hombre respetable.
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Tʜᴇ Sʜᴀᴅᴏᴡ Cᴀsᴛʟᴇ
Fanfiction"¿Quién dijo que los príncipes solamente podían ser sacados de los cuentos de hadas?" El príncipe de los asesinatos dentro de un mundo de personas adineradas, se ve envuelto en múltiples variables, una de ellas Eunji, proporcionando un ambiente tóxi...